“Tengo 37 años, nací en La Habana, soy madre…”, así comienza Yasbell Rodríguez esta entrevista en la que se presenta, para todo aquel que no la conozca, lo haga, y para que sus seguidores la recuerden.
“Vivo orgullosa de haber nacido en esta isla. Estuve cinco años fuera de ella y créeme que se extraña mucho. Una se enorgullece cuando la reciben de la mejor manera en otros lugares, pese a que pueda existir regionalismo y falsa modestia en algunos que te abren los brazos”, cuenta mientras sonríe, y con voz firme, añade: “al final, los cubanos logramos ganarnos el respeto y la consideración, que para mí son las bases de la vida”.
Hace alrededor de dieciocho años, Súper 12, programa que se transmitía los domingos al mediodía, convirtió a Yasbell en presentadora y la hizo enamorarse de esa profesión. Desde entonces, y aunque la ha compartido con otros roles, jamás la ha abandonado.
Ahí llegó su debut y luego su retorno. “Fue una escuela, el comienzo de mi película, y Sonando en Cuba fue la vuelta, el reintentarlo, recomenzar”, afirma.
Yasbell es artista, y aunque no le preguntamos a qué otra faena le hubiera gustado dedicarse, dice que no lo tiene claro, pero que, de asumir otra, lo haría con arte. “Decía mi abuela que hay que tener arte hasta para tender la ropa, imagínate para pararte en un escenario y tener la actitud; imagínate para asumir la vida cada día con optimismo, con mil problemas y mil piedras, pero pienso que mi sonrisa es algo que siempre me debe acompañar y mi buena voluntad para ayudar a todos los que pueda, a los que estén al alcance de mi mano”.
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Su pasión despertó bien joven. “Mi crecimiento artístico llegó desde niña. Mi mamá y mi abuela consideraron que debía canalizar mi energía en actividades extraescolares, o quizás ellas querían ver en mí los logros que no pudieron alcanzar y, como parece que despunté con algún dote, comencé, entonces, en la compañía de Tony Menéndez. También asistí a clases de baile español, hasta que llegué a La Colmenita con ocho años.
“Creo que cuando empecé a tener conciencia de mi vida en el mundo del arte fue frente a un público hermoso, a los diez años, en el Teatro Nacional de Cuba. Era una puesta en escena, donde interpretaba a la Cucarachita Martina, una zarzuela en la que yo cantaba y bailaba. Ahora canto la mitad de lo que lograba cuando niña”, se ríe.
“Logré estudiar y graduarme en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y después seguir como profesional en la televisión y en el mundo de la presentación y la animación, que me abrió sus puertas. Teatro fue lo que estudié, pero no lo desarrollé mucho. Me gradué con el grupo Teatro de la Luna, de Raúl Martín”.
De las tablas a la televisión y luego a los escenarios, pasando por la radio. “Me encantó trabajar en Mezcla, de Radio Metropolitana, un programa en vivo que me nutrió mucho”.
Entretanto, su bebé interrumpe, dice algunas palabras, Yasbell se disculpa y retoma la entrevista. “Lo que me apasiona es lo que se me pueda presentar como reto, como oportunidad. Para mí es un privilegio la consideración que me tienen diferentes directores y amigos actores.
“La animación también me fascina, estar en festivales, en galas, el contacto directo con el público, lo mismo en un barcito pequeñito, con una mesa para cuatro personas, que pararme en un escenario inmenso, como cuando tuve la última oportunidad, en 2019, en el festival de Isaac Delgado en Varadero, y cada noche había de cinco mil a 15 mil personas y era impresionante. Creo que lo que me hace vibrar y ser feliz es estar en un escenario con un micrófono y sentir que la gente lo disfruta”.
Si de amigos, actores y directores se trata, Yasbell solo emplea palabras de agradecimiento. “Un ejemplo es el vínculo que tuve con Jorge Martínez en Sonando en Cuba y con Guille Rivero de la Rosa, con el que compartí Mezcla durante muchos días de mi vida”.
