No sabía cocinar y se convirtió en la chef más famosa de Cuba

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Nitza Villapol. Foto: Uneac.

Zoom out: una cocina, una meseta y una isla al centro. Luces, letras blancas. La televisión cubana. Nitza deja el plató. Le habla a Margot, su ayudante. Margot: las manos que aparecen picando cebolla. Una olla hirviendo. Finalmente: «Con ustedes, Cocina al minuto, con recetas fáciles y rápidas de hacer».

Es posible conseguir videos de este programa y otros audiovisuales relacionados con la vida de Nitza Villapol. En algunos se le ve caminando por las calles mientras las personas le consultan sus dudas en cuanto a la elaboración de algún plato o la cocción de determinado ingrediente. Pero, ¿quién fue Nitza Villapol? ¿cómo llegó a convertirse en autora de más de 50 libros y presentadora de un programa de cocina por más de 40 años?

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Hija de un matrimonio de emigrantes cubanos, Nitza nació en Nueva York a inicios de la década de 1920. Para 1935, su familia regresó a Cuba. Cuando tenía unos 12 años de edad enfermó de poliomelitis (infección que afecta al sistema nervioso central y las capacidades motrices) y su vida se complicó. Una vez radicada en La Habana realizó estudios y se doctoró en Pedagogía. En aquel entonces ya había desarrollado el hábito de coleccionar recetas de cocina.

Los mejores cronistas de su vida fueron su hijo adoptivo, Marcos E. López González, y Sisi Colomina González, quienes coinciden en que la llegada de Nitza Villapol al programa de cocina no fue intencional.

“Ella vio en la televisión una posibilidad económica para poder adquirir un automóvil, pues tenía dificultades en una pierna a causa de la enfermedad”, relataba Marcos en una entrevista publicada en el Portal de la Televisión Cubana.

Su verdadero interés era dar clases sobre la escuela del hogar, algo que guardaba mucha relación con sus estudios, y así estaría a tono con otros programas que se transmitían en la época. “Existía un espacio titulado TeleHogar, donde trabajaba Dulce María Mestre y Aracelia López Villalonga (profesoras de la Escuela del Hogar), además de Margot, que era la auxiliar”, según rememora Colomina en un diálogo que apareció en el sitio web de la UNEAC.

Con el objetivo de realizar el programa que le interesaba, Nitza contactó al mismísimo Gaspar Pumarejo (empresario de los medios de comunicación). Este tenía montados los estudios televisivos, improvisados en la casa de sus suegros, ubicada en Mazón, esquina a San Miguel y, en cambio, le propuso llevar adelante un programa de cocina.

Cocina al minuto: los inicios

La primera cuestión en torno al surgimiento del programa viene dada por el nombre. Según relata Marcos, todo comenzó en la casa de los padres de Nitza. Allá en Manhattan, Nueva York, se reunían muchos revolucionarios cubanos. Para ellos, Juana María, la madre, preparaba en poco tiempo cualquier cosa para comer, preferiblemente enlatados. Entre los presentes, muchas veces estuvo Pablo de la Torriente Brau, quien comenzó a decir: “Juana María cocina al minuto”.

Cuando tuvo que decidir un nombre para su programa, Villapol recurrió a su madre, a sus enseñanzas y a la frase que utilizaba Pablo.

A decir de Sisi Colomina, la selección del título guarda relación también con la necesidad de Nitza de responder a los intereses de “esa mujer moderna, doméstica, trabajadora y que tenía que asumir todas las tareas de una nueva generación”. A esa mujer, entonces, le urgía preparar elaboraciones rápidas para comer.

El segundo inconveniente que debió sortear a la hora de enfrentar la propuesta de Pumarejo de llevar hacia adelante un programa de cocina, es que ella no sabía cocinar. Aunque esto se resolvió cuando se decidió que Margot, ayudante de TeleHogar, asistiera en esta ocasión. Luego se hicieron inseparables. El hijo adoptivo de Nitza reconoció que a ella no le gustaba cocinar en casa y a él le encantaba comer en casa de Margot Bacallao, “que sí era cocinera. Ellas hicieron un buen binomio y con los años consolidaron la amistad”.

