Para la 60ma. edición de la Serie Nacional de Béisbol (SN) fue noticia que se comenzaría a usar una nueva pelota en sustitución de la Mizuno 200, la cual había llegado años atrás para ocupar el lugar de la “sosa” Conexión, bola de producción nacional y con un bote bastante pobre.
Esta vez, el modelo elegido para sustituir a la redonda japonesa fue la Teammate, fabricada por Teammate Sport International (TMSI), empresa radicada en San Marino, avalada por la World Baseball Softball Confederation (WBSC).
Aunque en el presente TM se enfoca en la fabricación de implementos deportivos, originalmente fue distribuidora de otras marcas como Brett, Wilson o Macron. No fue hasta 2016 que comenzaron su propia línea de productos y eventualmente pasaron a ser los proveedores establecidos de la Serie A1, principal lid beisbolera de Italia, así como de varias competiciones nacionales e internacionales afiliadas a la WBSC, entre ellas las ligas nacionales de España.
Recientemente, la empresa firmó un acuerdo con los directivos de la SN para abastecer al máximo evento de la Isla con trajes, bates, guantes, calzados, kits para receptores y otros accesorios que ahora mismo aportan una mayor calidad a nuestra contienda beisbolera de élite.
Ahora, para entrar de lleno en la protagonista de esta historia, la TM, lo primero que debemos decir es que se trata de una bola ubicada en lo que podríamos calificar como gama alta de la marca. De acuerdo con datos ofrecidos por sus propios creadores, cuenta con nueve pulgadas de diámetro y tiene recubrimiento de cuero, un núcleo de corcho rojo y posee costuras planas.
Luego de completarse los primeros cuarenta juegos de la temporada, la TM ha acaparado una parte de la atención debido a que el bateo de largo metraje está siendo más frecuente que de costumbre en Cuba. Desde su instauración, los cuadrangulares llueven más de lo normal y muchos ya se empiezan a preguntar si vamos camino a establecer una nueva marca de vuelacercas o de frecuencia de jonrones para la etapa regular de la SN.
La principal sospechosa
Según indican las estadísticas de Benigno Daquinta, el récord de cuadrangulares para un curso se estableció en la SN número 49 (2009-2010). En esa oportunidad, los maderos enviaron 1498 pelotas hacia el otro lado de la barda en un total de 48 976 turnos oficiales, lo cual se tradujo en un jonrón por cada 32.7 ocasiones.
Desde entonces, y haciendo un análisis de las últimos seis series, desde la 54ta. hasta la 59na., no se nota un patrón que se acerque a aquella etapa.
Por ejemplo, en el período que más bambinazos se dieron fue en el correspondiente a la 58 (2018-2019), cuando el número fue de 647 en 32792 veces y se promedió para uno cada 50.7 turnos, cifra que es coincidentemente el mejor average de las recientes lides.
Hubo otros lapsos en donde las estadísticas fueron bastante similares, como en el caso de las campañas 57 (2017-2018; 628 HR / 32568 VB / frecuencia de 1 cada 51.9 turnos) y la 59 (2019-2020; 632 /32094 / 50.8), pero de ahí a hablar de una mejoría, poco o nada.
Fue en la SN 56 (2016-2017) cuando no se alcanzó siquiera a romper la barrera de los 600 (548) y se promedió para un famélico 59.0 en 32356 oportunidades.
Tampoco estuvo particularmente bien la producción de vuelacercas en la 54 (2014-2015) y la 55 (2015-2016), cuando los guarismos fueron de 612 / 35065 / 57.3 y 629 / 34653 / 55.1, respectivamente.
Visto lo anterior, es normal que sorprenda lo que está pasando ahora mismo, pues si nos llegamos a la web del béisbol cubano, encontramos que hasta ahora se cuentan en 489 los estacazos de vuelta completa en 20 055 veces al bate, lo cual significa que cada 41.0 chances una pelota es “forzada” desde el cajón de bateo a abandonar el terreno de juego.
En base a las reglas de la proporcionalidad directa, si los bateadores mantuvieran este ritmo de “castigo” para con las TM, en el momento de completar los 75 choques de la fase clasificatoria podría superarse la cota de 900 cuadrangulares y la frecuencia podría estar alrededor de un bambinazo cada 44 turnos, superior a la de la Serie 49. La de esta campaña podría ser, según nuestras proyecciones, la de mejor frecuencia de jonrones, al menos en los últimos seis años.
A pesar de que esta pelota llegada del otro lado del Atlántico no es la única “culpable” de tantos batazos de estas características -de sobra es sabido que la calidad del pitcheo de la SN ni se acerca a la de otras etapas-, es, como hemos demostrado aquí, innegable su influencia.
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