El 17 de noviembre pasado aterrizó en Netflix un show de origen mexicano, que inmediatamente se convirtió en tendencia. La propuesta en cuestión se llama Ojitos de huevo y fue creada por los guionistas Santiago Limón y Big Drama, a partir de la vida y obra del comediante ciego Alexis Arroyo, cuyo sobrenombre da título al show.
El relato comienza cuando Alexis y su amigo/manager—, Charly (interpretado por el también cómico Kike Vázquez) deciden irse de su Querétaro natal hacia esa monstruosa urbe que es Ciudad de México, con la meta de abrirse un camino independiente en la vida fuera del seno familiar. Una vez en la capital de la nación azteca, ambos se encontrarán metidos en muchas situaciones que pondrán a prueba no solo su amistad, sino también su resolución para luchar por los sueños.
Junto a la dupla de protagonistas, comparten en estos primeros ocho episodios otros actores como Alejandro Calva, Verónica Merchant, Paola Fernández, Begoña Narváez, Teté Espinosa, Memo Villegas, Alfonso Borbolla y Enrique Arreola, quienes constituyen el soporte perfecto para darle esa solidez extra a una trama repleta de caracteres multidimensionales y bien escritos.
En Ojitos… las discapacidades son un pretexto para reírse de la vida y de los obstáculos que esta nos coloca delante. Con muchísimo respeto por las personas con necesidades y características especiales, Limón y Big Drama tocan temas que marcan el día a día de esta gente (y de otras tantas), tales como la sobreprotección familiar, las relaciones íntimas, la búsqueda de un propósito vital, las enormes dificultades para abrirse paso en un mundo que confunde el respeto con la lástima, y también lo complejo de colarse en un mercado laboral que apenas los toma en serio.
Mediante las peripecias que atraviesan Alexis, Charly y compañía, los creadores nos dejan caer muchas lecciones que nos ayudan a dejar atrás estereotipos y falsas percepciones, y llevarnos a cuestionar “reglas” y prejuicios con los que cargamos muchos.
Sin temor a burlarse de sí mismos, justo como han hecho siempre en su carrera dentro de la comedia, los protagonistas se “desnudan” y nos cuentan —con más o menos libertades narrativas— algunos momentos que han marcado su existencia, y mediante esas situaciones nos permiten ver a través del dolor y soltar unas buenas carcajadas mientras reflexionamos más allá de la superficie de estos fenómenos.
Ojitos de huevo es una historia que ayuda a visibilizar las experiencias de un grupo de personas que durante generaciones ha sido relegado erróneamente a un rol secundario en las sociedades, debido a sus limitaciones físicas. Lo que hacen los escritores, valiéndose de ese poderoso vehículo que es el humor, es contribuir a la normalización de los conflictos que viven estas minorías, quienes, además, deben lidiar a diario con dilemas que son, en esencia, iguales a los de cualquier otro ser humano.
Según dijo el propio Arroyo, el objetivo de esta serie “es hablar de un tema como la diversidad funcional que se vuelve un tabú, al que, o lo abordan de una perspectiva exageradamente triste, dramática y trágica, o desde la inspiración. Esta serie lo que te está diciendo es ríete con nosotros, te invitamos a que te rías no de la condición, sino de la situación, para que lo veas”.
Con la segunda temporada ya confirmada por la plataforma y presta para comenzar su producción posiblemente este mismo año, desde ya esperamos la continuación de Ojitos de huevo, una serie deliciosa que le abrirá los ojos a más de uno.
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