Retrospectiva: Segundas partes que sí fueron buenas (de pop-rock a jazz)

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Portada del álbum Another Page, de Christopher Cross.

Entre los encargos con los que mi abuelo regresó de su primera visita a EEUU estaba un casete verde oscuro en cuyo centro se podía ver a un flamenco con una pata cruzada. Se trataba de un proyecto que los integrantes de una banda local en San Antonio, Texas, se divirtieron grabando y, finalmente, se llevó cinco Grammys en la ceremonia de 1981.

Christopher Cross, increíblemente para algunos, arrebató el galardón Album del Año al The Wall de Pink Floyd, y la canción Sailing acaparó los Grammys a Mejor Arreglo Instrumental, Grabación del Año y Canción del Año. Finalmente, Cristóbal Cruz -así le decíamos en mi Facultad universitaria- fue premiado en la mencionada ceremonia como Mejor Nuevo Artista.

Los temas de Christopher Cross no solo me cautivaron a mí. Cada vez que oía el casete, mi abuela venía a curiosear, lo manoseaba, y dos años más tarde, cuando le tocó a ella viajar, regresó con el Another Page, álbum que siguió al multipremiado disco. Y yo no se lo había pedido, pues no conocía de su existencia. Me contó que el pariente que la llevó a la tienda de música le preguntó extrañado “¿Tía, tú sabes lo que estás comprando?” cuando la vio abalanzarse a un casete cuya portada era nada más y nada menos que… un flamenco.

De la misma manera que no supe del Another Page, tampoco me enteré de las nuevas grabaciones de Cristóbal Cruz hasta pasados muchos años. Bueno, con la excepción de Arthur, que también en 1981 se llevó el Oscar a la Mejor Canción Original para un filme. En el 2005, cuando me encontraba reconstruyendo mis grabaciones de cinta en CD o MP3, uno de los tres coleccionistas de música más grandes y generosos que ha tenido Cuba, me prestó, excepcionalmente, sus 7 u 8 CDs originales, posteriores a los mencionados. Tengo que reconocer, sin embargo, que, aunque encontré buenos temas, nada como Christopher Cross y Another Page.

Y puede que mi oído de “productor musical frustrado” una vez más haya acertado, pues son precisamente las canciones de esos dos álbumes las que predominan en The Café Carlyle Sessions, proyecto del 2008, desconocido para mí hasta el día en que husmeaba en una tienda de segunda mano. Y digo proyecto, más que compilación, pues en esta ocasión Cross decidió grabar para la posteridad versiones con instrumentos y estilo jazz, formato más adecuado para un espacio reducido y, por consiguiente, íntimo.

En Café Carlyle, por tanto, no encontramos el sonido uptempo de los sintetizadores de Rob Meurer y Michael Omartian, ni la agresiva percusión de Lenny Castro, ni los solos de guitarras eléctricas de Jay Graydon, Larry Carlton, Eric Johnson, Steve Lukather o del propio Cross. Esta “segunda parte”, ahora con contrabajo, saxo y flautas, piano, guitarra acústica y una percusión más discreta, nos trae una sonoridad igualmente cautivante. Eso sí, muchos extrañarán la voz de fondo de Michael McDonald en All Right y Ride Like the Wind. Pero, sin dudas, The Café Carlyle Sessions nos demuestra que no pocas canciones se inmortalizan no solo en el tiempo sino trascendiendo el género en que fueron concebidas e inicialmente popularizadas. Y las que antes disfrutábamos a altas velocidades ahora son igual y nuevamente bienvenidas en un ambiente más relajado.

Sailing, tema multipremiado en los Grammys de 1981

Ride Like The Wind, canción western del álbum homónimo, como si estuviera sonando cada hora en la emisoras de FM de los 80

Escenas de Arthur, filme de 1981 para el que Christopher Cross grabó el tema principal y, de paso, se llevó el correspondiente Oscar

All Right, primer corte de Another Page, con la inconfundible voz de fondo de Michael McDonald

The Carlyle Café Sessions, album completo cortesía de YouTube

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