Dedicarse al pop nunca ha sido la opción más fácil para un músico cubano. Monopolizado, casi en su totalidad, nuestro panorama sonoro por la timba y el reggaetón, salirse de ese patrón es una apuesta arriesgada que han tomado algunos, con más o menos éxito a lo largo de los últimos años.
Una de las principales defensoras y cultivadoras de este género en el pasado reciente ha sido Dayani Lozano, dueña de una voz y un timbre cristalinos, además de un estilo y proyección escénica que captaron la atención del público, quizás contra todo pronóstico.
Nacida el 31 de octubre de 1973 en La Habana, su infancia estuvo marcada por la intermitencia característica de las mudanzas y la música de grandes intérpretes anglosajonas y cubanas que sonaba siempre en el hogar, según relató en una entrevista.
Interesada por el arte desde siempre, aprendió a admirar el ‘duende’ de divas como Whitney Houston, Maggie Carlés, Mariah Carey, Annia Linares, Raffaela Carrá, Farah María, Cindy Lauper, Madonna o Mirta Medina, de quienes fue aprendiendo y asimilando lecciones que le llevaron a crear su propia forma de transmitir, una que eventualmente la colocaría en planos mediáticos.
Cerrada su etapa de adolescente, Dayani tenía claro que quería dedicarse a la música, aunque no tuviera idea de cómo comenzar esta carrera. Siendo aún estudiante de Lengua Inglesa, se unió al grupo Undercover y en esa etapa también formó parte de bandas como Éxodo y Arkanar, esta última renombrada luego como Luz Verde.
El jazz y el blues la arroparon hasta que, alrededor de los años 2000, alguien la descubrió y encontró en ella la persona indicada para lanzar seriamente al pop cubano. Por ahí llegó su álbum debut El alma no basta, en donde se incluyó Con tu luz, un tema que la llevó a la fama y que con el tiempo tendría un sentido completamente diferente para su carrera.
La presentación en el teatro Karl Marx de aquel disco fue todo un suceso que contó con la participación de “monstruos” como Edesio Alejandro, el percusionista Rodney Barreto, el pianista Rolando Luna, Gastón Joya en el bajo, el Ensemble de Cuerdas del Amadeo Roldán y el grupo Voces Negras como apoyo vocal, el Ballet de la Televisión Cubana y la compañía Gigantería.
Por su parte, el videoclip de Con tu luz, dirigido por Yamir Mayor Guzmán, resultó ganador de tres Premios Lucas, lo cual también significó un empuje enorme para la carrera de la cantante. Sin embargo, a pesar de los aciertos de El alma…, la Lozano sintió que podía haber llegado más lejos.
“Fue un suceso artístico, un intento genial de la EGREM. El álbum contenía baladas bien hechas, con buenos arreglos. Lastimosamente no tuvo toda la aceptación que queríamos. Era el tiempo del boom de la salsa y el público cubano deseaba consumirla única y exclusivamente”, contó en un intercambio con Juventud Rebelde.
Poco a poco se fue convirtiendo en una figura notable de la música pop en Cuba, se ganó a parte del público y conquistó a la crítica, en un tiempo en que competir contra géneros bailables y sus influencias era prácticamente imposible.
Entre 2002 y 2003 le llegaron dos nuevas oportunidades importantes, primero cuando interpretó junto al propio Edesio la canción de presentación de la popular novela Salir de noche, y luego, cuando participó como corista en el disco Siete, de Carlos Varela, fonograma que contiene composiciones como Colgando del cielo, 25 mil mentiras sobre la verdad, Échate a correr o Callejón sin luz.
Más adelante, en 2008, salió su segunda grabación, Acrílico, de donde se desprendió un videoclip homónimo, a cargo de Yusnel Suárez. En este nuevo proyecto, Dayani usó composiciones propias, así como de Iranay Sánchez, Jessie Suárez y Gisela Ruiz. Además, contó con la experiencia de Juan Antonio Leyva en la producción musical y tuvo como invitado a Leoni Torres en el single Quisiera.
“Interpretar la música pop es como nadar en mis propias aguas. Es el modo en el que concibo mis arreglos, mi vestuario, en el que veo las luces de mis conciertos. Vale destacar que el pop que hago en mis discos más recientes tiene un carácter más maduro, reflexivo, hasta un poco más sofisticado que el que hacía en los inicios de mi carrera. El pop sigue siendo mi manera de pensar”, confesó durante una entrevista ofrecida en 2012.
Luego de desarrollarse en la Isla durante algunos años, se estableció en México D.F., sitio desde el que continuó cultivando su amor por la música y lanzó Havana Woman, con el apoyo y la promoción de The Orchard Music.
Según declaró en una entrevista con Carlos Otero en 2015, tuvo un año que podríamos calificar de sabático, pues se dedicó exclusivamente a su hijo. En ese lapso llegó a pensar en separarse totalmente de la música, pero regresó a ella de una forma distinta, animada por su vínculo con la religión y con ansias de dedicarse a crear, pero enfocada en ese sentido.
Como devotos de Cristo y amantes de la música, actualmente Dayani y su esposo, Ciro Benemelis, conducen desde 2019 la empresa Bornagainers Music, la cual describen en su sitio web como “una compañía editorial especializada en Música y en proteger tu creación en el mundo entero. Para ello hemos firmado convenios con las más grandes empresas de colección de regalías del mundo, como Harry Fox, Music Reports, Sony Music, Song Trust y muchas empresas de derecho de autor a través de todo el Globo terráqueo”.
Mediante esa entidad, la pareja presta sus servicios a músicos y compositores, a quienes ayudan no solo con información sobre derechos de autor, sino también con datos sobre la publicación de sus creaciones y otros elementos importantes que afectan a su obra.
Si bien ya no cultiva el arte de la misma forma en que lo hizo desde sus inicios, Dayani no abandona su pasión por el género que la llevó a la fama y que tantas alegrías le dio.
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