Maggie Carlés, la estelar voz cubana que cantó con Plácido Domingo

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Maggie Carlés. Foto tomada de El Lugareño.

Sobre el escenario, a medias, sólo se alcanza a ver una mujer. La luz, mínima, hace que todo tenga un aire solemne, como de misa. Menos que eso sería un sacrilegio para el Ave María de Schubert, cuyos acordes y versos salen disparados desde las tablas, directos al pecho de las cinco mil almas que ese día colman el teatro. Han sido doce funciones desgastantes, pero cada vez que llega el momento de cantarle a la Virgen, ella siente que las energías se le renuevan. Luego, los aplausos premian durante varios minutos su esfuerzo y, de paso, le espolean a cerrar la noche con una interpretación más. Se vive el final de 1987 y Juliana Magalis Carles Pacheco acaba de consagrarse definitivamente como una de las mejores voces cubanas de todos los tiempos.

De niña, la música era pasión, pero nunca le obsesionó. Antes de descubrir su don para el arte, se valió de sus condiciones físicas para ganar varias medallas doradas como jabalinista, discóbola, balista y hasta nadadora, todas ellas durante su etapa estudiantil en la escuela José Luis Arruñada, localizada en la barriada de Nuevo Vedado. Después de algunas experiencias corales, fue con el cuarteto Los Orates que comenzó a despuntar realmente como vocalista.

A referirse a esa época en una entrevista, confesó:

…como era muy corpulenta, al abrir mi boca para cantar todos olvidaban mi gordura. De ese modo transcurrió mi juventud, y por suerte nunca tuve complejos, ni fui víctima de bullying, o como se le dijera por entonces.

Nacida el 17 de agosto de 1950 en Maternidad Obrera, la “dieta” musical de la muchacha estuvo compuesta fundamentalmente por los tangos, rancheras y boleros que escuchaba el padre en la radio de su casa, sita en Santa Ana 339, Cerro. Allí fue alimentándose de los mejores de la época. La argentina Estela Raval y Los Cinco Latinos se convirtieron en sus más grandes ídolos.

Lo de llamarse Maggie Carlés estuvo asociado, en parte, a una clara intención por buscar un nombre artístico más sólido; lo otro fue cosa de un error ortográfico. El tema es que su primer apellido no llevaba acento, pero luego de puesta y repetida tantas veces esa tilde, terminó por convertirse para siempre en un sello de identidad.

Cuando debutó en 1967, un obtuso del ICRT quiso cambiarle el nombre porque entendió que era “extranjero”, pero ella decidió no ceder y así mismo salió a escena en Música y Estrellas, programa estelar de la época en donde interpretó Un final inesperado, de Armandito de Sequeira.

Armandito, el autor de aquella canción, le era de sobra conocido, pues fue precisamente trabajando con él y su conjunto, Los Cinco de Sequeira, cuando grabó sus primeros temas en Radio Progreso. Tras el éxito radial de Mañana, El chico de ojos verdes o Te vas a casar, su popularidad creció, y eso eventualmente le abrió las puertas de la televisión a la edad de 16 años.

Cuando era sólo una joven promesa, nunca se imaginó que terminaría compartiendo estudio con Plácido Domingo. En 1997, y gracias a la mediación de su amigo, el productor Bebu Silvetti, la Carlés acompañó al tenor español en un par de canciones de su disco De Mi Alma Latina 2.

En ese contexto, el propio Silvetti, quien compuso y/o produjo álbumes y temas de Selena, Luis Miguel, Paul Anka, Roberto Carlos, Rocío Jurado, Raphael, José Luis Perales y Myriam Hernández, llegó a declarar:

Maggie está en este momento entre las tres mejores voces femeninas del mundo.

Para la pista #7 de aquel álbum, Carlés y Domingo hicieron Perdón y Obsesión, dos composiciones del boricua Pedro Flores. Mucho había llovido desde sus clases con doña Mariana de Gonitch.

Maggie llegó para tomar lecciones con la estelar maestra de canto y allí duró mucho menos de lo que cabría esperar.

“Con Mariana solo cursé seis meses, pues ella mandó a buscar a mis padres y les dijo que yo no necesitaba clases de canto, que era algo raro de la naturaleza, que ya impostaba la voz con técnica y sabía trabajar con mi diafragma.

Por tanto, ella no quería seguir cogiendo el dinero de las clases, pues en verdad yo no lo necesitaba. Mariana quiso llevarme a la línea lírica y me enseñó mucho de ese género, pero yo siempre quise lo popular, lo cual ella muchas veces rechazaba, pero era tolerante”.

Su formación en el bel canto, más sus espectaculares condiciones vocales, le han permitido a Maggie dominar diferentes géneros como la zarzuela o el teatro musical, aunque esa sólo es una fracción de su currículum. Más allá de conquistar la escena en espacios como el Town Hall de Broadway, el también neoyorquino Carnegie Hall o el teatro Jackie Gleason de Miami, la chica bautizada en su momento como “la gordita que canta”, tiene una versatilidad superlativa que le hace capaz de moverse entre ritmos tan variados como el jazz, el blues, el son, la salsa, el tango y hasta el vals.

