Para nadie es un secreto que Super Mario Bros. (1985, Nintendo) dio inicio a una de las franquicias más populares de todos los tiempos en el mundo de los videojuegos; quizás la más popular. Y es bien conocido el gran fracaso que fue su adaptación cinematográfica de 1993, al punto de que Nintendo descartó cualquier otro intento de llevar a la gran pantalla a algunos de sus personajes icónicos. Pero todo es hasta un día, y finalmente Mario y Luigi han regresado en la que parece ser una de las películas con más ingreso en taquilla del año; quizás la más taquillera.
The Super Mario Bros. Movie tiene dos públicos metas. El primero son los niños y por ellos viene la alianza con Illumination, estudio detrás de los exitosos Minions (2015) y la saga de Despicable Me (2010); es difícil negar el parecido en apariencia de los toads con los bichitos amarillos. Y el segundo son los adultos mayores de treinta que pasaron horas y horas enganchados a los diferentes títulos de Nintendo. Incluso eso de mayores de treinta es relativo, porque Mario, como Link, no ha dejado de aparecer en nuevos videojuegos exitosos, y no son desconocidos para las nuevas generaciones. Sin embargo, muchas de las referencias sí son para los gamers más viejos, quizás pensando en que disfruten del largometraje padres e hijos.
La trama es sencilla, los personajes no tienen prácticamente ningún conflicto y todo fluye de forma muy directa. Entre toda la galería de Nintendo, solo Bowser destaca gracias a un Jack Black inspirado, que logra convertirse en el alma y nos hace olvidar por momentos la inmensa cantidad de referencias con la que somos bombardeados para centrarnos solo en él. No es casual que la canción Peaches se haya vuelto viral; mucho tiene que ver en ese hecho el carisma del comediante estadounidense.
El plato fuerte de The Super Mario Bros. Movie son sus constantes referencias al universo Nintendo, específicamente a los múltiples títulos vinculados con Mario y Luigi, aunque también podemos ver guiños claros a Punch Out!! (1984, Nintendo), en el que Mario es el referee, o a Donkey Kong (1981, Nintendo), donde primero aparecieron el simio y el fontanero, y aún hoy es popular por las disputas alrededor de los récords mundiales. Y no son solo easter eggs visuales, como cuadros o personajes en una esquina, pues también apuntan hacia mecánicas, modos de juego, o al mismo concepto de plataforma 2D que maneja la película de forma peculiar. Uno puede acusar a la cinta de carecer de cierta profundidad en las intenciones de personajes claves, o del habitual crecimiento/camino del héroe, pero a pesar de esas carencias uno termina con una sonrisa de oreja a oreja.
Algunos de los aciertos están vinculados con la inclusión de roles como el de Donkey Kong, quien no roba protagonismo a Mario, sino que lo potencia gracias a la relación entre ambos. Esta idea de hacer una galería más amplia y menos centrada en el fontanero italiano, ayuda mucho a que la película no descanse por completo en su personaje principal; Toad también brilla en sus pocos momentos. Sin embargo, relegar a Luigi a un papel tan secundario sí se siente un poco raro; tal parece un intercambio con Peach en el personaje de princesa a rescatar, y se siente algo forzado. Pero entre todos los secundarios, el premio es para la lumalee nihilista, con líneas sobre la muerte y la depresión que deben haber dejado a más de un niño sin entender nada.
Usar efectos sonoros como easter eggs es otro punto donde se luce. De todos los juegos de Mario, al que más horas le dediqué fue al Super Mario Bros., por ello me es más fácil captar estas referencias, pero seguro a quien haya dedicado más tiempo a otros títulos, le será más sencillo captar otras por la memoria auditiva. Antes de llegar al Reino Champiñón, los hermanos están caminando por unas alcantarillas misteriosas, y mientras bajan por unas escaleras, un letrero señala el camino al nivel 1-2, y justo ahí suenan las primeras notas de undergound world, el tema de los niveles subterráneos. De estos pequeños detalles está llena la película, constantes alusiones a la banda sonora creada por Koji Kondo, ya sea un pequeño efecto sonoro al entrar a una tubería, o tras saltar sobre unos goombas o koopas, o consumir un power-up.
Y no solo juegan con esa memoria musical que tenemos con la obra de Miyamoto. Cuando Peach, Mario y Toad llegan a las puertas del reino de Kong, la banda sonora cambia a sonidos más cercanos a la percusión tribal e instrumentos de viento antiguos, y a su vez se escuchan levemente fragmentos de las partituras de Donkey Kong Country (1994, Nintendo) de David Wise. A veces son solo unos pocos segundos, suficientes para encontrar ese recuerdo, sacarlo a flote y hacernos sonreír.
Para terminar con la música, me resulta curioso cómo esta peli y Tetris (2023, Apple TV+) emplean Holding Out for a Hero, de Bonnie Tyler, como si toda la nostalgia ochentera estuviese vinculada. Nada en contra de la canción, encaja perfectamente en esa idea de enfatizar quién es el héroe y cómo su papel será/es esencial, pero se vuelve un pelín repetitivo. Ya casi es un lugar común.
Las intenciones de The Super Mario Bros. Movie parecen bastante claras (además de las obvias de hacer dinero). Nintendo explora la posibilidad de adentrarse en esto de los universos cinematográficos; no es casual esa escena post-créditos, como tampoco lo fue la inclusión de Donkey Kong. Y con el resultado que ha tenido en taquilla, no dudo que se lancen por completo a esta mina de oro de la que Marvel ha resurgido. Y honestamente, yo soy feliz con cualquier película que me permita desconectar de la realidad y reconectar con momentos de felicidad, ya sea a través de la nostalgia o de cualquier otro recurso básico que me ayude a evadir cierto día a día. Por mí, bienvenido sea un Universo Cinematográfico de Nintendo.
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