Anécdotas tiene varias, pero si le piden contar algo simpático, recurre a su estancia en Perú. “Cuando comencé en la televisión, tuve el privilegio de hacer un programa en la calle: me mandaban con un camarógrafo y me llamaba el director o la asistente y me decían dónde debía ir a entrevistar, sin guion, ni sonidista, ni luces; solo me decían que hiciera preguntas, que lo demás estaba coordinado, que todo lo hacía el camarógrafo. Fue complicado hacer reportajes en una tierra extraña, en un país que yo no conocía, y mientras más me preocupaba en estudiar y prepararme, a ellos lo que más les gustaba era mi ignorancia frente a esto, y así funcionó.
“Es parte de mí ser optimista, positiva. El mayor desafío que he tenido que enfrentar ha sido salir de Cuba, volver y seguir queriendo ejercer mi profesión; también elevar mi nivel, aprender cada día, avanzar, superarme”. Lo de ser mamá y continuar actuando también entra en esta categoría.
“Yo salí de Cuba por un contrato, quise más y logré escalar en Perú hasta la misma posición que, como artista, había dejado aquí en Cuba, pero volví a mi tierra después de casi cinco años en los que nadie se acordaba de mí. Comencé de nuevo en Tropicana, luego en Sonando en Cuba y volví a festivales, galas…”.
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Nunca olvidará que acá la recordaran y la tuvieran en cuenta. “Salir de la popularidad de Sonando en Cuba en la tercera temporada, con un embarazo, y seguir con mi barriguita trabajando con mis tacones, bajarme de ellos, pasar a las chancletas y de nuevo volver a subirme, creo que ha estado entre lo más grande que he superado. Pensé que no iba a volver a tener nuevas oportunidades, pues nuestra carrera es efímera. Como actriz no he tenido mucha suerte, como presentadora sí, pero eso lleva trabajo, entrega para mantener mi imagen, estar al tanto de muchas cosas, aprenderme un guion desde arriba hasta abajo en un minuto, pero también exponer mis ideas con claridad y con toda la seriedad y el respeto”.
Por otra parte, “lograr de nuevo tocar puertas, y que se me abran, ha sido quizás mi mayo bendición”. Así llegamos a Tú.
“La novela de Lester (Hamlet) fue un regalo grandioso de ese gran amigo que conozco hace años, y del cual disfruto de su amor y consideración. Él sabía de mi pequeña frustración, llamémosle así, con mis apariciones como actriz en televisión.
“Norma Monroe es el personaje que tuve la suerte de defender, un coprotagónico hermoso. Solo deseo que a la gente le guste, le llegue, se identifiquen y, a la vez, lo reciban como parte de mi carrera artística y de mi deseo de volver de nuevo a las cámaras, no solo como presentadora, sino también como lo que estudié, lo que tengo guardado y lo mucho que tengo para dar de aquí en adelante, según los caminos que se me den en la actuación.
“Aprendí mucho gracias a Lester, quien es un gran director. Tuve el privilegio también de compartir con actores estelares de mi generación y con otros que conocí. Esta experiencia es nueva para mí, y el deseo de hacer y la paciencia que hay que tener es enorme, pero estoy muy agradecida y emocionada al ver adelantos de lo que va a recibir el público”
Yasbell, fuerte, empoderada, también ha sentido miedo. “Todo ocurre a medias: me da satisfacción y emoción, pero entra la duda de si lo pude haber hecho mejor o de otro modo; sin embargo, lo disfruté y mi felicidad es inmensa por la oportunidad y el momento”.
Estas mismas dudas que siente hoy, las sintió hace años con Súper 12. “Al comienzo de descubrirme como presentadora, criticaba a actores que no podían ser buenos presentadores y pensaba que, si yo era buena en ese ámbito, quizás sería mala actriz y no tendría muchas oportunidades. Ese pensamiento me acompañó durante mucho tiempo”.
