Entrevista a Samuel Formell: “Con el nuevo milenio bajamos la parada, pero luego empezamos a mirar a nuestra mejor época”

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Samuel Formell. Foto: @caminalahabana_oficial/ Instagram.

Desde muy pequeño, Samuel Formell fue testigo de cómo Van Van iba creciendo y evolucionando. Nacido el 8 de julio de 1967, apenas sabía hablar con soltura cuando delante de sus ojos vio empezar a forjarse una de las leyendas más grandes de la música cubana.

Sus recuerdos del tocadiscos de la casa sonando una y otra vez con cada álbum de la banda lo fueron curtiendo muy pronto. Luego llegaron las sesiones de grabación y los conciertos, hasta que un día, hace ya más de 30 años, se presentó ante él la oportunidad de asumir el rol más importante de su vida. Samuel entró a la agrupación en 1993 como baterista y, luego de una década con El Tren, pasó a ser su director general en 2004.

“Ese vínculo tan cercano me fue influyendo y me dio la visión de cómo mantener esta orquesta entre la preferencia de la gente después de tantos años. En este tiempo el crecimiento ha sido increíble. Tengo una responsabilidad grande, pues, además de dirigir, tengo que tocar la batería durante dos horas en cada concierto”, comentó en exclusiva a Cubalite el músico capitalino.

La exigencia y el compromiso obligan a Formell a tener una gran preparación física y mental para estar a la altura de su exigente instrumento durante extensos períodos de tiempo, y así también alargar su carrera en activo. Lo que muchos no saben es que padece una lesión en el hombro, muy similar a la que sufren algunos lanzadores de béisbol, la cual lo obliga a usar hielo tras ensayos y conciertos.

“Esto me ha llevado a tener una gran disciplina en mi vida, con el fin de cumplir la misión que mi padre me dio y que también tengo con el pueblo de Cuba, de mantener arriba a esa insignia de nuestra cultura que es Van Van”.

Como parte de sus principales recuerdos del pasado reciente, tiene muchos sentimientos encontrados cuando vuelve al primer álbum que grabó tras el fallecimiento de su padre, sucedido el 1 de mayo de 2014.

“Nos fuimos a Europa poco después de su muerte y volvimos al estudio en junio. Cuando oigo La Fantasía (2014) y lo comparo con otros que vinieron más adelante, siento que había mucha tristeza en nosotros y esta quedó plasmada de alguna forma en el disco. Por eso fue una gran alegría que lo nominaran al Grammy estadounidense en la categoría de Mejor Álbum Tropical Latino”.

Aquella candidatura fue la primera desde que en 2000 ganaran su, hasta ahora, único gramófono en la categoría Mejor Álbum de Salsa por Llegó… Van Van – Van Van is Here (1999), un fonograma que, según Samuel, les movió bastante el piso a artistas y productores latinos del momento.

“Se dice que cuando nosotros ganamos ese premio en el 2000, la gente de diferentes disqueras se ‘erizó’ al vernos ‘jugando en la liga americana’ y entonces crearon el Grammy Latino como una especie de respuesta a aquel suceso. Fíjate que el mismo Llegó… Van Van después fue nominado a Mejor Álbum de Salsa en la primera edición de los Latin… y curiosamente no ganó”.

Pese a aparecer entre los nominados en 2017 por La Fantasía y también en 2019 por Legado, El Tren no ha vuelto a sumar otro galardón de este tipo.

Mientras, entre los Grammy Latinos tampoco ha habido demasiada suerte, a pesar de haber recibido un quinteto de nominaciones a lo largo de su historia. A la mala fortuna de Llegó… se sumaría la de obras como En El Malecón De La Habana en Mejor Álbum Tropical Contemporáneo (2003); Van Van Live At Miami Arena en Mejor Álbum de Salsa (2004); Chapeando (2005) y La Maquinaria (2012) en Mejor Álbum Tropical Contemporáneo.

