Por estos días la televisión cubana ha comenzado a retransmitir, los martes y los jueves a las 2:00 pm, Hoy es siempre todavía, telenovela de producción nacional, estrenada en el año 1987.
Esta reposición de la obra dirigida por Toni Lechuga nos trae el recuerdo de varios actores y actrices, entre las que destaca Isabel Moreno.
Ella nació en Cuba, a inicios de la década del 40 del pasado siglo. En su infancia vivió en Lima, Perú; Caracas, Venezuela; San Juan, Puerto Rico; New York y New Jersey, Estados Unidos, debido al trabajo de su padre.
Sus primeras palabras las dijo en quechua, gracias a la nana que la cuidó durante sus primeros años de vida. Luego el idioma inglés predominó en sus enseñanzas, al punto de que, cuando regresó Cuba, mientras era una adolescente apenas sabía escribir en español.
Su trayectoria artística en la Isla duró más de 30 años, en los cuales se la vio en disímiles obras junto al grupo Teatro Estudio, entre las que resaltan representaciones de los clásicos Casa de muñecas, de Henrik Ibsen, y La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, además de Las impuras, de Miguel de Carrión, y Bodas de sangre, de Federico García Lorca.
También tuvo participación en la gran pantalla en las películas Lucía (1968), de Humberto Solás, Un hombre de éxito (1986), del mismo realizador, y La bella del Alhambra (1989), de Enrique Pineda Barnet. Asimismo pudo vérsele en la televisión en novelas como Hoy es siempre todavía (1987), La séptima familia (1987) y Cuando el agua regresa a la tierra (1993).
En varias entrevistas, Moreno ha rememorado algunos episodios de su participación en el filme que obtuvo el Premio Goya a la mejor película extranjera de habla hispana, otorgado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España en 1990: La bella del Alhambra.
“Yo entré a la película tres semanas antes de filmar”. Sin vergüenza alguna, confesó que le preguntó al director si no tenía un papel para ella, y este le comentó que había uno muy pequeño, pero ya estaba dispuesto para otra persona. A los pocos días la llamó y le dijo que quien lo iba a interpretar lo rechazó precisamente porque era muy corto. Ella lo aceptó, pero además lo hizo suyo.
Interpretó el rol de «la mexicana», a la cual llamaban así porque se vestía y cantaba como tal. Curiosamente, estaba inspirado en una persona que existió y trabajó en el Alhambra. Siempre usaba guantes, pues tenía una enfermedad en la piel. El día de la prueba de vestuario, la actriz desconocía ese dato, pero sentía que algo le faltaba a su atuendo y pidió un par de guantes.
Reveló también otras interioridades del famoso largometraje: una de las escenas más emblemáticas fue escrita el día antes de grabarla, en una habitación de hotel, con aportaciones del realizador, el coreógrafo y varios actores, entre los que figuró Isabel. Por otra parte, consideró que la película constituye el musical por excelencia del cine cubano en los últimos años y gran parte de ello es debido a Omara Portuondo, quien puso voz a varias escenas, entre ellas las interpretadas por Moreno.
La clave de «la mexicana» estuvo en que la actriz entendió y encarnó a esa diva que tenía el presentimiento de que era el final de su carrera y se estaba despidiendo de su público.
Tiempo después de ese gran éxito, salió de Cuba. Tuvo una primera parada en Venezuela, donde permaneció cerca de una década. Allí llegó, pues había una gran maquinaria de producción de telenovelas. Hizo de Marte TV, Radio Caracas Televisión y Venevisión su casa y participó en producciones como El paseo de la Gracia de Dios (1993), Pecado de amor (1996), Amor mío (1997), Cuando hay pasión (1999), Más que amor, frenesí (2001), entre otras.
De esta etapa ha dicho que fueron los diez años más felices de su vida. A los cuatro meses de estar en la capital ya tenía contrato y nunca le faltó el trabajo hasta que a inicios del 2000 se mudó a Miami.
Cuando llegó a Estados Unidos, más allá del prestigio acumulado en Cuba, se había ganado el respeto de Latinoamérica. Su arte, según Impacto Latino, había sido “admirado en diferentes latitudes, recibiendo la aprobación de los públicos donde se había presentado”.
Afortunadamente, al arribar a Florida comenzó a trabajar. A los pocos meses se incorporó al rodaje de la famosa telenovela Gata Salvaje. Si bien en esa obra no estuvo desde el inicio, tuvo apariciones en los 180 últimos episodios con un rol importante: la madre del protagonista masculino, defendido por el también cubano Mario Cimarro.
Luego de esta producción apareció en otras de Telemundo como Anita, no te rajes (2004), Tierra de pasiones (2006), Amor comprado (2008), Ruta 35 (2015), donde tuvo el rol protagónico; ¿Quién es quién? (2016), Betty en NY (2019) y La suerte de Loli (2021).
En Estados Unidos también volvió al teatro e incluso interpretó piezas en inglés. Con cerca de ocho décadas de vida y más de la mitad de carrera artística, la que fue considerada por Juventud Rebelde en 1989 como “una de nuestras más capaces intérpretes”, se considera vieja y se siente en deuda con algunas obras que no pudo hacer. “Yo pienso que podía haber hecho el doble o el triple”, reconoce.
Cada cierto tiempo se encuentra a alguien que le pregunta “usted, ¿por qué ya no hace novelas?”, a lo que ella responde: “porque no me llaman”.
Desde hace 14 años se desempeña como agente inmobiliaria. Esa profesión la ha llevado en paralelo y explica que ha “vivido de vender y alquilar casas porque la actuación es muy mal pagada y además es muy esporádica”.
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Muy bueno e interesante conocer de tantos actores y actrices cubanas ,músicos, deportistas y hasta científicos que están por el mundo.