La telenovela La cara oculta de la luna fue estrenada hace más de diecisiete años en el canal Cubavisión. En la obra se cuentan historias de personas, con diferentes edades y niveles socioculturales, que contraen VIH-SIDA.
La primera trama giraba en torno a la vida de Amandita, una adolescente de secundaria que se contagiaba con la enfermedad luego de tener relaciones sexuales por la presión de una amiga. El personaje fue interpretado por la actriz Saily Cabezas, a quien, desde ese entonces, no hemos vuelto a ver.
Ella salió de Cuba hace década y media, en plena transmisión de la obra antes mencionada. Dice que le dio mucha pena irse en ese momento, pues comenzaba a recibir muestras de cariño del público, quien aún la recuerda. Vive en Tenerife, España. Antes estuvo un tiempo en Grecia.
“Aquí en España me he encontrado con cubanos por la calle ¡y me da una alegría tan grande que me reconozcan!”, dijo en una entrevista con la también actriz Carolina Cue.
Saily Cabezas Albelo nació en San Antonio de los Baños, municipio que actualmente pertenece a la provincia de Artemisa. Allí llegaron sus comienzos en el mundo del arte. “Desde la primera clase que fui, supe que quería ser actriz”. Participó en festivales infantiles a diferentes niveles, de esos que le metieron “el gusanillo de la actuación en el cuerpo y ya no te imaginas otra cosa en la vida”.
Desde muy niña había estado vinculada al teatro y la radio. Obtuvo una formación en instituciones de enseñanza artística del país como la Escuela Nacional de Arte (ENA) y el Instituto Superior de Arte (ISA, donde permaneció desde 2002 hasta 2007). “Los años de estudio son los mejores. Compartir con personas maravillosas con las que coincidí en varias manifestaciones me nutrió. Fueron nueve años en total muy satisfactorios a nivel profesional, personal, emocional”.
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Mientras aún era una joven estudiante, en su tercer año de la ENA comenzó a hacer televisión y cortos de cine. De esa etapa recuerda los buenos profesores que tuvo y los excelentes actores con los que se codeó. Mientras estuvo en el ISA, el grandísimo actor Fernando Hechavarría fue su profesor y compañero de trabajo, pues coincidieron en algunas obras.
Antes de “Amandita” tuvo otros papeles. Su primera telenovela fue Violetas de agua (2001). De esta, ha dicho: “recuerdo llegar los primeros días de rodaje y estar maravillada al ver el elenco con Albertico Pujol, Jacqueline Arenal, … todos estrellas”. Luego estuvo en Enigma de un verano (2001), donde “era la cieguita y fue un personaje muy dulce que me dio muchas alegrías; muchos me preguntaban si de verdad era invidente. Me enamoré de la historia desde que leí la escena para el casting y fui a hacerlo muy a gusto”.
En ese entonces tenía 17 años y ese rol le demandó un estudio riguroso. Se pasaba horas observando el actuar de personas con esta discapacidad, intercambiando con profesores y médicos de centros de atención. “Saber cómo vivían ellos me marcó”.
De La cara oculta de la luna refiere que se hizo un trabajo con mucha verdad. “El director nos daba libertad a los actores para que les diéramos forma a los personajes, y como estaba basada en historias reales, era una carga muy bonita. Nosotros nos quedábamos vacíos en cada escena”. Cuenta que no participó en audición alguna para ese personaje. “El director pensó en mí. Eso fue bonito y duro. Nos entrevistábamos con enfermos. No pude conocer a la chica que representaba, pues lamentablemente falleció. La novela marcó tanto porque el tema es fuerte. Me entregué muchísimo y a veces lloraba al pensar en alguna escena. Hubo momentos en los que me sentí débil, enferma, como si padeciera los síntomas con los que actuaba”.
“Hay personajes que te marcan más que otros, y a mí siempre me ha tocado dar vida a algunos más jóvenes que yo. Pasé de ser la cieguita a Amandita y saber que un personaje que te marcó a ti, que te hizo crecer como persona, como actriz, luego resulta que ha causado el mismo efecto en el público, y que eso te lo devuelvan con tanto cariño, es impagable. Recibí muestras de gratitud. Algunos me decían que sufrían con el personaje, incluso miembros del staff”.
La obra tuvo la particularidad de que se iba grabando, editando y emitiendo a la vez. “Eso era bueno porque recibíamos feedback en la calle, al momento”.
Saily confiesa que tiene una hermana con la que guarda cierto parecido y a quien confundieron con “Amandita” en varias ocasiones.
Aunque han pasado muchos años desde que estuvo en rodajes en suelo cubano, recuerda con mucha claridad los equipos con los que compartió. Agradece a directores y técnicos, pues de todos aprendió mucho.
En los últimos tiempos, desde el punto de vista profesional, ha tenido un reto enorme. Ha trabajado en la compañía del actor y director cubano Joel Angelino, en la puesta en escena de musicales infantiles, de gran demanda por el público de las Islas Canarias. Ha representado clásicos como Caperucita Roja, Hansel y Gretel y espectáculos para navidad.
Antes de esa oportunidad, nunca había trabajado para niños y, según comentó, ese era un sueño que su madre tenía, pues le decía que se le daba bien el acercamiento a los más pequeños. “Es uno de los trabajos más gratos, el feedback es emocionante, esas miradas deslumbrantes”.
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En 2015 volvió a Cuba. “Se dio la oportunidad de traer Caperucita, una obra que tantos momentos dulces nos ha dado allá en Canarias. Tenía muchas ganas de volver a actuar aquí”. Vive con el anhelo de volver a hacer grandes proyectos en su tierra natal.
Además de ello, también está enfrascada en su mayor proyecto/desafío: ser madre de un niño.
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