Cuando Jacqueline Arenal estuvo entre la vida y la muerte: «Dijeron que no me salvaba»

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Jacqueline Arenal. Foto tomada de su perfil en Instagram (@arenaljacqueline).

En 1968, Humberto Arenal (escritor y dramaturgo) y Marta Farré (actriz) se convirtieron en padres de una niña que, debido a complicaciones, casi muere al poco tiempo de nacer.

Luego de unos seis meses muy difíciles, de duro batallar contra una bacteria, la pequeña logró salir del hospital, llegar a casa y tener una vida plena. Hoy es una reconocida actriz, dentro y fuera de su Cuba natal.

Es imposible mencionar su nombre y no pensar en Verena, personaje que interpretó en la telenovela cubana Tierra Brava, pero fuera las fronteras de nuestro país ha participado en más de 15 audiovisuales para la TV colombiana, nación donde ha residido por muchos años.

Debido a su popularidad en ese territorio, en 2017 concedió una entrevista en la que contó detalles de cuando su vida estuvo en peligro. Al nacer, en el propio hospital, se contagió de una bacteria conocida como estafilococo dorado.

Los médicos eran poco optimistas: “a mi papá le dicen: ‘yo creo que ella no se salva’, y él trajo sacerdotes, babalawos, de todo, para ver de qué manera me salvaban la vida”.

Una de las principales causas de la complicación de esa enfermedad radicó en el hecho de que no fue descubierta a tiempo y hubo que combatirla con antibióticos muy fuertes que, por una parte, aliviaban este mal, pero provocaban otros.

Cuando finalmente le dieron de alta, “dijeron: ‘está curada de la bacteria, no está en la sangre ni en ningún lado del organismo’”. Sin embargo, lo siguiente tampoco fue fácil. Se debían extremar los cuidados y la higiene a su alrededor. “Me hervían los juguetes cada día, a veces dos veces al día. Así hasta que, realmente, a los 5 años, dijeron: ‘bueno, ya está fuerte inmunológicamente. También tenía que asistirme de unas vacunas que existían en Cuba, que se hacían de plasma, y eso mejoraba mi sistema inmunológico. Una vez al mes, durante 5 años, me las tuve que poner”.

Otra de las complicaciones asociadas a aquella bacteria que la afectó al momento de su nacimiento, la ha acompañado toda la vida. Padece de colon irritable y debe seguir una rigurosa dieta para evitar ingerir alimentos que luego no puedan ser bien asimilados por su organismo.

“Tengo que tener mucho cuidado con los alimentos. Como vegetarianos mayoritariamente, aunque a veces el médico dice que hay temporadas donde es necesario comer carne. Trato de ser vegetariana porque es lo que mejor me sienta”.

A pesar de toda esa adversidad, la pequeña niña fue feliz. Tuvo, según ella misma ha dicho, “una infancia y una vida, en general, con mucho amor, algo que, a lo largo de mi experiencia, he visto que muchos no han podido tener”.

Al crecer con padres artistas, muy pronto despertó su vocación. “Me permitió soñar a través del teatro, tener una infancia rica en los sueños y fantasías que el teatro puede darle a los niños. Obviamente le debo que ahí haya surgido un sueño muy importante, que era pertenecer al teatro, a la actuación, al mundo de la cultura. Un mundo fascinante para mí y del que terminé formando parte gracias a su influencia y apoyo”.

No obstante, su espíritu inquieto también se apasionó con el ballet e hizo carrera en este medio. Estudió ballet clásico desde los ocho años hasta que cumplió 18.

Más tarde, se preparó para entrar al Instituto Superior de Arte y, con el monólogo Mi hermana Visia, de Onelio Jorge Cardoso, conquistó a un jurado en el que había artistas conocidos de sus padres, pero que mantuvieron gran ética y desapego, como grandes profesionales que eran.

Hizo de la actuación su mejor arma y llegó incluso a aparecer como protagonista en De Fem Benspænd (en español, Las cinco obstrucciones), película danesa de 2003, dirigida por los daneses Jørgen Leth y Lars von Trier.

Después de muchos años lejos de las pantallas cubanas, volvió en 2021 en un capítulo de la serie Rompiendo el silencio, dirigida por Rolando Chiong.

Actualmente está inmersa en el rodaje de algunas producciones nacionales como El regreso de Nicanor, de Eduardo del Llano y Riquimbili o El mundo según Nelsito, de Fernando Pérez.

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