Extraterrestres y ovnis en Cuba: Lo que (quizás) sabes y lo que no

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“Yo me encontraba cortando caña. Entonces fui a encender un cigarro y vi una nave que venía pa’ abajo y pa’ abajo, pero antes de llegar abajo frenó y bajó suavemente. Cuando aterrizó, vi que salía un hombre de ahí adentro, camuflajeáo. Entonces dio la vuelta y se recostó a la nave”.

Según el documental de 1997, OVNIS ¿en Cuba? (dirigido por Octavio Cortázar, Armando Linares y Hugo Parrado), la confesión de antes corresponde el campesino Adolfo Zárate, quien declaró haber presenciado —supuestamente— el aterrizaje de un objeto volador no identificado en sus cultivos de la localidad de Torriente, Matanzas, el domingo 15 de octubre de 1995.

El caso de Adolfo no fue el único del que se supo por esa misma época en Cuba. Resulta que, a mediados los 90, el asunto se convirtió en una suerte de tendencia de la que se hicieron eco incluso los medios de prensa nacionales, que trataron de cubrir el fenómeno de la manera más seria posible.

Posiblemente, la primera historia «asociada» a la presencia alienígena en la mayor de las Antillas, a la cual que se hace referencia en el filme mencionado anteriormente, está asociada al cacique Hatuey. Quemado en la hoguera por los colonos españoles, cuenta la leyenda que, al momento de morir el jefe aborigen, surgió una luz muy fuerte que salió volando y se transformó en lo que se conoce como “La luz de Yara”.

Siglos después, algunos habitantes de esa localidad situada en la oriental provincia de Granma, han seguido dando fe de ese fenómeno. Cuentan que se trata de una enorme luz roja que viene unas veces desde el mar y otras desde las montañas, para luego dividirse en diferentes esferas que vuelan de forma independiente y se unen al final. Entre ellos, hay quien asegura que puede paralizar a las personas que se le acercan demasiado.

Otra trama de este tipo, también añeja en el tiempo, tiene como protagonistas a los científicos Alejandro de Humboldt y Aimé Bonpland. Se cuenta que, cuando el alemán y el francés regresaban a La Habana desde Venezuela, en diciembre de 1800, mientras se hallaban al sur de la Isla de la Juventud, a un costado de la luna vieron lo que describieron como “un gran arco de colores prismáticos, pero de espectro opaco, que después de estar estacionado varios minutos, bajó brevemente y se perdió en el espacio”.

En 1959 ocurrió otro suceso que marcaría, en la bahía de Matanzas, a un grupo de aproximadamente 30 niños exploradores, quienes dijeron haber presenciado el surgimiento de un objeto desde el mar, el cual revoloteó en el aire y súbitamente se perdió en el cielo a una velocidad increíble.

Tiempo atrás, aquí mismo en Cubalite, publicamos un texto que hablaba de varias historias similares a las anteriores.

Más adelante, en 2020 nos hicimos eco del hecho inusual presenciado en diferentes puntos del occidente cubano, el cual, en principio, algunos se apresuraron a identificar como un posible ovni, aunque más tarde quedó claro que se trataba de la estela dejada por un cohete lanzado desde la Estación de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral, Florida.

Curiosamente, luego de ver el documental al que nos referimos con anterioridad, en los comentarios encontramos otro relato, bastante menos elaborado, del usuario FeeelingAlive, quien mencionó vagamente un posible encuentro cercano de cuarto tipo o abducción: “nosotros vimos un ovni con ventanas y todo en mi casa en Cienfuegos… yo tendría como 9 años o 10 por ahí…mi madre ha sido abducida…y yo también (creo)”.

Más detallado es el testimonio de Anisia Arias, quien aseguró haber sido contactada por uno a finales del verano de 1990.

“Salí al patio, miré al cielo y vi una lucecita que se movía, parecida a un satélite en dirección al norte, cerca de la Estrella Polar. De pronto se detuvo, retrocedió, descendió, quedando estacionada a unos 500 metros de donde yo estaba parada y a unos 100 metros de altura del suelo. Ahí pude precisar su forma: era semiovalada, en forma de disco; la parte de arriba era más abultada, en forma de cúpula, de un material parecido al aluminio y tenía en todo su entorno un halo de luz que determinaba bien su silueta.

“De repente, sin darme tiempo a nada, a una velocidad increíble, el objeto vino hacia mí, quedando aproximadamente a cinco metros de distancia de donde estaba. Yo quedo dentro de ese halo de luz, que era como una niebla, y pude ver que en la cúpula había algo que no preciso porque perdí el conocimiento.

