Los que ya peinamos canas, o a los que ya no nos queda mucho que peinar, recordaremos aquel estribillo que por los 70s popularizó la Massiel: «Sí, pero no, que no, que no». La frase era común no solo por su musicalidad, sino porque puede entonarse cuando aparentemente se produce una evolución en algo, pero, en realidad, como cantaría el también español Julio Iglesias, a veces «la vida sigue igual».
Hace unos tres meses en esta sección dediqué una columna completa al retiro de escena de Peter Frampton, trabajo que armé a partir de varias entrevistas que el legendario guitarrista británico concedió a varios medios y de mis vivencias en uno de los conciertos de su anunciada farewell tour. Sin embargo, semanas atrás vuelvo a ver a Peter en TV anunciando que no, que esa no había sido la gira final y que estaba preparando una para el 2020 por varias ciudades al otro lado del charco. En lo que tecleo, ya hay programadas 12 actuaciones en Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica y Holanda… Y seguro que hasta Australia no para.
Como es lógico, mi primer pensamiento ante esta entrevista fue para los lectores de Retrospectiva –¿Creerán que yo también estoy difundiendo fake news? En lo que me viene a la mente el estribillo de la Massiel, como indiscutible título para la sección de hoy, me doy cuenta de que ya esto ha pasado otras veces.
Por alguna razón, otros artistas vieron aproximarse el final de sus carreras y decidieron arreglar las cosas para retirarse en alza. Sin embargo, con el paso del tiempo, y por razones no solamente artísticas –mantener cierto nivel de vida, imposibilidad de pagar deudas acumuladas o facturas mensuales, divorcios en que sus parejas los dejaron como al Gallo de Morón–, solistas y agrupaciones cambiaron de parecer y volvieron a los escenarios. Dos ejemplos de nombres conocidos son Doobie Brothers y Phil Collins.
Cinco veranos atrás, después de pegar gorra durante varios días en casa de Humberto –ex Moneda Dura y ex Wena Onda–, mi generoso anfitrión, inmerso en los preparativos para una gran mudada, me obsequió varios DVDs que estaban entre las tantas cosas que la familia no podía llevarse al nuevo destino. Uno de ellos documentaba la despedida por todo lo alto de los Doobie Brothers en el Greek Theater de Los Angeles en 1982. La fecha me mareó, pues no hacía mucho había visto otro DVD-concierto que esta agrupación ofreció en The Wolf Trap en el 2004.
En efecto, los Doobies dijeron adiós en 1982, pero de alguna forma continuaron reuniéndose. No siempre los mismos músicos, pero sí las mismas canciones, aunque con otros arreglos. En el 2014, por ejemplo, cuatro fundadores-sobrevivientes se reencontraron en Nashville y grabaron junto a otros intérpretes contemporáneos varios de sus temas en un proyecto titulado Southbound, al cual me referiré próximamente. Esos mismos cuatro acaban de anunciar, con sesión de fotos y trailers, la Gira 50 Aniversario para el año en curso. Entonces, si de pronto me topara con Tommy Johnston, Pat Simmons, John McFee o Michael McDonald y les preguntara ¿Pero ustedes no se habían retirado?, seguramente me responderían, uno a uno, o a coro: Sí, pero no. O a lo mejor me tararearían algunas notas de su éxito Grammy What a Fool Believes.
En el mismo año en que los Doobies mantenían en movimiento a su auditorio en The Wolf Trap, Phil Collins ya estaba montado en su farewell tour por varias ciudades de Europa. Costaba trabajo dar crédito al anuncio que había hecho hacía apenas unos meses, pues, con 53 años, todavía exhibía una magnífica forma artística… y física (había que verlo en uno de sus conciertos trotando, fresquito, alrededor de un escenario circular). Quizás planeaba pasar el resto de sus días produciendo para otros músicos o Living la vida loca, como diría Ricky Martin. Pero lo cierto es que Phil se despidió mientras cantaba su conocido tema-cierre Take me Home -como mismo diría Cimafunk, Me voy pa´mi casa.
En su recientes memorias, que pudieran traducirse al español como Todavía no me he muerto, el ex baterista y voz de Genesis nos revela que después de varias tragedias personales se encuentra un buen día con un fan en un hotel de Miami (¿sería cubano el tipo?), quien le espetó –a modo de crítica constructiva– que cómo era eso que se había retirado, que sus seguidores estaban deseándolo ver de nuevo en acción y que se pusiera para las cosas.
Y sin complejo por tener que caminar con un bastón, cantar sentado o hacer “voz de viejo”, Phil ha reunido a la casi totalidad de los músicos que le han acompañado en los últimos 30 años –Lee Sklar en el bajo, Brad Cole en los teclados, Daryl Stuermer y Ronny Caryl en las guitarras, el cubano Luis Conte en la percusión, los metales de Vine Street, Arnold McCuller como voz acompañante– y junto a su hijo Nicholas en la batería, sigue dando vueltas por el mundo en la Not Dead Yet tour, que bien pudiera traducirse al español de Cuba como Aquí hay Phil para rato.
Así es que no hay que sorprenderse si nos encontramos con alguien que anunció su retiro, con bombo y platillo, y que ahora nos dice… Donde dije digo, digo Diego.
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