#checkpoint: “Escape Cube: Collection”: los inicios de Rusty Lake

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Cube Escape Collection. Foto: Rusty Lake.

No disfruto tanto de los point and click, excepto cuando se tratan de resolver puzzles en espacios reducidos, en plan “escape room”. Me encantan esos pequeños acertijos relacionados, donde una solución te da la llave (real o metafóricamente) para resolver el siguiente, y con una dificultad moderada, nada de pasar horas dando tumbos de un lado a otro. Hace unos días me recomendaron Escape Cube: Collection (2020, Rusty Lake), una colección de nueve niveles de este estilo, la mayoría vinculados entre sí, que comenzaron a dar forma al universo de Rusty Lake, muy fácil de reconocer por su estilo visual y su surrealismo característico.

Los escape cube son inconfundibles: estás atrapado en una habitación compuesta por cuatro paredes, cada una llena de puzzles. Este tipo de formato se hizo popular a principio de los 2000, en la era de los juegos Flash, y sus realizadores, por el año 2015, decidieron darle un chance agregando nuevas ideas. Tras un éxito inesperado, el mundo de Rusty Lake comenzó a crecer, incluso con juegos más profundos y narrativas diferentes. El caso de la colección Escape Cube: Collection se realizó para que los los “cubos” sobreviviesen al final de la era de los juegos flash (Adobe dejó de actualizar y distribuir Flash Player el primero de enero de 2021). Por este motivo, sus desarrolladores decidieron recopilar y poner a la venta productos que en un inicio fueron gratis (aunque en sus versiones móviles tenían algo de publicidad), y gracias a ello alcanzaron el estatus de culto.

El concepto de la mayor parte de estos escenarios está inspirado en la serie estadounidense Twin Peaks (1990), no solo desde el punto del asesinato de la mujer y el investigador que se adentra en el caso, también bebe del tono surrealista que acompaña a una buena cantidad de episodios. Muchos de los eventos que observamos en el juego no tienen mucho sentido, pero aun así los damos por reales: manos que surgen de macetas, vacas en el segundo piso de un molino, objetos que aparecen de la nada en los lugares más inesperados, entre otros sucesos extraños. Además, la presencia de una sombra oscura en la mayoría de los puzzles, quizás representando al asesino desconocido, tal vez vinculándolo con una fuerza sobrenatural, nos saca constantemente de la zona de confort, al punto de creer que nos ocurrirá alguna desgracia en la partida, hecho que casi nunca sucede.

Uno de los cubos más hermosos, y sin vínculo con la historia, es “Arles”, inspirado en la habitación donde Van Gogh pintó cientos de obras entre 1888 y 1889. Ese cuarto está dedicado por completo al artista y casi todos los puzzles están relacionados con su trabajo. Un homenaje que pudo desentonar con el resto de cubos, pero se funde como uno más, sin notarse mucho la diferencia, gracias al estilo gráfico y al tono oscuro, y cierto humor absurdo que rodea a cada una de estas habitaciones.

El punto más alto de este estudio indie es su capacidad para relacionar todo el universo que gira alrededor de Rusty Lake (no es casual ese nombre), un lago que, mientras más nos adentramos en la historia, entendemos que no es una simple masa de agua. A cuentagotas nos van mostrando nuevos detalles, pero sobre todo nuevos misterios, recurso muy empleado en Twin Peaks al construir el panorama de ese pequeño poblado, y repetido por series más recientes como Lost (2004). El problema de este estilo es que terminas creando un mundo sin mucho sentido, al cual no eres capaz de darle cierre o encontrar una lógica que rija su funcionamiento. Por suerte, cada cubo se limita a replicar y repetir muchos elementos ya usados, lo cual ofrece una cohesión impresionante y le permite mantener una estructura sólida y con pocos bandazos, además de volver sobre los mismos personajes y locaciones.

Después de resolver las primeras habitaciones, comenzamos a reconocer elementos de otros cubos, y esto te da una idea de qué estás buscando. El hecho de reutilizar el reloj de péndulo, la codificación de números, las cajas fuertes, la presencia de los fósforos, entre otros, brinda una sensación de familiaridad y seguridad. Aunque el surrealismo impera, hay reglas que sí conocemos. De este modo, sin que llegue a existir un equilibrio entre elementos nuevos y antiguos, la exploración no es desde cero, y sentimos que parte de la batalla está de nuestro lado.

El estilo visual de los cubos de Rusty Lake es muy sencillo, con dibujos planos, poco contraste y colores pálidos. De algún modo replica el estilo de esos juegos flash que marcaron una época, donde el arte, o era malo, o entendía sus carencias y las usaba a su favor, o estaba en función total del juego. Con esa sencillez, el juego lograr asustarnos cada vez que aparece una sombra en un lugar donde antes no había nada, o cuando la figura oscura con ojos blancos nos mira fijamente.

Escape Cube: Paradox (2018, Rusty Lake) fue la última pieza, hasta ahora, de esta colección de puzzles, una más larga y elaborada. El tema está en que el nuevo juego estuvo acompañado de un cortometraje donde se recrea toda la atmósfera e idea de su universo. Para ello realizaron un crowdfunding que superó por mucho la cifra solicitada. Si no conoces a Rusty Lake, es difícil que disfrutes del corto, pero si has jugado a alguno de sus cubos, cada uno de los guiños, personajes y detalles, está hecho para ti. Un regalo para los fans.

Es difícil encontrar estudios que empiezan con pequeños proyectos bien pulidos, interconectados, y la mira puesta en llegar a la mayor cantidad de personas posibles. Priorizar el alcance sobre la ganancia en una primera fase. Gracias a ello hicieron realidad el sueño de cualquier desarrollador: crear una base de fanáticos dispuestos a pagar por el contenido que antes hacías gratis.

Trailer:

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