“¿Qué pasó? No lo sé. ¿Qué tiempo pasó? Tampoco lo sé. Solo sé que, cuando vuelvo a tener conocimiento, estoy dentro de la casa ¿Cómo llegué hasta allí? No lo sé, porque yo estaba en el patio. Aparezco dentro de la casa como el que cae de una altura, de la siguiente manera: las rodillas se me doblan y hago un esfuerzo muy grande para recuperarme y mantenerme en pie, cosa que consigo. Respiré muy profundo, vi que estaba todo muy iluminado y que el objeto estaba detrás de mí, del otro lado de la puerta, afuera. Siento un ruido, como un zumbido muy agudo, pero sentí mucho miedo y no viré la cabeza para ver.

“Continué para la sala, llamé a mi mamá y le dije: ‘Mima, corre, que hay una bola de candela que va a encender la casa’. Continué y salí por la puerta del cuarto, buscando en el techo luces encendidas, cosa que no era cierto. Entonces busqué en el cielo y volví a ver el objeto que se alejaba hacia el norte, desde donde mismo había venido.

“Me quedé en el patio. Cuando fui a caminar sentí una molestia y los pies me pesaban mucho. Sentí también unos calambres que me subían por los pies hacia arriba como una corriente y un cansancio muy grande. Cuando entré, mi mamá me hizo preguntas, pero yo no podía hablar esa noche. Me acosté con esa misma ropa y al día siguiente pude apreciar que la luz me molestaba en los ojos. Como estaba todavía atontada, me costó recordar, pero con mucha dificultad fui recordando. Pude ver en el patio que los árboles cercanos al lugar en donde se situó el objeto estaban mustios y con el paso de los días fueron cambiando de color hasta quedar completamente mustios”.

Posteriormente, Anisia fue hipnotizada para intentar esclarecer qué sucedió cuando estaba inconsciente. Sus palabras en ese estado parecieron indicar que había sido llevada a otro sitio por algunos seres “rubios y flaquitos”, quienes tenían “equipos como radios” y le pincharon los brazos con agujas, además de apretarle la cara mientras la tenían sentada en algo blanco. “Redonda arriba y blanca” fue como describió el interior de la nave.

Sin embargo, da igual lo sórdido de los relatos que encontremos, la realidad indica que, lo más cerca que hemos estado en Cuba de un platillo volador fue en 1954, cuando, dirigidos por Joaquín M. Condal, un grupo de creadores y artistas plantó en secreto una versión de esa nave en la zona de la actual Ciudad Deportiva. La gente se volvió como loca, y hasta llegaron policías y bomberos para controlar la situación. Al final, el “troleo” se confirmó cuando de adentro de aquel vehículo “estelar” salieron celebridades como Rosita Fornés.

Algo similar tuvo como protagonista a Julio Acanda, quien apareció en un video ofreciendo la revelación de las relaciones interespaciales entre Cuba y los alienígenas. Luego se sabría que este clip pertenecía al filme de ciencia ficción El viaje extraordinario de Celeste García (2018), de Arturo Infante, y que contó con María Isabel Díaz en el rol principal.

El geofísico y divulgador científico, Bruno Henríquez, explica que uno de los mitos de la ovnilogía (ufología) habla de las dimensiones y universos paralelos, los desplazamientos temporales, así como del cambio físico conocido como salto del hiperespacio, método que podrían «emplear» nuestros “vecinos” galácticos para moverse entre realidades y distancias lejanas.

El fenómeno “ovni” surgió, como lo conocemos hoy en la cultura popular, a partir del 2 de julio de 1947, momento en que se originó el llamado “Caso Roswell”. Ese día, según se publicó, un objeto extraño, de procedencia desconocida, fue hallado en un rancho próximo a esa localidad del estado de Nuevo México y, a partir de entonces, ha sido identificado ese hecho como el origen del movimiento que se dedica a buscar intensamente pruebas de la presencia extraterrestre por estos lares.

Desde entonces, además de miles de investigadores, coleccionistas y obsesos del tema, han aparecido montones de películas, series, historietas, animados y documentales que, con más o menos tino, se han valido de ese filón mediático para generar cantidades ridículamente enormes de dinero.

A pesar de la ausencia de evidencia científica que han aportado los «ovni-fans», quizás algún día todos sus esfuerzos terminen por ser recompensados gracias a la llegada, con bombo y platillo, de alguna delegación proveniente de una galaxia muy (muy) lejana. Hasta entonces, cuesta creer que estén haciendo algo más productivo que arar en el mar.

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