Son las 8:30 de la noche en España e Iván Pérez Vargas acepta dar una entrevista, mientras comparte con algunos amigos en el bar Tapas 59 de la ciudad de Barcelona. Pudiera parecer una locura, en medio del bullicio, ofrecer tantas declaraciones sobre él y su vida deportiva. El waterpolista cubano encuentra la manera y comienza a responder en el referido lugar y termina en su casa dos horas después, vía internet, pendiente de cada pregunta.
En el año 2000 estaba en una forma física fenomenal el habanero, quien ya era integrante del equipo nacional ibérico. Tenía su maleta lista y, varios días antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Sydney, le dijeron que no podía asistir. Todo comenzó por una discrepancia entre la Federación Española de Atletismo y Cuba, debido al caso de la saltadora de longitud habanera Niurka Montalvo. El presidente de ese organismo hizo unas declaraciones y el gobierno cubano se las tomó mal.
Luego, en la prensa de ese país europeo, se publicó que existían otros deportistas antillanos en la misma situación de Niurka, con menos de tres años de recibida la naturalización.
Entonces, Cuba, que no se había enterado del estado de Iván hasta el momento de las publicaciones, decidió vetarles a él y a Montalvo su participación en la cita multideportiva australiana, decisión respaldada por la Carta Olímpica.
A Pérez le quedaban aproximadamente 45 días para cumplir los tres años. Nunca estuvo de acuerdo con esa medida de las autoridades cubanas, pues no realizó ningún comentario político. “No me interesa la política”, le dice a Cubalite. Fue una pena su ausencia en Sydney, porque, de lo contrario, hubiese tenido cinco Juegos Olímpicos y no cuatro: Barcelona 1992 (por Cuba), Atenas 2004, Beijing 2008 y Londres 2012.
Algunas personas coinciden en que, si el capitalino hubiera competido en aquella edición olímpica, su país hubiese terminado en el podio y no en el cuarto puesto. “No sabría responderte eso, porque decir que, de yo haber asistido, España hubiera cogido una medalla, sería quitarle valor al compañero que me sustituyó. Pero es cierto que tanto el equipo como yo, estábamos en un momento genial, con antecedentes de importantes medallas desde 1998 hasta los Juegos y luego nos mantuvimos con el oro en el Mundial de Fukuoka 2001. Pero tal vez otro gallo hubiese cantado, ya me conocían en muchos países”.
El hijo del otrora integrante del team Cuba de polo acuático, Jesús Pérez, afirma que hay personas que acuden a unos Juegos Olímpicos y puede ser de casualidad, pero cuatro presencias es resultado de la constancia del deportista. También navegó con suerte con las lesiones. Aunque la medalla olímpica le faltó, él le dice a la gente que existen grandes jugadores de la NBA como Karl Malone o Charles Barkley, entre los 50 mejores, que nunca ganaron un anillo y se les recuerda como estelares.
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Por el año 1994, Iván Pérez, natural de Plaza de la Revolución, mantenía relación afectiva con una española. En Cuba conoció al presidente de un club ibérico y a quien luego sería su entrenador en la selección, Joan Jané Giralt. Le propusieron irse a España a jugar y entonces él se casó y se marchó. Le dijo a la parte cubana que estaba dispuesto a participar en verano con el conjunto antillano, pero esta no aceptó, pues no admitían profesionales, le dijeron. Al final se mantuvo jugando allá, a los dos años le dieron la nacionalidad por residencia y comenzó a representar a su nuevo país.
Después del Mundial de Roma 1994 apareció un contrato que había que rubricar con el Inder por ocho años y él decidió no firmarlo. Dijo que lo haría por uno, pero no por ocho. Entonces le informaron que no podía seguir en el equipo nacional y, cuando lo sacaron en septiembre u octubre de ese año, en marzo del siguiente salió hacia Europa. En octubre de 1997 recibió la naturalización y su primer evento con el plantel ibérico aconteció en Grecia, antes del Mundial de Perth 1998, y jura que fue el peor torneo de su vida. “No sé si eran los nervios o qué, pero la verdad es que me salió un torneo horroroso”.
