
¡Qué vueltas da la vida, eh! Si alguien nos hubiera dicho hace unos años que Henry Quintero volvería a pisar un terreno cubano, con la camisa de los Leñadores de Las Tunas y no la de sus Toros de Camagüey, seguro habríamos levantado una ceja. Pero así es el béisbol y así son las historias que nos regala: llenas de giros, nostalgia y, por qué no decirlo, segundas oportunidades.
Para quienes no lo recuerdan, Quintero debutó jovencito en la Serie Nacional 2013-2014 con Camagüey. Era de esos peloteros que uno miraba y decía: “este muchacho tiene madera”. En dos campañas con los Toros acumuló 166 veces al bate, 16 anotadas, 37 imparables, cinco tubeyes, tres triples, dos jonrones, 19 impulsadas… y hasta cinco bases robadas. Su promedio de .223 no fue el más vistoso, pero cualquiera que haya visto aquellos juegos sabe que Henry ponía el corazón en cada jugada, en cada swing.
Luego vino el gran salto. En 2015, como tantos otros, puso rumbo a República Dominicana buscando ese sueño que a veces parece tan lejano para los nuestros. En noviembre del año siguiente firmó con los Bravos de Atlanta, aunque el destino, como suele pasar, tenía otros planes. Tres años en Ligas Menores, 88 partidos, 91 hits, 17 dobles, seis triples, dos jonrones, 41 empujadas y un average de .270. No estuvo mal, pero tampoco alcanzó el gran escenario. El 1 de julio de 2019, Atlanta le dijo adiós y Henry se quedó con las ganas de más.
En Cubalite lo entrevistamos. “Mi mayor deseo es retornar al béisbol de mi provincia, al béisbol cubano”, nos confesó en marzo de 2024. Pero el papeleo, la residencia en Estados Unidos y los trámites migratorios le pusieron el regreso cuesta arriba. Él quería volver con Camagüey, pero no todo depende del corazón. “Estoy esperando que me llegue el pasaporte cubano para ir a la isla y entonces que la última palabra la tenga el director Marino [se refería a Marino Luis, por entonces manager]. Él sabrá si me puede subir o no, si puedo estar entre sus 40 peloteros”, nos contó entonces.
Pero, como en las buenas novelas, el retorno no fue con los Toros. Fue con Las Tunas, un equipo que le abrió las puertas de par en par. “Para mí representa todo porque hace rato tenía deseos de venir a jugar a Cuba. Ya que Camagüey no me dio la oportunidad, salí a jugar la pelota aquí y todo salió bien gracias a Dios”, le dijo hace unos meses a Orlando Cruz, periodista tunero. Y lo dejó claro: “Escogí a Las Tunas porque hablé con el profe y de una vez me recibieron con las puertas abiertas y aquí me retiro. Ya yo soy tunero”.
Parece que con la provincia agramontina no hubo entendimiento, pero Henry no se quedó en el lamento. “La motivación está al máximo. Tenemos buenos compañeros y buena dirección. El equipo me abrió las puertas y aquí yo me retiro. La mentalidad es ser campeón con Las Tunas y mantener el legado”.
Y vaya si ha respondido. Quintero, con 31 años y alternando entre la segunda y la tercera base, suma 70 hits en 215 turnos (.326 de average), con 11 dobles, igual número de jonrones, un OBP de .378 y slugging de .530. Es el segundo mejor empujador de su equipo (53 remolques), solo detrás de Yosvani Alarcón, y el sexto en toda la Serie.
Diez años después, el oriundo de Vertientes no solo volvió: volvió mejor. Y aunque el uniforme haya cambiado, las ganas y el talento siguen intactos. Así son las vueltas del béisbol cubano… y de la vida.
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