«Esto parece mentira, pero es como lo que ves en las películas, esas que presentan las epidemias de un modo tremendista».
Adolfo Lombardi nació en Cuba, en 1995. Llegó a Italia hace 12 años. No vive en una de las zonas más afectadas (al norte del país), aunque el panorama de su entorno (en el centro) es igual de desolador.
Habla del certificado que lleva consigo cada vez que sale, aunque aún nadie se lo ha pedido, en el que se detalla el motivo por el cual te estás moviendo. «Solo te autorizan salir para trabajo, urgencia o compras».
Le llama la atención el proceso del supermercado, acción que antes no tardaría ni diez minutos, ahora demora, como mínimo, treinta minutos o una hora, debido a toda la cuestión organizativa de la protección con guantes, mascarillas, las colas distanciadas y fuera de los establecimientos: entran de uno en uno.
De su vida antes del coronavirus habla de dos momentos. En una primera etapa, al poco tiempo de llegar a un país con una cultura y un idioma diferentes, “fue difícil para mí ambientarme, orientarme y conocer personas”.
El dominio del idioma y el desenvolvimiento le llevó cerca de cuatro años. Fue un período de escasa relación social. “En ese tiempo me dediqué a la programación autodidacta hasta que me diplomé y comencé a trabajar en una agencia que se dedicaba a desarrollar programas informáticos”.
La música marca otra etapa. Finales de 2016 y principios de 2017 llegaron a definir un momento significativo en su vida. Su acercamiento a ese arte, primero fue puro entretenimiento hasta que conoció a alguien cuya función fue “despertarme, hacerme ver que uno debía buscar más allá del trabajo normal para contentarse”. Los amigos han sido esenciales.
A partir de aquí, Lomba Lambo (nombre artístico que juega con su apellido), describe sus primeros pasos “escribiendo y componiendo” para luego cantar en escenarios que eran, casi únicamente, las plazas donde habitualmente se reunían. Más adelante se unió a otros “colegas” que ya tenían creado un estudio y así surgió Black Box.
“Mi período musical más intenso fue 2018. De enero a diciembre siempre sacábamos algo con videos, pero todo era muy poco planificado, debido a la inexperiencia. Ahora hacemos las cosas más lentas, pero con más conocimiento”.
Lomba Lambo y su grupo (cuatro integrantes, uno en las bases musicales y tres cantantes) tenían planes para 2020 que tuvieron que aplazarse. Su tema Claro posee, hasta el momento, más de 7 mil reproducciones en Spotify y planean más adelante, si las condiciones lo permiten, estrenar varios videos y un álbum.
Él, ahora mismo, trabaja como programador desde su casa, por eso su trabajo no ha cambiado mucho en cuarentena. No se aburre. En los ratos libres del trabajo, planifica, estudia y crea en torno a su segunda ocupación: la música.
Este período de aislamiento le ha servido para organizarse. Continúan trabajando en las redes sociales. “Apoyamos con freestyles (improvisaciones) de un minuto en las redes hablando de la situación y apoyamos desde nuestro arte”. Es la única posibilidad de intercambio con sus seguidores. Lomba Lambo tiene un perfil en Instagram lleno de fotos suyas. En lo personal, a Adolfo no le gustan los grupos en redes. Silencia las notificaciones. Se pierde entre tantos mensajes.
Todavía hoy, dice, “siento como si tuviera adentro dos personas”. De Cuba, país que lo vio nacer y extraña, lleva dentro el ritmo, la paciencia, la calma, el carácter relajado: “nosotros no nos estresamos tanto como los europeos”.
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