Si hay un talent show pensado para los cubanos, ese es Masterchef. La cocina de los nativos en esta isla emana cubanía, su sabor es inconfundible y logran otorgarle ese calor y toque criollo, incluso a los platos más internacionales.
El pasado año, una cubana logró colarse en la mismísima final de la sexta edición del concurso de cocina más exigente de la televisión en España. Ketty Fresneda quedó finalista, con una combinación de sabores tropicales y gallegos (debido a la influencia de su familia política), pero no logró superar el menú mediterráneo de la ganadora, Marta Verona.
En esta ocasión, y en un formato diseñado casi a su medida, una cubana de 75 años está entre los concursantes de la segunda edición de la versión de Masterchef para Latinos. Aquí, entre venezolanos, dominicanos, mexicanos y colombianos, la abuela logra imprimir su sazón criolla.
Miriam Palomino, nacida en Pinar del Río, actualmente reside en Miami. Allí prepara para sus familiares los platos tradicionales aprendidos de la mano de su madre. Aunque domina a la perfección las elaboraciones típicas cubanas como el congrí y la carne de cerdo asada, en el talent show ha asegurado que domina otras técnicas.
En medio de las exigencias que imponen este tipo de concursos, la abuela cubana de 75 años no se detiene. Asume las presiones que se viven en la cocina con toda la energía que esto requiere.
En cada emisión demuestra que nunca es tarde para asumir nuevos retos. Particularmente, en el tercer episodio, transmitido hace una semana, estuvo en la cuerda floja durante la prueba de eliminación, pero debido a su buena mano para la cocina, sus habilidades aprendidas durante toda la vida al lado de los fogones y al apoyo de sus compañeros, logró presentar un buen plato ante los jueces, a quienes les encanta su sazón.
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