En el presente, Armando León Viera está lejos de ser el personaje altamente conocido que fue durante los años 80 en Cuba. Establecido en España, Mandy, como todo nuestro país lo conoció durante su etapa como presentador del programa Para Bailar, hoy es un hombre muy diferente.
Desde su partida en 2014 con rumbo a Europa, tras ahorrar durante casi dos décadas para pagarse el viaje y contar con la ayuda de un par de amigos franceses, recorrió Francia, Países Bajos y Suecia antes de anclar en la península ibérica, en donde reside desde 2015 en Mallorca, la mayor de las Islas Baleares.
En este lapso ha podido dedicarse a promover su obra literaria, una que nació al calor de su período de “bajo perfil” en su país natal. Inicialmente, su inspiración llegó gracias a la correspondencia que sostuvo con su madre durante el tiempo en que estuvo en la guerra de Angola como soldado. De ahí surgieron sus dos primeras novelas, Cualquier tiempo pasado… y Pero sueño con árboles, ambas terminadas en el 2000 como parte de la bilogía que el mismo autor tituló La Cuba en que crecí.
Además de estos trabajos, centrados en su experiencia personal y profesional durante los años 80 y 90, en ese mismo período, León se dedicó a la novela negra y completó los volúmenes Hijas de Venus (2001), Cubanas S.A. (2003), Brindis (2004), Jaque mate (2005), Derecho de admisión (2007) y Cicatrices (2012). Paralelamente, también incursionó en el teatro con la (“breve”, como él la ha catalogado) pieza Reencuentros (2008).
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Después de mucho tiempo sin conseguir una editorial que publicara sus textos, entre 2015 y 2016, Mandy logró colocar sus libros en Amazon, desde donde cualquiera puede adquirirlos.
Su paso por el célebre espectáculo que fue Para bailar, desde 1978 hasta 1982, fue de las mejores experiencias de su vida.
“Tuve el cariño del pueblo cubano (…), si bien yo nunca sentí que era un artista de verdad, sino un joven que tuvo el privilegio de integrar un grupo que dejó su impronta en la memoria colectiva. Aquel fue mi primer trabajo, aunque algunos no lo vieran así, con las exigencias y el sacrificio que implicaba, pues simultáneamente estudiaba una carrera con evaluaciones diarias y de mucho rigor, para las que tenía que prepararme concienzudamente, robándole horas al sueño”, rememoró Armando para la revista Otro Lunes.
Sin embargo, eventualmente, un grupo de circunstancias lo apartó del programa que lo había elevado a la categoría de celebridad. Según reveló en una entrevista de 2021, ya para el 82, el espacio estaba bastante mermado por diferentes causas. En primer lugar, estuvo la salida de varios presentadores de la época dorada, como Salvador Blanco, Lily Rentería o Alberto Pujol, pero también ocurrió que las nuevas incorporaciones no lograron adaptarse a la dinámica de la mejor forma. Igualmente, habían existido cambios de guionistas y directores, lo cual ayudó a que el show tuviera una merma de calidad y de audiencia.
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Además, relató que, en ese tiempo, él cursaba el cuarto año de la Licenciatura en Relaciones Internacionales, centro en donde era juzgado de “poco serio”, por el hecho de que un futuro diplomático apareciera en la TV.
“Desde que entré al instituto hubo la resistencia más absoluta que se pueda imaginar a mi participación en el programa. Años después, un funcionario me dijo que ‘era inconcebible que un diplomático cubano estuviera en la payasería esa de la televisión’”, contó en un intercambio con el escritor Amir Valle.
“Consideré que no valía ya la pena seguir aquel intenso ritmo de estudio y trabajo (…) Decidí, pues, renunciar a mi condición de presentador del espacio y, cuando se lo comenté a mis compañeras Mara (Roque) y Cary (Ravelo), la primera de ellas optó por hacer lo mismo y la dirección de Para Bailar nos pidió que participáramos en la emisión de la competencia anual de aquel año y nos preparó una bonita despedida”, reveló en 2021.
Tras desaparecer del foco público, León se dedicó a estudiar idiomas y aprovechó para disfrutar de la privacidad que había perdido durante un buen tiempo. “Recuperar mi anonimato fue algo que disfruté mucho, casi como una conquista”, declaró en cierta oportunidad.
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Después de concluir sus estudios universitarios, “lejos de todo aquello que podía concebir cuando empecé a estudiar, factores externos a mi trayectoria y mi expediente como alumno, determinaron que yo no iba a poder ejercer, de tal modo que me permitieron graduarme, pero sin dejarme ser diplomático. Eso conllevó sufrimiento”, confesó.
Tras complicarse el asunto laboral, finalmente fue contratado en el sector del turismo, y desde ahí, por cosas de la vida, luego llegó a la televisión como redactor y comentarista de temas internacionales para la entonces Revista de la Mañana.
En 1989 partió hacia el continente africano en misión internacionalista y regresó totalmente cambiado después de esa etapa. Poco después de volver, renunció a sus puestos en la televisión y la radio. A partir de entonces, y hasta el día de su salida del país, Mandy y su familia sobrevivieron gracias al alquiler de una habitación de su casa a turistas y a la traducción que él hacía de documentos, narró.
Ha publicado en varios sitios como Puente a la Vista y ha ofrecido sus servicios como editor, revisor y corrector de textos en la plataforma online Trebeja.
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Muchas gracias, Sandy Mederos y Cubalite. Ha sido una gran sorpresa. Un abrazo.