¿Qué ocurrió con Yunidis Castillo y sus deseos frustrados?

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Yunidis Castillo en la final de los 100 m en Londres 2012. Foto: AFP/ Getty Images.

Aunque Cuba no logró superar ni la ubicación, ni la cantidad de títulos, ni el total de medallas de los Juegos Parapanamericanos de Toronto 2015, en la edición de Lima, Perú, los atletas de nuestro país, entre tantas virtudes, demostraron altos índices de eficiencia. De los 46 exponentes en competencia se derivaron 13 coronas, 10 subtítulos y 16 bronces (para un cúmulo de 39 preseas) que permitieron a la mayor de las Antillas descansar en la séptima posición de un medallero dominado de nuevo por Brasil.

En aquella oportunidad, nuevamente fue reina por nuestro país la corredora santiaguera Omara Durand, quien sumó a sus anaqueles tres cetros. Pero detengámonos en las palabras «reina» y «santiaguera» y recordemos a otra figura excelsa de nuestro movimiento deportivo que tantísima gloria le dio a la Isla igual que Omara. Mientras Tokio 2020 rodaba por las pantallas de nuestros televisores, numerosos espectadores se preguntaban por Yunidis Castillo.

No son para menos las interrogantes sobre la apodada Hija del Viento, cuando en eventos continentales, mundiales y paralímpicos nos acostumbró a ver ondear la bandera cubana. Pero Yunidis estuvo no poco tiempo alejada de la pista y su retorno al cien por ciento es dubitativo. No había competido prácticamente desde los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro 2016, ocasión en la que conquistó plata en salto largo y luego debió retirarse de la cita multideportiva, perdiéndose así sus pruebas fuertes, en las que portaba la etiqueta de favorita.

La corredora de 100, 200 y 400 metros de la categoría T-47 (miembro superior amputado) abandonó la lid brasileña debido a una ruptura muscular de grado cuatro en el muslo delantero izquierdo, “se me desprendió el músculo desde la espina iliaca” explicó a inicios de 2017 la indómita. En un primer momento, la operación parecía la principal opción, pero no fue necesario gracias a un implante de células madres.

A partir de ese tratamiento se sucedió una recuperación lenta que le impidió asistir al Mundial de Paratletismo de Londres 2017, donde Omara volvió a ocupar cintillos noticiosos. Después del certamen universal, Yunidis fue desapareciendo al ralentí del radar del deporte cubano.

Para poder contextualizar qué fue de la vida de la velocista santiaguera es necesario retroceder hasta 2008. Según una breve reseña de 2016, aparecida en una prestigiosa publicación deportiva italiana, la cubana vio por primera vez en los campos de entrenamiento de los Juegos Paralímpicos de Beijing a Samuele Gobbi, atleta italiano que perdió su brazo izquierdo en un accidente laboral en 2004, cuando tenía 25.

Después de ese evento establecieron vínculo a través de llamadas telefónicas de un continente a otro y mensajería online, hasta que en el Mundial de Lyon 2013 pudieron tener un contacto más directo. En septiembre de ese año, Samuele la visitó en Cuba y antes de concluir diciembre estaban felizmente casados, según precisa la publicación. Fruto de la unión, en 2015 nació Gabriel, sin dudas el trofeo más valioso de la pareja de deportistas.

Gobbi cumplió el 10 de agosto 43 años, intervino en Beijing 2008 y sus principales resultados han sido en certámenes europeos. Yunidis, el 6 de junio, llegó a 35 almanaques, y entre numerosos rendimientos posee cinco cetros y un subtítulo en tres citas bajo los cinco aros (2008, 2012 y 2016) y siete oros y dos platas en tres eventos mundialistas (2011, 2013 y 2015).

Castillo -perdió su mano derecha en un accidente automovilístico cuando estaba cerca de cumplir 11 años en su natal Santiago-, ha residido entre Italia y Cuba y su impronta, además de gigantesca, será duradera y bien compleja de superar.

En marzo de 2021, una publicación del diario Granma daba cuenta del regreso de la antillana a las pistas. «Estoy entrenando doble sesión todos los días, cuando termino no tengo tiempo para nada, lo único que deseo es descansar. Me incorporé a los entrenamientos, bajo las órdenes de Miriam Ferrer, en septiembre de 2019 con la vista puesta en Tokio-2020, pero ese trabajo se interrumpió por la COVID-19. Todo cambió», declaró al periodista Alfonso Nacianceno.

Volvió a la actividad competitiva en ese propio año, en el Grand Prix de Túnez, y solo participó en los 400 metros, donde estuvo alejada de sus mejores cotas.

Finalmente no consiguió su cupo rumbo a la cita bajo los cinco aros en la capital nipona, puesto que, como explicó más adelante al propio periódico, dejó de entrenar en abril «por reiteradas lesiones y tomé esa decisión, porque no podría cumplir los parámetros fijados por la Federación Internacional para clasificar».

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