¿Qué fue de…? Julio César Villalón, el primer MVP en la etapa moderna del béisbol nicaragüense

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Julio César Villalón. Foto tomada de su perfil en Facebook.

Oscuridad total. Silencio. Nervios. Así deben funcionar las cosas cuando alguien está en la costa, a la espera de una lancha para marcharse del país. Todo eso lo sintió Julio César Villalón, un pelotero holguinero que decidió irse de Cuba a probar suerte en lo mejor que sabía hacer.

Todo había comenzado en el mismo 1999, meses antes de concluir la temporada regular de la 38va. edición de la Serie Nacional de Béisbol (SNB). En esa campaña, Julio César había ganado nueve juegos y perdido 12, aunque teniendo en cuenta que lanzaba para uno de los peores planteles de la Isla, esos números no lucían nada mal.

En un día de partido, algunos cazatalentos de Grandes Ligas se le acercaron a él y a su compañero de equipo Miguel Pérez. Los scouts habían visto en ellos un posible material de calidad para las Mayores, y les hablaron de su interés en llevarlos a probarse al mejor béisbol del planeta.

El contacto para sacarlos estaba en República Dominicana y la única condición que les puso fue que todo tenía que hacerse en el más absoluto secreto. Así se fue planificando todo, y después de concluir la Serie, sucedió la partida.

En una entrevista concedida al diario nicaragüense La Prensa, Villalón contó que nunca se despidió de su gente. Cuando estuvo en tierra quisqueyana llamó a sus padres y les dijo lo que había hecho. Ellos, incrédulos, pensaron al principio que se trataba de una broma, pero luego de hablar con Gustavo Domínguez, representante del atleta, se convencieron de la realidad.

Al momento de abandonar la Mayor de las Antillas, y según refleja el sitio web oficial de la SNB, Villalón había intervenido en seis clásicos cubanos con el equipo de Holguín (1993-1999), y en esa misma etapa, disputó la 2da. Copa Revolución en el año 1997. Su récord local en 123 juegos lanzados, fue de 26 triunfos y 33 descalabros (.441). Además, sumó otros siete salvados y un promedio de carreras limpias de 4.20 a lo largo de 1506 entradas de labor, en las cuales repartió 223 ponches y 176 boletos.

Después de aterrizar en Dominicana, Julio César fue transportado en un avión privado hasta Jamaica y después a Costa Rica. Allí estuvo justo antes de irse a Estados Unidos, en donde obtuvo un contrato de 350 mil dólares con los Tampa Bay Devil Rays, en el año 2000.

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Su debut en la pelota rentada sucedió con el equipo filial radicado en St. Petersburg, un plantel de categoría A+ (Liga Estatal de Florida). A continuación fue transferido a los Charleston Riverdogs (A, Liga del Atlántico Sur). Entre ambas novenas, consiguió participar en un pobre total de diez encuentros. En 49,2 entradas, permitió 42 carreras. Su balance fue de una victoria y dos descalabros

Al año siguiente, volvió a subir a A+ con los Bakersfield Blaze (Liga de California), con quienes disputó 25 choques. En 2002 tuvo otras dos oportunidades: primero con los Potomac Cannons (A+, Liga de Carolina) y los Duluth-Superior Dukes (Independiente), con los cuales acumuló siete y 13 incursiones, respectivamente.

Para 2003 llegó la que fuera posiblemente su mayor satisfacción como profesional en Estados Unidos. Como resultado de su llegada a los Saint Louis Cardinals, logró ascender hasta el nivel de AA con los Tennessee Smokies (Liga Sureña). Si bien duró solamente 12 partidos con ellos, al menos logró competir en el nivel más alto que sus condiciones le permitieron. Tras su paso por esa franquicia, se fue a los Palm Beach Cardinals (A+, Liga Estatal de Florida). Ahí terminó su contrato con los de Misuri y, de paso, cerró cualquier oportunidad de jugar en la MLB.

Sin equipo ni posibilidad de contratos en Norteamérica, en 2004 se fue Nicaragua, y allí logró ser un elemento importantísimo para Leones de León, que en el curso 2004-2005 salieron campeones por primera vez desde 1960. En la etapa regular de ese torneo, según estadísticas que pudimos hallar, ganó cinco y perdió tres, con promedio de carreras limpias de 2.63 en 70,1 entradas. En la serie final, acontecida en enero de 2005, obtuvo el primer galardón al Jugador Más Valioso en la historia de las finales de la LNBP, al ganar dos partidos y anotarse, además, un punto por juego salvado.

Tras finalizar —temporalmente— su paso por tierra nica, Julio César se marchó a Italia, en donde defendió los colores del Palfinger Reggio Emilia de la liga local. Sin demasiado que contar de su experiencia europea, regresó a este lado del Atlántico, en donde estuvo un tiempo con la sucursal de Sarasota (A+) de los Cincinnati Reds, aunque duró poco ahí.

Su carrera volvió a relanzarse en 2006, cuando firmó con los Indios del Bóer de la Liga Nicaragüense de Béisbol Profesional. Ya antes le había ido muy bien con los de León y en el nuevo conjunto tuvo la dicha de reencontrarse con su compañero Miguel Pérez, tras varios años de haberse ido juntos de Cuba en el más absoluto secreto. No poseemos sus números en ese certamen en el que Villalón regaló, sin dudas, algunas de sus mejores actuaciones.

En 2008, un diario panameño publicó que el holguinero sería uno de los extranjeros del conjunto Chiriquí para esa campaña en la nación canalera. Luego se convertiría en preparador de pitcheo de ese mismo equipo.

Actualmente reside en Costa Rica y se desempeña como entrenador de béisbol. Por sus manos han pasado varias promesas del béisbol cubano reciente.

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