
Nacido el 28 de octubre de 1996 en Cárdenas, Cuba, Erniel Báez, aunque apenas es conocido en su país natal, representa una nueva generación de actores oriundos de nuestro país que han logrado trascender fronteras y conquistar la industria del entretenimiento internacional. Su historia es la de un joven que creció entre dos mundos, manteniendo sus raíces cubanas mientras forjaba su futuro en las pantallas de Norteamérica.
La infancia de Erniel estuvo marcada por una transición que definiría su perspectiva de vida. A los 8 años emigró a Montreal, Canadá, junto a su madre y padrastro, una experiencia que él mismo describe como profundamente desafiante. «Adaptarme al cambio fue muy difícil para mí durante muchos años. Dejar mi país y a mis abuelos, quienes habían ayudado a criarme, junto con todos mis amigos, fue algo a lo que no pude acostumbrarme», recuerda el actor en una entrevista.
Sin embargo, los veranos se convirtieron en su refugio emocional. Cada año regresaba a Cuba para reencontrarse con sus seres queridos, experiencias que él describe como «lo más destacado de mi infancia». Esta dualidad cultural se refleja en sus propias palabras: «Podría decirse que crecí entre dos mundos: mientras mi cuerpo estaba presente en Canadá, mi mente vivía constantemente en Cuba».
La semilla de su amor por el cine fue plantada por una figura fundamental en su vida: su abuelo. «Fue mi abuelo quien me inculcó el amor por el cine», explica Báez. Las noches en Cárdenas se transformaban en sesiones cinematográficas familiares, donde ambos disfrutaban de películas de todos los géneros, especialmente de acción. Esta tradición lo acompañó incluso después de mudarse a Canadá, donde se acostumbró a dormir con la televisión encendida, encontrando tranquilidad en los sonidos y luces de las películas.
Como muchos jóvenes en Canadá, Erniel inicialmente siguió el camino deportivo, desarrollando habilidades en el hockey sobre hielo con aspiraciones profesionales. Quería ser el primer guardameta cubano en la NHL, la liga más fuerte del mundo en esa especialidad, que agrupa a clubes de EEUU y Canadá. Sin embargo, a los 15 años enfrentó una realidad que cambiaría su destino: «me di cuenta de que, lamentablemente, no iba a llegar tan lejos como esperaba».
Fue entonces cuando tomó la decisión que definiría su carrera: dedicarse a la actuación. «Principalmente porque me encanta el cine. Desde que tengo memoria, el cine siempre ha estado presente en mi vida», explica. Su motivación trascendía el entretenimiento personal; buscaba «inspirar a personas de todo el mundo interpretando a diferentes personajes de todos los ámbitos de la vida en la gran pantalla».
El papel revelación de Erniel llegó con Game of Death, una película de terror que se estrenó en el prestigioso Festival de Cine SXSW de 2017. Su interpretación recibió elogios generalizados, posicionándolo como una estrella emergente a nivel internacional y abriéndole las puertas hacia audiovisuales de primer nivel.
Desde entonces, Báez ha construido una sólida carrera en producciones de alto perfil. En 2022 participó en la aclamada serie Reacher, donde interpretó al sargento Diaz del Departamento de Policía de Nueva York junto a Alan Ritchson. Posteriormente, se sumó al elenco de Cross, serie policial de Prime Video inspirada en las exitosas novelas de James Patterson, donde dio vida a Alejandro «Jando» Galván, un forense que asiste al protagonista Alex Cross en su misión de encontrar al asesino.
Recientemente, Erniel protagonizó Hotel Cocaine, disponible en MGM+, donde interpretó a Ray Dorado, un prominente banquero con dudosos vínculos en la ciudad de Miami en 1978. Este proyecto le permitió trabajar junto a figuras destacadas como Michael Chiklis, Danny Pino y su compatriota Yul Vásquez, bajo la dirección del ganador del Premio de la Academia, Guillermo Navarro, y siguiendo la visión de Chris Brancato, cocreador de Narcos y Godfather of Harlem.
Uno de los momentos más emotivos de su carrera ocurrió durante la promoción de ese audiovisual. Erniel recuerda vívidamente su primer estreno en Hollywood: «La noche anterior al estreno, di un paseo por el Paseo de la Fama de Hollywood con mi representante y tres amigos y compañeros de reparto». El momento culminante llegó frente al Teatro Chino de Grauman, donde una gran valla publicitaria de Hotel Cocaine los recibía. «Recuerdo que todos empezamos a gritar de emoción. Fue un momento muy especial para todos nosotros y uno que atesoraré para siempre, porque representa para mí lo lejos que he llegado».
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