¿Qué ha sido de Mirtha Medina, la diva que fue pareja de Juan Formell?

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Mirtha Medina. Foto tomada de El Nuevo Herald.

Mirtha Medina es una persona feliz. A sus 70 años de edad, esta mujer, nacida el 28 de enero de 1951, no tiene mucho más que pedirle a la vida. Más allá de sus éxitos artísticos, son sus hijos, la cantante Vanessa y el productor Guianko, —fruto de sus relaciones con los músicos Juan Formell y Raúl Gómez, respectivamente—, además de sus nietos, los premios más grandes que ha podido recibir.

Cualquiera diría que el tiempo y las exigencias del mundo del espectáculo parecen haberse puesto de acuerdo para llevarla bien hacia la madurez, aunque lo cierto es que ella misma ha confesado que ni bebe ni fuma, con tal de cuidarse la voz y garantizar su permanencia en los escenarios por un tiempo más. En cambio, sus métodos de relajación consisten en hacer crucigramas y bordar, según dijo en cierta ocasión.

“Solo podría retirarme cuando sospeche que he comenzado a perder mis facultades. Mientras luzca bonita, conserve mi voz y tenga salud seguiré cantando… Aquí hay Mirtha Medina para rato”, expresó en enero de 2020 durante una entrevista para la cadena América TeVé.

De su debut televisivo la mayoría recuerda aquellas minifaldas —luego empezó a usarlas hechas de cuero— que, según dijo en un intercambio con Omar Moynelo, los “curiosos” camarógrafos, por llamarles eufemísticamente, estaban empecinados en filmar desde abajo.

Aunque en algunos sitios se ha hablado de un comienzo profesional a los siete años, ella se ha encargado de asegurar que eso nunca sucedió, pero la buena de Mirtha siempre fue una niña muy artísticamente activa, y ya desde los 12 era el alma de las fiestas familiares, en donde cantaba y bailaba para animar a la gente en casa.

Un año más tarde, en 1964, tuvo una brevísima aparición cinematográfica, al ser seleccionada en un casting para aparecer en la cinta En días como estos (Jorge Fraga, 1964), pero su oportunidad más importante no vino a partir de ahí, sino gracias a su temprana formación en el music hall.

Lo básico, y tal vez un poco más, sobre interpretación y danza, lo aprendió con sus mentores iniciales: Miguel Ponce y Luis Trápaga. Sin embargo, la persona que la descubrió y notó en ella las maneras de una estrella fue el mexicano Alfonso Arau, creador del Teatro Musical de La Habana. En los 60, este la llevó a desarrollarse sobre las tablas del otrora teatro Alkázar, con sede en Consulado y Virtudes.

Aupada por Arau, conoció y apre(h)endió herramientas fundamentales para desenvolverse y dominar la escena, elementos que complementó luego con las clases de música y canto en la academia “Mariana de Gonitch”, en donde recibió de esta profesora las claves del estilo lírico.

Fue como bailarina, junto a su colega Roberto Morales, cuando salió por primera vez a representar su arte fuera de Cuba. Aquella gira del ‘65, que incluyó el legendario Olympia de París, así como plazas de España, Polonia, Rumanía, la Alemania Democrática o la Unión Soviética, fue la primera que la llevó a recorrer los antiguos países socialistas de Europa del Este, en donde repitió tres años después como parte del conjunto Los Bucaneros, agrupación en la que conoció a Raúl Gómez, su segundo esposo. Mirtha se había casado en 1965 con el también vocalista Héctor Téllez, junto a quien estuvo solamente un año.

“La vida de un famoso es muy compleja y él viajaba mucho con el cuarteto de Meme Solís. Era muy mujeriego, esa fue la causa real que hizo que nos separáramos, porque yo no soporté aquello, era horrible”, confesó ante las cámaras del show de Moynelo en marzo de 2020.

Su vínculo con Raúl significó para la Medina una experiencia profesional y sentimental inédita hasta el momento. Juntos, incursionaron en géneros poco promovidos en el país, como el rocanrol, el pop o el beat británico. Además, se convirtieron en protagonistas del popular programa Buenas tardes, lo cual sirvió para colocarla periódicamente en el mundillo mediático y allanar el terreno para su carrera en solitario.

A mediados de los 70, la diva grabó un álbum de larga duración, que incluyó sencillos como Los recuerdos vividos, No sé, no sé, Oh, María o La flor de mi jardín. Paralelamente, continuó su trabajo en los espectáculos musicales y de variedades, al punto de ser elegida en 1981 para protagonizar Mi bella dama (My fair lady), clásico de Broadway adaptado entonces por el maestro Nelson Dorr.

Dos años en el Conjunto Nacional de Espectáculos que dirigía Virulo, la asociación con Amaury Pérez, de la cual surgieron exitazos como Caricias, Quédate como nunca, Yo necesito más y el dueto Porque no me vas a querer, además de tres años consecutivos (1981-1983) obteniendo el Premio Girasol de la revista Opina, fueron las evidencias últimas de su confirmación como una de las figuras más importantes de la escena en la mayor de las Antillas.

Después de aquello vino Mirtha a todo Mirtha, espectáculo producido por Eugenio Pedraza Ginori, su rol de Irene en Hello Dolly, la gira con Gonzalito Rubalcaba por Londres y la posterior actuación en el Teatro Sondheim (antes llamado Teatro de la Reina), la cual le permitió ser una de las poquísimas cubanas en haberse presentado en ese celebérrimo sitio. Todo lo anterior la mantuvo en la cresta de la ola a pesar de los cambios en su vida, que incluyen la separación de Formell y, posteriormente, el inicio de una nueva relación amorosa.

En 1991 viajó a México, en donde compartió con Verónica Castro como anfitriona del espacio La Movida en la cadena Televisa. Estableció una conexión especial con esa nación y dos años más tarde decidió quedarse a vivir allí junto a sus dos hijos.

Eventualmente, todos se trasladaron hacia Estados Unidos, país en donde siguió haciendo gala de su talento. A la altura de 1996 se presentó en el Miami Dade County Auditorium con las también estelarísimas Annia Linares y Maggie Carlés, en un espectáculo certeramente nombrado como Haciendo historia.

Desde la segunda mitad de los 90 hasta la fecha ha continuado su carrera en el teatro y la música en obras como Las Leandras, El almacén de sueños, Una noche en La Habana, Diosas de papel, La bella Otero, El club de las divorciadas y Eva, la historia de una actriz.

Entre sus principales reconocimientos se cuentan, entre otros, los del Festival Internacional de la Canción de Moscú ’80, el del jurado en el concurso Adolfo Guzmán ’81, así como el Premio Nacional del Orgullo Latino en 2008, motivado por la celebración de sus cuatro décadas y media de vida artística. En 2015, recibió de manos del alcalde, Tomás Regalado, las Llaves de la Ciudad de Miami, y este mismo político declaró el 24 de agosto como el Día de Mirtha Medina. Actualmente ella reside en esa ciudad floridana.

Mencionar la lista de grandes con los que ha trabajado sería un ejercicio demasiado largo, pero entre ellos se hallan Omara Portuondo, Arturo Sandoval, Elena Burke, Rosita Fornés, Armando Manzanero, Barbarito Diez, Héctor Quintero, Santiago Alfonso, Carlos Ruiz de la Tejera y Paquito D’Rivera.

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