Aquella fue una etapa de despertar en toda regla. “Hace poco volví a encontrarme con Miguel Eduardo, que fue uno de mis mejores maestros en los inicios, pues venía de una buena escuela, como fue su experiencia televisiva en otros programas, y yo me alimenté de eso. Soy como una esponjita y trato de absorber todo lo bueno que pueda nutrirme y hacer avanzar mi carrera. Siempre pienso que puedo conocer más, prepararme más, estudiar más, y con una gotica todos los días, siento que mi copa se va llenando positivamente de agua fresca para llegar a todos y saciarlos o dejarlos con deseos de seguir con mi imagen en su mente y del recuerdo de mi trabajo”.
Después de mucho, ha vuelto a ver videos de sus presentaciones en el programa de los domingos, y “me da tremenda vergüenza porque me veo tan verde, pero en ese momento para mí era lo mejor. Fue una oportunidad fabulosa que agradezco a la vida, a mis santos, a todo lo bueno que nos bendice y nos acompaña, porque no tuve miembros de la familia en el mundo del arte, ni ningún padrino que me pusiera allí. Mi madre es una humilde, sencilla y gran maestra; mi padre, informático. Yo estudié y avancé por mérito propio, por perseverancia, por deseo y por esa valentía con la que abro los ojos y digo que voy a comerme el mundo, y que salga el sol por donde salga, pero que todo sea obrando bien”.
Si habla maravillas de Súper 12, también lo hace de Sonando en Cuba. “Cuando comenzó, yo sentía que estaba deshecha en pedazos, que tenía que armarme y creo que lo logré. Halagos, elogios, críticas, malos momentos pasé, pero siempre llevo esa satisfacción de realizarme y de decir que lo viví”.
Además de los ya mencionados, ha actuado en las aventuras Memorias de un abuelo, en algunos teleplays, Tras la huella y en la telenovela En fin, el mar. También estuvo en espacios televisivos como Se baila así, Somos multitud, Sin límite y otros.
“Mi experiencia es amplia, pero no de larga trayectoria. Pienso que me queda mucho por hacer: mi labor ha sido extensa por la diversidad de los medios artísticos que he tenido la posibilidad de explorar, pero todavía me queda por sentir ese sabor de decir ‘esto fue lo grandioso, lo espectacular, lo mejor que he logrado’”.
Yasbell habla de perdurar, de dejar huellas. “Lo que quisiera es, sencillamente, ser maestra. Poder transmitir, como algunos hicieron conmigo de la mejor manera, y me dieron sus conocimientos para desarrollarme. Pienso alentar a nuevas generaciones y algún día, aunque sea viejita, lograr el sueño de hacer una academia cubana con las bases y la educación, y aquellas bonitas experiencias y recuerdos que tengo de cada uno de los medios, de los momentos que he vivido.
“Quiero tener el espacio para poder decir a los que comiencen en la carrera que no pierdan la esperanza, a pesar de que exista siempre el comentario negativo, o se enfrenten al que les diga que ser artista no es una profesión, como en un momento me dijeron a mí. Hay que mantener vivas esas ganas, esos deseos y esa fuerza, porque el arte es lo mejor que me ha pasado en la vida y yo he encontrado aliento en otros; espero que algún día alguien lo encuentre en mí”.
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“Hacer una entrevista con un bebé de tres años es algo novedoso”, explica Yasbell, y en medio de las respuestas, el niño habla de un caracol y ella le dice que es una piedra.
“Cuando llegó la pandemia y se desaparecieron los escenarios, para mí se apagaron las luces, se paró la grabación de la telenovela, incluso el programa A capella, que sale en los canales Clave y Educativo. Entrevistas, prensa plana, otros medios de comunicación, aparecer de cuando en vez, de cualquier forma, las galas, actividades, tener una cámara y un micrófono delante… todo eso se convirtió en una utopía, en un anhelo, una ilusión. Pensé en si me volvería mediocre por no ejercer, si se me olvidaría lo poco que he aprendido, si desaparecería de mí ese ímpetu, esas ganas de ser una fiera y de tratar de superarme siempre.
