El 20 de marzo de este año llegó a Netflix Tiger King: Murder, Mayhem and Madness, una miniserie documental de ocho capítulos sobre la historia de Joe Exotic, el dueño de un gran zoológico ubicado en Oklahoma, y su compleja relación con Carole Baskin, propietaria de un santuario dedicado al rescate de animales. La trama se mueve entre disputas, acusasiones de asesinato y una conspiración para cometer homicidio. Pronto, el material comenzó a romper récords de audiencia, y en cuatro semanas ya la habían visto en 64 millones de hogares, según declaró la propia plataforma de streaming, cifra que casi la equipara con Stranger Things en un mismo rango de tiempo. Varios temas alrededor del «rey de los tigres» generaron disímiles conversaciones y debates en redes sociales y eso, innegablemente, impulsó su popularidad.
En el episodio dos aparece un personaje bastante curioso. En medio del desmadre asociado a Joe Exotic, se nos presenta a un cuidador de animales llamado Mario Tabraue, quien actualmente es presidente de la Zoological Wildlife Foundation (ZWF), organización con fines de lucro establecida en Miami, Florida. El tema es que, más allá de su apariencia de tipo normal y amante de los animales, este cubanoamericano estuvo vinculado al mundo del narcotráfico y fue acusado también de encubrimiento de asesinato.
Procesado por un juez federal en 1989, Mario ganó notoriedad por operar una gran red de tráfico de estupefacientes en el sur de los Estados Unidos. De esa época se cuentan historias macabras sobre él. Esos elementos hicieron que luego muchos hablaran de él como una fuente de inspiración para el Tony Montana que interpretó Al Pacino en Scarface (1983).
No obstante, la historia real comienza en la Pequeña Habana, sitio al que Mario y su familia habían llegado con la intención de cambiar sus vidas. Y vaya si lo hicieron. Para 1976, él y su padre, Guillermo, habían empezado a construirse un interesante currículum criminal, como resultado de la red de distribución de marihuana que administraban, la cual les permitió meter a los States, según varias fuentes, hasta 500 mil libras de “hierba”.
Hacia finales de los 70, las referencias que se tienen de Tabraue indican que se dedicaba a sobornar policías en Miami y también se sabe que abrió una especie de tienda/rancho de animales exóticos, sitio que eventualmente implicó que fuera imputado con cargos de adquisición ilegal de especies en peligro de extinción.
Sin embargo, no fue hasta la siguiente década que el negocio familiar llegó a su cénit. A esas alturas, se asumía que el chico Tabraue tuviera alrededor de 10 mil libras de mercancía guardadas en la atracción turística conocida como Parrot’s Jungle. Además, los cálculos aproximados estiman que la operación llegó a valer 75 millones de dólares en esa etapa.
Cuentan varias fuentes consultadas que, durante aquel tiempo, Larry Nash, informante de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés), fue descubierto por los hombres de Tabraue y lo asesinaron.
Aunque el ‘jefe’ nunca fue acusado —directamente— de este macabro acto, el FBI sí armó un caso en su contra, conocido como “Operación Cobra”. Como resultado de la investigación, que incluyó a su rancho y a la tienda de mascotas controladas por él, fue arrestado y acusado en 1987 por tráfico y crimen organizado.
Hasta el momento del juicio pasaron otros dos años. Cuatro meses después de haber comenzado el proceso, finalmente esa parte de la historia concluyó con la condena de varios individuos. A Mario Tabraue, quien fue encontrado culpable de 61 cargos por crimen organizado, un juez federal le castigó con una estancia de 100 años en prisión.
Doce años más tarde, gracias a un continuo trabajo como valioso informante para las autoridades norteamericanas, salió de prisión.
Tras poco más de una década volando más o menos bajo el radar, en 2014 volvió a los titulares. Esa vez lo hizo para oponerse a la propuesta de normativa conocida como “Ley de Protección de los Grandes Felinos y la Seguridad Pública”, impulsada por el republicano Buck McKeon, con la intención de dificultar la obtención de animales exóticos, así como generar un mayor control sobre ese tipo de negocios.
La postura de Mario estaba más que clara, pues como como cabecilla de la ZWF, no le convenía que se impusiera esa legislación, puesto que es dueño de una envidiable colección, dentro de la cual se incluyen guepardos, leopardos, tigres, jaguares negros, leopardos de las nieves y leopardos nublados.
Actualmente, sigue con sus actividades vinculadas al mundo animal. Además de su manada de felinos, posee muchas otras especies, entre las que se incluyen serpientes venenosas, pitones, cocodrilos, tortugas y perezosos.
Su establecimiento se halla en la lista de los mejores 25 zoológicos de la nación estadounidense y promedia una puntuación de 4.5 en la web de TripAdvisor, gracias a los votos de sus visitantes.
Pese a ello, aún hay quien asegura que siguen existiendo cosas turbias alrededor de Mario.
En la propia serie de Netflix, Mark McCarthy, antiguo empleado suyo en ZWF, explica cómo este hacía para introducir drogas de contrabando metidas dentro de serpientes. Según este hombre, su jefe solía abrir las criaturas y luego las cosía, sin importar el daño que les causara en el proceso.
No obstante, de momento, estas declaraciones tampoco han sido comprobadas por las autoridades, por lo cual Tabraue continúa trabajando en la reserva fundada y dirigida desde 2001 por él y su ex esposa, María, y en donde también labora su pareja del momento, la joven colombiana Vanessa Castellanos.
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