La increíble historia de la abuela cubana que ganó un Grammy a los 95 años y debutó en el cine

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Ángela Álvarez. Foto tomada de IMDb.

“Me gustaría agradecer a la Academia y a todos aquellos que me han ayudado a llegar a este momento. (…) muy especialmente a mi hija Marucha, que yo sé que está disfrutando de este momento y se siente orgullosa de su madre. (…) Aunque la vida es difícil. Con fe y amor lo pueden lograr. Se los prometo, que nunca es tarde. Los amo a todos y que Dios me los bendiga”, fueron las palabras de Ángela Álvarez inmediatamente después de haber hecho historia al ganar un Grammy Latino a una edad en la que la mayoría de las personas ni siquiera imaginan que algo así pueda suceder.

El 17 de noviembre de 2022, esta cubana dejó una huella enorme en la música, cuando le demostró al mundo entero que no hay límites para lograr tus sueños y alcanzar el éxito como artista.

Aquel día, durante la 23ra. ceremonia anual de esos premios, celebrada en la Michelob Ultra Arena de Las Vegas, Ángela, de 95 años, fue reconocida junto a la cantautora mexicana Silvana Estrada, de 26, en la categoría de Mejor Nuevo Artista, lo cual le permitió convertirse en la músico más veterana en merecer semejante galardón.

Tiempo antes de ese momento, al enterarse de que había sido nominada, Álvarez había declarado a BBC: “sentí muchas cosas, pero lo más bonito que sentí fue pensar que yo pude haber llegado a una meta tan importante. Entonces, me sentí muy honrada. Yo sí pienso que es un gran honor que yo voy a recibir”.

“El sueño mío llevó muchos años para que se realizara y se realizó a través de un nieto”, mencionó además para referirse a Carlos José Álvarez, compositor y pariente suyo, quien en 2021 fue el principal artífice detrás de su álbum debut y homónimo, compuesto por 15 canciones selectas entre las decenas que ya tenía creadas desde hacía años.

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Ángela nació en 1927 y luego de levantar dos palmos del suelo, demostró tener una vocación y talento extraordinarios para el arte. Siendo muy joven aprendió a tocar guitarra en el colegio de monjas donde fue educada y más adelante comenzó a estudiar canto y piano.

“Desde niña siempre me gustó la música. Yo tenía unas tías a las que quería mucho y que tocaban el piano. Cuando había reuniones de familia, ellas me decían ‘ven para que cantes’ y yo lo hacía. Eso me gustaba mucho, sobre todo cuando toda la familia aplaudía. ¡Uy, eso me emocionaba!”, relató el año pasado en una entrevista.

A pesar de sus aptitudes y de sus ganas, la carrera artística de Ángela debió tomar una larguísima ruta alternativa cuando, aún siendo ella una jovencita, su padre se mostró reticente en dejarla dedicarse a ese mundo, al cual consideraba como poco apropiado para una persona “decente”.

“Él me dijo ‘tú cantas muy bonito, mi hija, y me encanta oírte, pero yo no quisiera que tú cantaras para el mundo’. Y como yo quería tanto a mi padre, traté de que eso se me borrara de la mente, pero siempre quedó un lugarcito en mi corazón que no podía olvidarlo”.

Tras casarse, se convirtió en madre de tres varones y una niña. Durante los viajes que realizó junto a su esposo por varios países de Centroamérica, se sintió animada nuevamente a cantar y encarrilar de alguna forma su talento para la música. Sin embargo, en 1962 todo se complicaría para la familia, pues al calor de Operación Peter Pan, Ángela envió a sus hijos a Estados Unidos.

“Fue una cosa muy fuerte porque yo realmente nunca pensé en mandarlos solos”, expresó el año pasado en un intercambio con la agencia AP.

Meses después, sin su esposo, logró llegar a Estados Unidos y se estableció en Pueblo, ciudad en Colorado donde los muchachos se encontraban ubicados bajo el amparo de Servicios Sociales. Allí, de inicio, no pudo reunirse completamente con los niños, pero sí recibió apoyo para encontrar trabajo y casa.

Eventualmente todas las piezas caerían en su sitio, aunque no sin una dosis de suerte y ayuda. Su compañero de vida, un ingeniero que había tenido que quedarse en Cuba lejos de los suyos, salió con rumbo a México gracias a la intervención del entonces presidente Adolfo López Mateo. Una vez obtuvo trabajo, los llevó a vivir a todos a la ciudad de Veracruz.

Durante décadas, Ángela se dedicó exclusivamente a la familia. Tristemente, en 1977 su esposo murió de cáncer y más adelante, en 2002, perdería a su hija María también debido a esa terrible enfermedad.

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Durante décadas, la señora Álvarez invirtió tiempo libre en desarrollar su obra musical mediante la creación de muchas canciones basadas en experiencias dulces y amargas, recogidas durante su estancia tanto en la Isla como en México, Puerto Rico y Estados Unidos, las otra naciones en donde ha vivido.

No fue hasta 2018 cuando realizó el primer concierto de su entonces naciente carrera. En el show, efectuado en el teatro Avalon de Los Ángeles, Álvarez fue acompañada por su nieto Carlos, además de por el flautista cubano Danilo Lozano, el percusionista cubanoamericano Luis Conte, el guitarrista peruano Ramón Stagnaro, el flautista colombiano Justo Almario y Alberto Salas, productor, percusionista y tecladista estadounidense.

En aquel espectáculo, el maestro de ceremonias fue el conocido actor Andy García, quien también ejerció como bongosero y participó en la producción del documental Miss Ángela, filme en donde los directores Lloyd Stanton y Paul Toogood contaron la vida de esta veterana artista.

Luego de su éxito musical, fue elegida para el rol de la tía Pili en el filme Father of The Bride (Gary Alazraki, 2022), protagonizado por varias estrellas latinas como el propio García, Adria Arjona, Gloria Estefan y Diego Boneta. En la cinta, Ángela interpreta una versión del célebre tema Quiéreme mucho, la cual fue incluida en la banda sonora original.

Con su disco consiguió, además del Grammy Latino, inmortalizar su historia en canciones como María, dedicada a su hija fallecida; Camino sin rumbo, a la memoria de su marido; y En mi jardín, con la cual homenajeó a sus hijos. Además, grabó para su país —al cual nunca ha regresado—, sencillos como Un canto a mi Cuba, Qué linda es y Añoranzas, mientras que a la tierra boricua le escribió Pedacito de cielo.

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