Cocina al Minuto empezó a transmitirse en Unión Radio Televisión, reconocido como el primer canal de televisión cubano que salió al aire. Hasta la década del 90 estuvo al aire este programa.

A veces en vivo, en ocasiones a diario y otras semanales, aquella propuesta inició con la preparación de un pavo navideño y fue alternando entre recetas fáciles y sofisticadas, se fue haciendo de la preferencia del público de la época y consolidó una audiencia que no se perdía ni una sola emisión y hacía todo lo posible por conseguir los libros publicados por Nitza Villapol.

De su más famoso libro, que lleva el mismo nombre que el espacio televisivo, queda poco por decir. Con el paso del tiempo y las reediciones se fue modificando. Al inicio incluía publicidades y estas desaparecieron junto con algunas recetas que no se correspondían con la realidad del momento en que se decidía reeditarlo.

Quizás todo ese tiempo al aire haya sido posible por aquello que, según reseña el Portal de la Televisión Cubana, decía Pumarejo: «Nitza tenía el ángel necesario para trabajar en la televisión. Su carisma era innegable».

Enseñanzas

Libro de «Concina Criolla», de Nitza Villapol. Foto: The Legend of Cocina Criolla.

Sus más de 50 volúmenes (entre recetas de comidas, postres, cocteles y hasta un diccionario de cocina cubana) muestran todo su conocimiento. Al haber estudiado en una Universidad sobre dietética y nutrición, poseía mucho saber al respecto.

Su prestigio fue reconocido a nivel mundial. Para la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) escribió el capítulo dedicado a la cocina en el texto, África en América, publicado en varios idiomas y reeditado en muchas oportunidades.

En una entrevista que se le realizó, al ser cuestionada sobre cómo quería ser recordada, respondió, sencillamente, como maestra. Para acercarse a la obra de Nitza Villapol hay que entender lo que llegó a significar la cocina para esta mujer, cuya principal motivación era la económica y acabó defendiendo y poniendo en alto el ámbito culinario cubano. “La cocina –expresó Nitza- es un arte, un arte de cada pueblo, un arte menor que forma parte de la cultura de los pueblos”, según apunta Ciro Bianchi  en La Jiribilla.

El programa desapareció. Durante el periodo especial, alguien decidió que no era pertinente tratar temas relacionados con la alimentación en la televisión. Quizás en esta etapa se necesitaba más que nunca antes un asesoramiento. Nitza, en lugar de preguntarse cuáles ingredientes hacían falta para hacer una receta, siempre partió de la idea de “cuáles eran las recetas realizables con los productos disponibles”. Murió unos años después, en 1998. Cuando alguien decidió que retomarían el espacio televisivo, ya su salud había empeorado.

Aquí te dejamos algunos ejemplos de sus aportes al panorama culinario cubano:
  • En la década del 80, época en que los alimentos rusos invadían los mercados cubanos, Nitza sugirió ideas e ingredientes para adaptar al paladar del cubano las carnes en conserva;
  • Ofrecía consejos a tono con su tiempo: en épocas de carencia y escasez, por ejemplo, sugería realizar flanes con un solo huevo;
  • Daba opciones para que todos pudiesen llevar a término sus elaboraciones: “el que no tenga batidora o licuadora, lo puede pasar por un colador”, decía;
  • Intentó modificar los hábitos alimenticios de los cubanos al introducir platos a base de la merluza y la tilapia, no muy populares en la dieta promedio;
  • Insistía en las ventajas de cocinar con menos grasa, aunque reconocía el gusto de los cubanos por lo frito y de la presencia de un guiso que “mojase” el arroz;
  • Es muy mencionada su idea de elaborar frituras sin usar harina, con solo derretir un paquete de macarrones;
  • Según Ciro Bianchi, “hizo un aporte decisivo al estudio de la culinaria, al concluir que la cocina comienza a ser cubana cuando los garbanzos se suprimen del ajiaco. Hasta entonces, ese sopón, que se nutre de muy variadas carnes secas y frescas, no había sido más que el encuentro del cocido español con las viandas de la Isla”.

¿Recuerdas «Cocina al minuto»?

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