No está de más aclarar que, cuando empezó a entrenar con el equipo nacional en septiembre, aún no le habían otorgado la nacionalidad. Meses después, en enero de 1998, intervino en la justa del orbe efectuada en la ciudad australiana de Perth, donde tiene excelentes recuerdos por ser el primer título para España en ese prestigioso certamen.
En el Mundial de Fukuoka 2001 tuvo más peso en el conjunto y volvió a quedar líder goleador de su equipo, con aproximadamente 16 dianas, y entre los punteros de la justa. Al ser el segundo campeonato universal con la corona, se afianzó como un jugador referencia en esa nación y en el orbe, lo que para un deportista es una de las cosas más gratificantes, asegura.
Con dos medallas de oro, una de plata (Roma 2009) y otra de bronce (Melbourne 2007), explica que “la clave para mantenerse en la élite está en el sacrificio de ser un profesional que vive de su deporte y, por eso, es necesario conocer cuáles son las prioridades: dedicación, trabajo diario, cuidarte mucho y valorar el calor familiar y su apoyo, además de ser abierto a las críticas, sentarte y reflexionar en qué fallaste.
“Otra cosa es tener claro lo que quieres y yo tenía claro que quería llegar a lo más alto, ser un hombre ganador”, agrega. De hecho, cuando desapareció esa motivación se retiró y dejó que la gente lo recordara por su palmarés y no por alguien que alargó más de la cuenta.
A nivel de clubes desarrolló una sólida e ininterrumpida trayectoria desde 1995 hasta 2012, y a excepción de la temporada 2008-2009, cuando jugó con el Brescia italiano, el resto militó en cinco equipos españoles. En 1999 también lo llamaron para trasladarse hacia Italia, pero su ex mujer quedó embarazada de su primer hijo y no quiso irse a vivir al extranjero. Ya la segunda propuesta realizada desde ese país sí la aprovechó, pues no quería terminar su carrera sin haberse probado en otra liga.
De hecho, cuando finalizó ese año con el Brescia Leonessa Nuoto le ofrecieron irse a otro club en Génova, pero retornó al circuito español, era allí donde quería retirarse. Permaneció algunos años más jugando en aquel certamen, más cerca de su familia, y en esa época la liga tenía muy buen nivel, con extranjeros de bastante calidad. Llegó un momento en el que prefirió la comodidad sobre la parte económica. No se arrepiente de haberse quedado en su segunda patria.
Su despedida llegó en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, con 41 años. Recuerda que en el último partido, su equipo lo llevó al centro de la piscina, empezaron a aplaudir todos en el pabellón que estaba a tope, e incluso los miembros de la FINA se levantaron y le desearon suerte. Dejar el deporte fue un trago amargo, después de tantos años compartiendo vestuario con sus compañeros, con los cuales varias veces estuvo más tiempo que con su familia. “Acabé llorando, hecho polvo, como dicen aquí, pero bueno, también hay que pensar en lo bonito: la huella dejada en el waterpolo y los aplausos de los seguidores”, rememora quien cumplió 50 abriles el 29 de junio.
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“¿Qué ocurrió con Iván Pérez luego del retiro? Pues me fui a trabajar un año a Venezuela, que al final fueron dos, con su selección femenina. Por primera vez ese equipo ganó los Juegos Centroamericanos y del Caribe: vencimos a Cuba en Veracruz 2014. Después regresé a España y aprovecho para decir que la Federación de aquí me ha puesto pega, no he tenido mucho apoyo de ella para poder encontrar un puesto de entrenador nacional, aunque sea en categorías pequeñas.
“He tenido que buscarme yo mi vida. Ahora mismo soy preparador de un equipo de cadetes en Premiá de Mar y también estoy trabajando de entrenador personal de un club privado y estoy muy cómodo. Me gustaría, más adelante, poder retomar como entrenador principal de algún equipo nacional. Lo ideal sería que Cuba deseara contar con mis servicios para volver a sacar el waterpolo hacia adelante, espero que algún día eso suceda.