A pesar de no haber obtenido más premios, Samuel sostiene la idea de que solo estar nominado es un impulso lo suficientemente grande para cualquiera. “Eso hace que tu producción llegue más lejos y llame más la atención de la gente. Entonces se disparan los conciertos y te buscan más”.

Acerca de su más reciente disco, Modo Van Van, lanzado a finales de 2023, el percusionista siente que tiene buenas posibilidades de estar entre los candidatos, tanto en el Grammy estadounidense como en la versión latina.

“Varias personas me han escrito desde allá para hablarme bien de su sonoridad. Me cuentan que le ven mucha frescura y buenas vibras, o sea, que les pone de buen humor”.

Tres años después de Mi Songo, los bailadores estaban ávidos de algo más de Van Van ¿Qué los llevó a tomarse tanto tiempo para lanzar el nuevo disco?

Mucha gente se preguntaba por qué llevábamos tres años sin sacar un disco, algo con lo que mi padre ya había tenido que lidiar en su momento. Con respecto a este tema, él tenía la siguiente lógica: es verdad que toda la vida Van Van sacó un disco cada año con el objetivo de mantenerse en la preferencia del público, pero eso es algo que, después de medio siglo de existencia, con tanta historia y tanta música, tienes que empezar a replantearte.

A tono con esa idea de mi papá, desde hace bastante tiempo ya no tiene sentido para nosotros lanzar un álbum tan cercano al otro. Nuestra intención sigue siendo estar entre las principales orquestas de Cuba, pero hemos elegido producir menos. Ahora mismo, con Modo Van Van sentimos que nos va muy bien. Imagínate que tener un solo hit por disco es algo muy bueno, y con este de ahora tenemos entre tres y cuatro ya ‘pegados’, y con eso nos basta.

Lo otro es que, por ejemplo, en un concierto uno va a hacer sus temas nuevos, pero con tantos éxitos que hemos ido cosechando en estas décadas, es inevitable mezclar lo más ‘fresco’ con canciones clásicas que todos los bailadores prácticamente exigen. Entonces uno va actualizando el repertorio a partir de cada disco nuevo.

¿Qué los llevó a cambiar el nombre que pensaron en un principio para el álbum?

Originalmente se iba a llamar Yo solo soy un Van Van. El nuevo título vino del pueblo, de la gente, que usa el término ‘modo’ para muchas cosas, como una manera de expresar su estado de ánimo. Entonces pensé en el ‘modo avión’ del teléfono, que es el dispositivo donde muchos escuchan bastante música, y entonces decidimos poner nuestro logo y crear este concepto del Modo Van Van.

Es muy curioso porque de alguna forma es algo que heredo de mi padre. Él siempre se enfocó en la evolución y llevó a Van Van a moverse con los tiempos, con las cosas nuevas y el desarrollo de la tecnología.

¿Cuál fue la intención o el concepto que intentaron manejar en esta producción?

Mi padre siempre fue un pionero en el sentido de incluir en la música bailable cubana el piano, el bajo, la guitarra y la batería (pad digital) eléctricos, todos a la vez, y darle forma a un diseño rítmico muy similar al de los ritmos urbanos que suenan hoy en todas partes.

Entonces, en Modo Van Van me inspiré en varios fenómenos que vinieron con la pandemia de la Covid-19, un suceso que nos obligó a entrar en pausa, justo cuando pretendíamos celebrar los 50 años de la orquesta con el disco Mi Songo (2020) y más de 70 conciertos planificados.

En el tema que le da título al álbum, hay un segmento de la letra que dice “una nueva noticia en las redes sociales ahora mismo se ha hecho viral”, y ahí queda claro que estamos buscando conectar con las personas, incluidos los más jóvenes, a través de cosas de actualidad que casi todos conocen.

