Copa América, día 7: Japón ya no es Japón, o Uruguay no es Uruguay

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Luis Suárez en el partido frente a Japón. Foto: @radioelpalco/ Twitter.

Un único partido: Uruguay – Japón. Un clásico del universo futbolístico creado por Yoichi Takahashi (Capitán Tsubasa). Pero en nuestra realidad, solo ocho partidos de historia entre ambas selecciones, todos amistosos. Dato curioso: en el primer encuentro disputado, por los ochenta, “el polilla” da Silva marcó un doblete en la goleada (4-1) que le propinaron en el estadio Nacional de Tokio. Da Silva, a secas, es uno de los delanteros uruguayos en el videojuego Captain Tsubasa II: Super Striker (1990), el otro es un personaje ficticio. Guiños nerdos aparte, presagiar algo diferente a una goleada por parte de los charrúas a la sub-23 de Japón podía considerarse, antes del inicio de los noventa minutos, una locura.

Y arrancó el partido. Uruguay tiene sus ocasiones, pero Japón se adelanta con un regalo de Fernando Muslera. Suponer que un jugador va a centrar o disparar al palo contrario es un error de principiantes. Y Muslera lleva diez años cometiendo este tipo de pifias con la celeste (y de seguro a nivel de clubes). El VAR llega al rescate en forma de penalti. Suarez empata y todo parece tomar su curso. Un primer gol japonés de pura suerte. Arranca el segundo tiempo y de nuevo Muslera regala un gol. Centro mal despejado, arquero vencido y el mismo japonés, un tal Miyoshi, que de seguro en unos años será titular con la absoluta, pone a Uruguay contra las cuerdas. Es hora de entender que no fue un espejismo, como tampoco frente a Chile lo fueron las ocasiones dilapidadas por los del anillo de fuego. Japón es un equipo serio, una selección a tener en cuenta desde el día en que cayeron 3-2 frente a Bélgica en la Copa del Mundo de Rusia. Reponerse de un 4-0 y plantarle cara a Uruguay no es sencillo, mucho menos adelantarse dos veces en el marcador.

El único motivo por el cual Uruguay se mantiene en la élite del fútbol, a pesar de tener a un portero mediocre, es su poder ofensivo. Delanteros que marcan por decenas y centrales especializados en aprovechar cada balón parado, como Jiménez:  un balón a la salida de un córner, José María le pega un testarazo, y vuelve la paridad. Uruguay tuvo el de la ventaja en más de una oportunidad, pero el larguero y Kawashima mantuvieron el empate. El resultado es lo de menos. Uruguay clasificará, de primero o segundo, y Japón, pase o no a cuartos de final, puede darse por satisfecho. Lo de Japón son los Juegos Olímpicos de Tokio, y ese podría ser el primero paso para una nueva generación de oro, como la de Capitán Tsubasa.

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