De su calidad hay testigos en más lugares de los que podríamos contar, aunque entre todos destacan los festivales de Sopot, Bulgaria, y el Mesam, en Belgrado, actual Serbia, en donde ganó sendos premios de interpretación en 1988 y 1989. Sin embargo, galardones aparte, su etapa en la capital francesa, durante la cual cumplió un contrato en el piano-bar/cabaret Aux Trois Maillets, fue una de las más importantes de sus recorridos internacionales.

Además de sus logros como solista, Carlés ha tenido chance de estar en el mismo espacio con otros grandes de la música, como sus compatriotas Celia Cruz, Arturo Sandoval y Paquito D’Rivera, así como Gloria Gaynor, Armando Manzanero y Álvaro Torres, entre otros.

Sin embargo, ninguno de sus éxitos supera el que logró cuando la vida la juntó con Luis Nodal. Era enero de 1973 y ella debutaba como figura principal del célebre Parisien del Hotel Nacional. Él, integrante del grupo musical del cabaret, la vio en un ensayo y no pudo disimular su admiración. Pronto se atrevió a invitarla a salir, aunque quedaría claro que la conquista no sería fácil, tal y como contó Maggie en una ocasión:

“Yo estaba muy temerosa porque había terminado una relación amorosa y no quería precipitarme con nuevos amores. Recuerdo que en nuestra primera salida al cine, Luis enseguida trató de pasarme el brazo por encima y yo le dije ‘por favor, no me toques que yo no soy piano ni violín’”.

Pese a lo anterior, la conexión fue intensa, y sólo dos meses más tarde, el 15 de marzo, sellaron un matrimonio que dura hasta la actualidad. Años después sus caminos se cruzaron también profesionalmente, pues en el ’77 formaron un dúo que por una década entera se consagró como uno de los más aclamados por el público en la Mayor de las Antillas. Luego, Luis decidió dejar la escena para pasar al plano de productor y manager de Maggie.

Como resultado de aquel proyecto, sucedió la versión original de Maggie en Vivo, show en el que la diva se lanzó como solista y conquistó a los miles que asistieron al teatro Karl Marx con aquella memorable Ave María y también gracias a otros temas del repertorio local y foráneo, tales como Simplemente la candela, de Celia Cruz, y la Salida de Cecilia Valdés, segmento de la zarzuela creada por Gonzalo Roig.

A principios de los 90, la pareja decidió irse de Cuba junto a sus hijos, Iván y Diana, frutos de sus respectivos matrimonios, y Allen, quien había nacido en 1980. Finalmente, cuatro de ellos lograrían mudarse a Estados Unidos en 1993, mientras que Iván demoraría un par de décadas en juntarse con el resto de la familia.

La llegada de Maggie a tierra norteamericana estuvo marcada por la buena suerte que acompaña a las grandes estrellas. En el mismo año de su “aterrizaje”, lanzó Amor siempre tú (Barca Discos), en el que se incluyó una versión en español de I Will Always Love You que había interpretado Whitney Houston en el filme The Bodyguard. Ese tema colocó a la Carlés en segundo puesto de las Hot Latin Songs de Billboard, posición en la que duró cinco semanas.

Su carrera discográfica, que aquí en Cuba ya había contado con varios EP y el doble LP En Vivo (Areíto, 1987), grabado en el Karl Marx, creció enormemente desde su partida. Allá sumó a su trayectoria los álbumes Sentimientos de Amor (Rodven, 1993) y Canto, Amo, Sueño (Forever Music, 1998), producido por Bebu Silvetti y considerado por ella misma como el mejor y más completo de todos.

Paralelamente a los estudios y el escenario, sus interpretaciones han sido usadas en televisión, como es el caso de Yo soy una mujer, tema compuesto por Maggie que sirvió como tema principal de la telenovela peruana Isabella (1999) y Angelina, la cual fue usada como parte de la banda sonora de Luz María (1998-1999).

Desde hace unos años, Maggie y su esposo Luis se han establecido con los suyos en Atlanta, Georgia, sitio hacia donde se han retirado a descansar luego de cinco décadas regalándole su arte a infinidad de personas. Sobre este momento, habló en 2018.

Creo que en la vida llega un momento para decir basta y hacerlo a tiempo, con salud, para poder disfrutar lo logrado y dedicar un tiempo a mí misma, a mis hijos y a mi familia. (…) Por eso, decidimos los dos descansar un largo tiempo o retirarnos, no esperar a que ya el reloj biológico nos diga que no debemos caminar mucho, cuidarnos de no hacer locuras, pasar tensiones, etc. Es mejor ahora con salud y algo de juventud, aunque sea poca. Además, mis nietos son ángeles bellos y los disfruto mucho. En verdad, no extraño ni los aplausos. Creo que he recibido los que necesitaba y dejo los demás para los que vienen, para la juventud.

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Un comentario

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  1. Hola, saludos cordiales desde Cuba. Gracias por dedicar este artículo a la gran Maggie Carlés. Su CD Canto amo y sueño, es una joya de la discografia musical en español. Aunque por lo que he escuchado, La Carlés, grabó, hace solo unos años un CD titulado Enciéndeme que parece no fue del agrado de muchos y no le propició el éxito esperado. No obstante, es y seguirá siendo una artista de máxima categoría. Una voz prodigiosa. Estoy en función de adquirir sus CDs Cantó amo u sueño, Paloma Pantera, Sentimientos de amor y Cubanerías. Abrazos y saludos desde Cuba. Michael.

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