“Creo que, con este período de reflexión, de calma, los encuentros con una misma, el contacto con la familia, las horas de pensamiento, el tiempo de sobra para el descanso, siempre con la dulzura y la fuerza para enfrentar cada momento, aprendí que lo importante es disfrutar del tiempo, como he hecho con mi hijo, con mi madre que adoro y es un pilar fundamental en mi vida, mí ídolo. Extraño a mi hermano, que ya no puede venir con la misma frecuencia, pero la familia me ha hecho más humana, más fuerte; sigo siendo la misma sentimental, la misma mujer artista que abre sus ojos cada mañana y se mira al espejo, se pregunta qué pasará hoy y se responde que no importa, que toca vivirlo y ya.
“Por otro lado, me ha obligado a desdoblarme, a seguir transmitiendo en las redes, a aprovechar los momentos que tuve para hacer arte y mantener a mi público cercano. La pandemia y la cuarentena me dieron una galleta y me hicieron reaccionar para poder continuar de pie, sonriendo y haciendo”.
Luego, llegamos a la Yasbell emprendedora.
“Me ha dado la idea de una venta de garaje con varias amigas actrices, desde hace meses. Creo que hemos triunfado en esta nueva propuesta”.
Otra de las aristas de su trabajo ha sido la publicidad. “Es algo que venía haciendo desde Perú, cuando no tenía gran experiencia, pero a partir del 2020 empezaron propuestas, pagos, exigencias, y he tenido la dicha de elegir con quién quiero trabajar, qué tiene cada uno como positivo para mí como artista, como madre, como mujer, como cubana, y de verdad que he experimentado nuevas sensaciones con esto de convertirme en modelo publicitaria. Las exigencias o propósitos de cada marca son disímiles, pero siempre me pongo a buscar ideas, a proponer variantes para escoger una opción.
“Me siento muy halagada por la cuestión de ser pionera y abanderada de la publicidad y promoción de diferentes emprendimientos, de marcas grandes como Havana Club, donde trabajé y propuse una idea en medio de la cuarentena: Anímate y gana, espacio que inventé en mis redes para regalarle al público, llevar alegría y ayudar a los demás. A la hora de promocionarlos, fui buscando el abecé del trabajo en las diferentes plataformas y me alimenté de varios amigos, que son más instruidos y tenían un avance en esto.
“Creo que puedo tener más éxito en ese sentido, porque ya hay nuevas propuestas. Mientras, me mantengo con un salón de belleza con el que llevo dos años trabajando; con Gaya, la tienda que lleva mi imagen, y con varias marcas con las que, de vez en cuando, hago lluvia de ideas y planificamos algún proyecto dedicado a fechas específicas.
“Mi esposo es artesano, hace muebles y me he dedicado a ayudarlo y colaborar con él. Allí estoy más bien en la creación: no sabía que dentro de mí tenía a una pequeña diseñadora que ya ha debutado”.
“Creo que he hablado mucho”, comenta. Finalmente, dedica unas palabras a los que han estado siempre ahí. “Mi familia para mí es un sueño logrado. Tengo una comunicación con mi madre, hermano y esposo, que es la misma que estoy tratando de transmitirle a mi hijo, sobre la base de la sinceridad, el agradecimiento, el respeto y, sobre todo, la consideración. Sin ellos no sé qué sería de mí. Estoy segura de que sin la familia que tengo, sin la educación que me brindaron mis padres, mis abuelos, yo sería una incoherente, una persona loca por la vida, sin rumbo, y agradezco mucho su paciencia ante mis momentos de mal humor, su amor, y que siempre me hayan acompañado.
“Por ponerte solo un ejemplo del cariño: mis tíos dicen: ‘mira, ahí va la niña’, y ya casi tengo 40 años, pero me siguen viendo como una soñadora, luchadora, no como una ilusa, sino como una persona capaz de lograr sus metas y de apoyarse en ellos como lo que son: la base de todo”.
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