En las negociaciones con Bis Music hablamos de alrededor de diez temas porque queríamos brindarle a la gente el material ‘concentrado’ y también quisimos darle a cada cantante la oportunidad de que tuviera dos o tres canciones para lucirse. Al final incluimos nueve: ocho inéditas, entre ellas una de mi papá (Tierra, Mar y Cielo), y también una versión de Canta la ceiba, composición de Calixto Callava.

La idea fue hacer un disco bailable y fácil para el público. Pensamos en algo sencillo pero profesional, con mucho balance y a tono con los tiempos que vivimos hoy. La intención fue mantener nuestra esencia vanvanera de toda la vida y darle a las personas algo que les permitiera disfrutar igual que siempre.

¿Qué ha significado para ti que tu hermana Vanessa se una a la orquesta?

Es un orgullo muy grande, pues ese siempre fue un sueño de mi padre. Mi hermana ha tenido una carrera interesante y cuenta con un talento enorme. En 2008, para el álbum Arrasando, ella había grabado el tema Un Tumba’o Pa’ Los Dos, sencillo que luego fue incluido en De Revé a Van Van: Dos Leyendas (En Vivo, 2019).

Luego, en 2017, Yeny Valdés decide irse a vivir a Estados Unidos y empezamos a probar cantantes aquí en Cuba, sin pensar primeramente en Vanessa, porque ella tenía su vida y sus intereses en ese país también. No obstante, cuando alguien me sugirió la idea, lo tuve claro y hablé con mi hermana, quien estuvo encantada de unirse.

Entre nosotros siempre la relación ha sido de mucho cariño. Mi padre siempre se encargó de hacer que fuéramos muy unidos a pesar de no siempre estar cerca físicamente, y yo estoy encantado de que Vanessa esté cantando con Van Van.

Ella tiene una voz, una afinación y un dominio del escenario impresionantes, cosas que aprendió desde niña y en parte heredó de su madre, Mirtha Medina, otra gran artista.

¿Tienes algún proyecto fuera de Van Van?

Samuel entró a la orquesta en 1993 como baterista y, luego de una década con El Tren, pasó a ser su director general en 2004. Foto tomada del perfil en Instagram de Van Van (@losvanvanoficial).

Tuve un quinteto de jazz con el cual toqué en diferentes plazas y festivales de Japón y Australia, durante la época en que aún no era director de Van Van y tenía un poco más de tiempo para esas cosas.

Actualmente mantengo vivo de alguna forma ese proyecto y tengo la idea de hacer un disco de jazz latino, con el que quiero plasmar parte de los más de veinte temas instrumentales que he escrito desde hace años.

¿Cuánto tiempo le dedicas a superarte como artista?

Desde joven en la escuela de arte, entendí que la única forma que hay para ser bueno es estudiar mucho y continúo haciéndolo igual que en mi adolescencia. Creo que, como mismo sucede con un atleta, un músico no puede separarse de eso, ni de tocar, porque pierde facultades.

Incluso en tiempos en que hay una pausa de los conciertos, tengo que seguir entrenando y preparándome porque esto es una carrera de constancia. También trato de ver lo último que se está haciendo en materia de herramientas, equipos y tecnología, para usarlas en mi trabajo y estar a tono con la actualidad.

También he encontrado un excelente alivio en el yoga, una práctica que ayuda en todos los sentidos. A mí me ofrece momentos de tranquilidad para desconectar del mundo y me ayuda a sentirme libre de todas las presiones que circulan en torno a mi persona.

De la música que escucho, soy muy fan de la clásica y el jazz, el funk, la bossa nova y otros ritmos y compositores brasileños que también me encantan. Me alimento de las diferencias de los géneros para hacer cosas nuevas.

Soy de la idea de que la mejor música que se ha hecho fue la de los 70, 80 y parte de los 90. Creo que ya con el nuevo milenio bajamos la parada, pero poco a poco se está empezando a mirar hacia ahí de nuevo.

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