Qué ha sido de Tony Menéndez, el artista que redefinió el espectáculo en Cuba

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Tony Menéndez. Foto: Yuris Nórido/ El Estornudo.

Allá por 2013, Tony Menéndez llevaba un tiempo sin ser la figura sumamente popular en la que se convirtió desde la segunda mitad de los 90 hasta principios de los 2000. Sin embargo, por entonces el “divo” volvió a ser noticia de la forma menos esperada, cuando varios medios publicaron que a Tony lo habían acusado de asesinar a su padre.

“Por poco me vuelvo loco. Fue algo muy desagradable e inesperado. Yo me tuve que ir a pasar un tiempo a la casa de unos amigos, porque aquello parecía una película de terror”, narró el artista a El Estornudo en 2016, y también aclaró que luego de aquella desgracia, que sí fue totalmente real, los agresores fueron capturados en cuestión de dos semanas y encarcelados por un larguísimo tiempo.

Tras ese suceso puntual, Menéndez continuó con un bajo perfil, pero siguió engrosando su currículum cuando Marc Anthony lo contrató para que hiciera, y bailara junto a sus alumnos, la coreografía del video Flor pálida, exitosa versión del tema de Polo Montañez que el puertorriqueño incluyó para su disco 3.0, de 2013.

Al respecto, Tony contaría: “(Marc) pensó en mí y en los bailarines de mi compañía, como ha sucedido otras veces, y con una llamada telefónica fue suficiente. De inmediato un viaje a República Dominicana, trabajar intensamente y conocer al cantante boricua Marc Anthony. Demasiadas cosas buenas en poco menos de 15 días y el resultado está ahí, hermoso y único, en un videoclip que el mundo agradecerá (…). Realmente fue un gran reto pero el talento, la experiencia y la creatividad garantizaron que todo saliera extraordinariamente bien”.

Nace una estrella infantil

José Antonio Menéndez Egües nació en La Habana el 20 de febrero de 1965 y tenía cuatro años cuando en su casa se dieron cuenta de que iba a ser artista. Sus padres, ingeniero y periodista, siempre quisieron dedicarse al arte, pero los prejuicios de la época les impidieron lograrlo, así que de alguna forma, Tony, uno de sus tres hijos varones, fue el conducto a través del cual cumplieron parcialmente sus sueños.

“Provengo de dos seres simpáticos, naturales, espontáneos. Artistas. Recuerdo que mi madre me enseñaba poemas y yo los cogía al vuelo. Desde pequeño recitaba, cantaba, tocaba instrumentos musicales, hasta que ella me llevó a las escuelas de arte”, declaró en una entrevista para el portal Cubarte, según aparece referenciado en la enciclopedia Ecured.

El niño comenzó a encauzar su naturaleza excéntrico-artística desde la primaria y destacó en su faceta de excelente alumno, pero también como protagonista de matutinos y otras actividades que implicaran presentarse frente al público.

“Yo nací así. Desde niño nunca me vestí sencillo ni discreto. Diseñaba mi propio vestuario, y me combinaba mis zapatos con mi pantalón, mi calzoncillo y mis medias. Me ponía un sombrero con unas gafas y unos guantes, y una corbata o un lazo”, dijo en una ocasión.

Aún siendo muy joven fue captado por el Teatro Musical de La Habana y participó en programas televisivos como Escenario escolar y Que siempre brille el sol, además también de ser parte de Corresponsal Rapilist en la emisora Radio Progreso.

Ya algo más mayor, tuvo una formación muy amplia que incluyó clases de actuación, baile, música, canto y folclore, entre otras manifestaciones. Por esos años actuó en varios países europeos antes de obtener su título del Instituto Superior de Arte (ISA), etapa durante la cual ejerció como coreógrafo del teatro Karl Marx, sitio en donde tuvo su génesis la compañía de espectáculos con la que alcanzaría renombre.

En su juventud apareció en shows televisivos como Para bailar, Joven joven, Buenas tardes, Juntos a las nueve, Para sentir amor, Los domingos no están contados y Para que tú lo bailes. Además, su dedicación y talento histriónico lo llevaron a actuar en novelas, series y teleplays como la memorable Furia blanca, El príncipe y el mendigo, Cumbres borrascosas, Mi prima Raquel y Shiralad.

Luego de egresar de la universidad, estuvo en una gira por Europa en donde no solo actuó en diferentes festivales, sino también impartió talleres y conferencias. Por allá trabajó como profesor en la Universidad Libre de Danza y Teatro de Padua, Italia, y fue jurado en varios concursos internacionales.

Su currículum y aptitudes lo llevaron a ser parte del musical francés Un americano en París y a presentarse como invitado del show televisivo italiano Roxy Bar, conducido por el periodista y crítico Gabriele Ansaloni, alias Red Ronnie.