“No sería el primer entrenador extranjero trabajando en Cuba y no creo que los demás hayan cobrado cuatro euros. Está claro que no pagarían el mismo salario de países capitalistas, pero todo es cuestión de hablarlo. A lo mejor no necesitaré tanto como ellos pudieran pensar, pero hay que estar abierto al diálogo y a mejorar. Por supuesto, si a mí me llama Venezuela, por decir cualquier selección, yo tengo un caché y le pediré, pero si me llama mi país, estaría dispuesto a bajar mi caché, pero por eso, porque es mi país”, declara Iván, quien, cuando jugador, hizo aportaciones a la selección cubana, como bañadores o pelotas que entregó en la Escuela Marcelo Salado al equipo de su difunto coach Miguel Rodolfo Ruiz.
La influencia de tu padre Jesús Pérez…
“La influencia de mi padre fue muy grande, pues crecí en el mundo del waterpolo a su lado. Él gozaba de una muy buena reputación, imagínate, tres veces olímpico, pero eso me llevó un día a proponerle una apuesta sana. Si tres Olimpiadas es algo complicado, ponte a pensar en cuatro, y eso fue precisamente lo que le dije, que tendría uno más que él. Es una persona que, durante toda mi trayectoria deportiva, me dio consejos sobre cómo actuar”.
Mundiales juveniles de Francia 1989 y Estados Unidos 1991…
“El primer evento fue para los nacidos en 1969 y la mitad de nosotros nació en el 71. Terminamos en el onceno lugar, pero dos años después, el grueso de ese equipo intervino en el Mundial de Long Beach, California, antes de los Juegos Panamericanos, y allí finalizamos con la medalla de plata, al perder por 10-11 con España en un partido decidido en los últimos 10 segundos. Recibí el premio de Mejor Jugador del torneo”.
Panamericanos de La Habana 1991 y el inédito triunfo ante Estados Unidos en la final…
“Se recuerda muy gratamente. Piensa que era la primera derrota de Estados Unidos ante Cuba en Juegos Panamericanos y sus jugadores venían de ser campeones de la Copa del Mundo una semana antes. Nosotros tuvimos un aliciente y fue jugar de locales en La Habana, y también te digo que siento un tremendo orgullo por haber pertenecido a ese grupo de polistas cubanos que, por primera vez, venció a un equipo norteamericano. Y más con 19 años, acabado de empezar en la selección nacional de mayores”.
Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y tus 16 goles…
“La verdad es esa: marqué 16 goles y quedé líder goleador de la selección cubana y no recuerdo bien si terminé tercero o cuarto de los Juegos. Más o menos en ese evento fue cuando la gente comenzó a saber quién era yo, gracias a esa actuación con mucha juventud. Lo otro es que ya algunas personas me conocían como ‘el hijo de…’, pero con los años me conocieron como Iván Pérez. Pero que me identificaran como ‘el hijo de…’, me dio un orgullo grandísimo; era la muestra de que mi padre había dejado una huella en el waterpolo.
“Es una lástima que, con el historial del waterpolo cubano en Juegos Olímpicos, Barcelona 1992 haya sido la última experiencia. A no ser deportes colectivos como el béisbol o voleibol, el resto fueron bastante olvidados, debido a la situación económica vivida durante la década del 90. Asimismo, la mayoría de los jugadores de la generación del 1969-71 decidieron buscarse su camino fuera de Cuba, lo que provocó un bache en esta disciplina. También la mentalidad era otra, no se permitía jugar profesionalmente y varios de esos compañeros míos, cuando se marcharon, continuaron jugando en España o Italia, por ejemplo”.
Mientras Iván fue miembro de la selección española, jugó dos veces contra Cuba: “un partido de exhibición realizado en Barcelona en 1999, creo, y luego, en el Mundial de 2005 en Canadá, nos cruzamos en una de las fases. Aquí en España jugué con Luis Cruz en el Natació Barcelona durante tres años y fui contrario de Yuri y Pedro Biart, los hermanos de Varadero”. Su hijo Ernesto es continuador de la tradición del polo acuático en la familia, pues compite por el equipo de Rubí, de la Primera División.
*Esta entrevista fue publicada en agosto de 2021.
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