Hablar sobre la carrera deportiva de Pedro Luis Rodríguez podría llevarnos varias páginas. Desde su debut en la década de los ochenta, hasta 1996, el fatídico año en que decidieron retirarlo, todavía en excelente forma, junto a una buena cantidad de peloteros, el exreceptor se convirtió en uno de los bateadores más temibles dentro de los diamantes beisboleros del patio. Fue, durante aquella etapa, miembro del extinto equipo Habana, en el que compartió con talentosos como Oscar Macías, Romelio Martínez, Gerardo Miranda, Juan Carlos Millán, Luis Ignacio González, José Ibar, entre otros. Dejó cifras astronómicas durante casi todas sus temporadas en los eventos nacionales, que lo llevarían, al término de 14 Series Nacionales, a finalizar con un average ofensivo de .334, el décimo mejor de todos los tiempos en la historia del béisbol posterior a 1959 (con esa misma cifra aparecen el pinareño Alexei Ramírez y el santiaguero Antonio Pacheco).
En esta ocasión, queremos referirnos al rendimiento al bate del máscara luego de su retiro en Cuba. Después de que acabara su etapa como jugador activo en la tierra que lo vio nacer, estuvo en Japón y siguió siendo un dolor de cabeza para los pitchers rivales, pero tuvo problemas para adaptarse a la cultura de ese territorio asiático y no se alargó mucho su estancia en aquel país. Su momento álgido llegaría en el campeonato nicaragüense, certamen en el que haría historia.
Resulta que antes del comienzo de la temporada 1996-1997, la Federación Nicaragüense de Béisbol y Asociados (FENIBA) tomó la decisión de permitir que en su principal campeonato participaran peloteros que tuvieran vínculos contractuales con organizaciones profesionales. Podrían unirse también atletas extranjeros.
Uno de los refuerzos del elenco de Matagalpa en esa campaña sería Pedro Luis, quien, sin dudas, superaría las expectativas de los aficionados. Lo acompañaba su caché de excelente bateador en los clásicos cubanos, pero podría insinuar cierto bajón en el rendimiento el hecho de que lo hubieran retirado. Ocurrió, entonces, todo lo contrario a esto último.
Rodríguez no defraudó a nadie: en 156 veces al bate conectó 73 indiscutibles, válidos para un astronómico .468 de average ofensivo, récord que todavía nadie ha podido mejorar en esa liga. Desde ese país centroamericano argumentan que pudieron influir en ello las «bondades» del parque Chale Solís, terreno en donde hacía las veces de local el conjunto que había contratado al nacido en la antigua provincia Habana.
En una publicación del diario La Prensa indican que el catcher casi no completa la cantidad de turnos necesarios para poder luchar por encabezar ese apartado, pero consiguió las comparecencias y su nombre fue el que apareció como líder de bateo en las estadísticas finales de la 96-97.
Con ese guarismo superaba el .439 que había logrado Nemesio Porras en la edición finalizada en 1992 (129 jits en 294 veces, durante 84 encuentros).
Otro dato más sobre la increíble hazaña de Pedro Luis: desde que llegó a .400, en su noveno turno al bate de la temporada (se disputaron 60 partidos), jamás bajó de esa cifra.
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