Tony, el Grande

Con su propia compañía, logró que le dieran como sede el teatro situado en la céntrica avenida Simón Bolívar —Reina para todos—, esquina Rayo. Esa fue la plataforma desde la cual Menéndez marcó un hito tras otro en la escena nacional. Además, sus clases gratuitas y disponibles para cualquier persona, ayudaron a muchos a encaminarse hacia el mundo artístico.

No obstante, si algo ha quedado en el recuerdo colectivo de Tony y su tropa, son aquellas espectaculares actuaciones que protagonizaron en varias galas de los Premios Lucas, en donde, además de una energía descomunal y unas puestas en escena capaces de rivalizar con las del mismísimo primer mundo, Tony implantó tendencia con su extravagante forma de vestir y comportarse.

De aquellos años de enorme popularidad para él, data esta anécdota que aparece en un texto de Osmani Suárez: “cuentan que una tarde de julio, mientras le hacían una sesión de fotos para una revista europea que promociona la escuela, entre tanto trapo y maquillaje, el sudor empezó hacer de las suyas. La base su unió con el creyón y la sombra de ojos con el delineador… No era Tony, sino Oleg Popov, aquel payaso famoso del circo soviético. Ante la ausencia de ventiladores, mandó a comprar dos cervezas y se las tiró por arriba mientras le hacían las fotos. Al terminar, le dijo a los curiosos: ‘A mí la Cristal me va tener que pagar por esto, porque yo soy más popular que el lager’”.

Otro de los momentos memorables que creó Menéndez sucedió, como él mismo narró en 2016, en el Teatro Nacional, durante un Festival de Música Campesina Eduardo Saborit. En aquella actuación, que homenajeaba a la legendaria Celina González, Tony subió un caballo blanco al escenario, hecho asombroso, comparable solamente con esa vez en que, en ese mismo teatro, armó par de piscinas y se prendió fuego mientras vestía un traje de amianto plateado, o aquel momento en que, en televisión nacional, hizo rapel para bajar de la cúpula del mismísimo Capitolio Nacional mientras sus muchachos bailaban en la escalinata.

Tras aquella etapa en la cima, entró en una suerte de vuelta al anonimato que se rompió pocas veces, como en 2011, cuando viajó a Italia para recibir el Gran Premio Internacional del Espectáculo y la Televisión de Milán, enésimo reconocimiento a un carrera durante la cual ha llevado su arte a países como Francia, España, Alemania, México, Inglaterra, Dinamarca, Brasil, Suiza, Japón, Irlanda, Bulgaria, República Checa, Canadá y Hungría, por citar algunos.

Tony, de quien muchos se han burlado por su manía de vestirse estrafalariamente, ha compartido —de igual a igual— el escenario con grandes intérpretes como sus compatriotas Silvio Rodríguez, Omara Portuondo, Rosita Fornés, Pablo Milanés o Elena Burke, además de estrellas foráneas como los italianos Eros Ramazzoti y Jovanotti, el venezolano Oscar D’León y el británico Phil Manzanera.

Actualmente, salvo algunas apariciones esporádicas, el Gran Maestro y el Rey del Espectáculo en Cuba vive una vida alejada de las luminarias. Desde afuera, la sede de su academia parece casi un lugar abandonado.

Según una búsqueda que hicimos en redes sociales, reapareció en febrero de 2023, aunque sin mucho ruido, cuando visitó el Museo de Artes Decorativas. De ello da fe una breve entrevista publicada en la página del centro en Facebook .

Al hablar de su paso por esa institución, Tony, ataviado con sus características gafas y su gorro de tela, declaró sentirse impactado y emocionado por haber estado en lo que llamó “una joya de la cultura de nuestro país”. Además, felicitó a los trabajadores del lugar por mantener en tan buen estado el museo e invitó a las personas a llegar hasta allí.

También se le vio en julio último en el cabaret Parisien del Hotel Nacional, a cuyo show nocturno asistió, vestido con su característico estilo kitsch, según pudo verse en un post realizado por Rafael Hernández Castillo, director artístico del lugar. Aún reside en Cuba. No hemos podido conocer si continúa con el excelente trabajo que lo llevó a la fama.

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3 Comentarios

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  1. Excelente artista,q alegría saber de él..
    Bendiciones y mucha salud.

  2. Una estrella NO FUGAZ que no alumbra en estos momentos….y se extraña su esplendor

  3. Hace un par de meses una gran amiga de la TV nacional se encontró con Tony en la Habana y le comentó que estaba viviendo y trabajando en Finlandia hace ya algún tiempo.

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