El “falso nueve” es, generalmente, un tipo que fue desnaturalizado porque otro de mayor jerarquía lo necesitó de esa forma. Es esta una columna en la que leerás sobre las desfiguraciones que supone el fútbol. Quizás leas en ella todo lo contrario: nunca se sabe dónde acabará un “falso nueve”.
El Arsenal de Mikel Arteta tiene esa bipolaridad afectiva que, por lo general, acaba llevándolo hacia extremos desconcertados. A veces parece el mejor equipo del mundo, a veces el peor. Lo mismo pasaba hace casi quince años, tiempo después de aquel equipo que Wenger asentó sobre las combinaciones efímeras y constantes en un fútbol demasiado rústico, donde había reyertas con discursos como este: “me llamo Vinnie Jones*, soy gitano, gano mucho dinero. Te voy a arrancar la oreja con los dientes y luego la voy a escupir en la hierba”. El Arsenal de Arsène no inventó nada, pero ruborizó a la Premier, que es como si hubiera revolucionado algo: al inicio, las revoluciones son solo estímulos transferibles. Jamás renunció a la ambivalencia lógica que suponían las posesiones interminables y las transiciones expeditivas, pero el fútbol mundial empezó a ir unos metros por delante y a democratizar estilos contraproducentes para esa determinación del francés. Quizás haya sido el propio Wenger el que no ajustó sus soluciones y dejó a un lado, por ejemplo, la recuperación desde el sacrificio, desde la virtud reactiva. Tampoco buscó habituarse y de su juego refinado fue quedando una reputación más romántica que concreta y, en algún momento, se convirtió en referencia predilecta de muchos entrenadores sensibleros que hoy ya no son tan sensibleros o no son tan entrenadores.
Ahora, el de Mikel es un equipo continuista que busca supervisar el legado de Wenger (así se nota en la mayoría de los partidos) o, al menos, no estorbarlo, como si el bueno de Arsène hubiera creado el genoma del Arsenal y todo el que le suceda en el banquillo deba convertirse en curador antes que en técnico. El vasco no se ha atrevido a desmitificar ese fútbol sobreexpuesto en tiempos de una practicidad extensiva. Habla acerca de la necesidad de que su proyecto se vuelva sostenible a mediano y largo plazo, pero mientras, sigue jugando con mediapuntas poco comprometidos –esos seres tan vulnerables que cada vez se alejan más de responsabilidades férreas– y con dos pivotes que deben lucir como si fueran tres. Si tiene el balón, parece el Arsenal de Wenger; si lo pierde, también. El Arsenal de Arteta es, más bien, una valoración sucinta y ordinaria que aparece, casi exclusivamente, en las conferencias de prensa o en las zonas mixtas, cuando al propio DT o a algún jugador se le pregunta por el partido recién finalizado: el Arsenal de Arteta es una serie de sintagmas sobre cualquier argumento pedestre.
*Vinnie Jones es un exfutbolista británico que jugó en Wimbledon, Leeds United, Sheffield United, Chelsea y QPR. Durante su carrera se convirtió en un temible defensor, conocido por sus fuertes entradas y su agresividad en la cancha. Tras retirarse comenzó una carrera como actor y se le ha visto en varios filmes y series televisivas.
P.D: Si quieres leer otras columnas publicadas en Falso 9, puedes hacerlo aquí. Nos vemos en enero.
0 Comentarios