«Nine Perfect Strangers», un batido con buenos ingredientes, pero mal mezclado

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Las historias de gente rica en un santuario de relajación para arreglar sus problemas suele ser un tema que ya hemos visto más veces de las que imaginaríamos a estas alturas. Claro que, si Hulu, la misma cadena de joyitas como The Handmaid’s Tale, What We Do in the Shadows o Catch-22, decide presentarnos su propia versión de este tipo de relatos, pues uno decide darle una oportunidad con tal de descubrir qué tal les ha ido.

Nine Perfect Strangers, el show en cuestión, inspirado en la novela de Liane Moriarty, abre con un tono bastante inquietante y turbio desde que, en su presentación, suenan las notas de This Strange Effect, de The Kinks, lo cual realmente pega con la onda setentera y la psicodelia que descubriremos luego.

Creada por David E. Kelley, el mismo de Big Little Lies y The Undoing, el elenco formado por Nicole Kidman, Melissa McCarthy, Luke Evans, Regina Hall, Bobby Cannavale, Asher Keddie, Michael Shannon, Samara Weaving, entre otros, nos presenta a un grupo problemático de clase alta, cuyas historias y trapos sucios se complementan como si se tratara de un gran rompecabezas que Masha (Kidman), chica mala reconvertida en gurú, desea resolver. El tema es que, desde el comienzo, ella y sus asociados se dan cuenta de lo altamente volátil que puede resultar ese intento.

Familias disfuncionales, influencers, parejas, exatletas, escritoras de éxito, mujeres engañadas y narcisistas compulsivos convergen en Tranquillum House, un spa californiano a donde la gente va a “sanar”. Las rutinas para este mejoramiento pasan por yoga, alimentación sana, terapias grupales, meditación y otras “asignaturas” menos ortodoxas, como cavar tumbas y pararse al borde de acantilados. Al final parece que, en vez de darle relajación a los pacientes, los métodos de Masha solo hacen que ellos estén cada vez más tensos.

Después de seis episodios de esta temporada, que tendrá ocho en total, uno va descubriendo las conexiones entre los diferentes “clientes” del sitio y también algunos retazos del pasado de la “curadora”. El ritmo es bastante lento y puede llegar a desesperar cuando los giros de guion que tocan por plantilla demoran en aparecer, mientras que, en cambio, tenemos diálogos incómodos, flashbacks, alucinaciones y una precisa banda sonora que termina por redondear el tono confuso del programa.

Hay que decir que las actuaciones están por encima de la media que acostumbramos a ver. Shannon y McCarthy, sobre todo, se roban los aplausos de la audiencia, pero eso no basta para elevar la conexión de la trama con los que estamos de este lado.

Nine Perfect Strangers tiene todo lo necesario para convertirse en una propuesta que recordaremos como un éxito televisivo. Sin embargo, tal y como un equipo de grandes figuras que no logra siquiera acercarse a un trofeo, así sucede también con este pastiche ambicioso.

Lo que en teoría lució como un intento por ejecutar un ejercicio profundo y complejo, termina convertido en una serie mal guiada que resbala en sus propias pretensiones y nos deja con la impresión de que hemos perdido el tiempo viendo cada uno de sus capítulos. Y no, no es que sea tan mala como todo eso, pero tampoco llega a la calidad necesaria para ser considerada entre las mejores estrenadas en el año.

Dejamos a su consideración verla. Si le gusta el misterio, los mensajes crípticos y tiene horas de sobra este fin de semana, puede dedicarle un rato. Si no, mejor váyase a ver The White Lotus.

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