
A veces el béisbol no tiene mucho sentido. Y la historia de Malcom Núñez con los Piratas de Pittsburgh es una de esas que te hacen rascarte la cabeza y preguntarte: ¿en serio?
El 6 de noviembre trascendió que el antesalista y primera base cubano de 24 años eligió la agencia libre, con el fin de buscar una nueva oportunidad con otra organización de Grandes Ligas que decida hacerse de sus servicios. Y honestamente… no lo culpamos.
Una situación desconcertante
El 23 de junio de 2025 habíamos publicado en Cubalite lo siguiente: «entre los seguidores de los cubanos en el sistema de Ligas Menores, quizás no se hable tanto de la desconcertante situación por la que atraviesa Malcom Núñez, talentoso inicialista y antesalista que continúa brillando en AAA, mientras los Piratas de Pittsburgh luchan desesperadamente por encontrar producción ofensiva en las Grandes Ligas».
Desconcertante. Esa es la palabra exacta.
Porque mientras Núñez machacaba la pelota en Triple-A, los Piratas ocupaban el penúltimo lugar en bateo colectivo de toda la MLB, con un promedio de apenas .225, superando únicamente a los Medias Blancas de Chicago (.221). Esta crisis ofensiva hacía aún más inexplicable que la organización no hubiera promovido a un jugador que estaba demostrando ser una opción llamativa.
O sea… ¿cómo se explica eso? Tu equipo no puede batear, tienes un tipo en AAA bateando más de .300, y aun así no lo subes. No tiene sentido.
Los números no mienten
Mientras los Piratas se ahogaban en su propia ineficiencia ofensiva, Núñez era el segundo mejor bateador de la escuadra de AAA, gracias a un average de .327. Se ubicaba segundo en dobles y, entre los jugadores con más de 100 turnos al bate, era quien menos se ponchaba con apenas 16 outs por la vía de los tres strikes.
Déjame repetir eso: el que menos se ponchaba. En una época donde los ponches están por las nubes en todos los niveles, tener un bateador con ese tipo de disciplina y contacto es oro puro.
Estos números no solo eran impresionantes en el contexto de su equipo, sino que resultaban extraordinarios para cualquier nivel de las ligas menores. Y sin embargo… nada. Ni una llamada. Ni una oportunidad.
Las lesiones complicaron el panorama
Claro, no todo fue color de rosa. Pese a sus números espectaculares, Núñez no poseía un gran OBP (porcentaje de embasado), lo cual pudo haber pesado en la decisión de la organización. Pero el verdadero problema llegó con las lesiones.
Una molestia antes de junio lo mantuvo alejado de los terrenos durante aproximadamente un mes, entre mayo y junio. Y cerca de la mitad de julio volvió a sufrir otra lesión y fue colocado en la lista de lesionados de 60 días. Su último partido en la actual contienda tuvo lugar el 12 de julio ante Gwinnett Stripers.
Durante todos los meses en que vio actividad en el último curso, el capitalino promedió más de .300 en abril, mayo y junio. En julio, al parecer ya aquejado por el padecimiento, sus números sí vieron un descenso notable (AVE de .133 y OBP de .257).
Pero aquí está el tema: durante el lapso en que mejor lució, los Piratas eran uno de los peores equipos de la liga desde el cajón de bateo y Malcom seguía a la espera. Esperando una llamada que nunca llegó.
La decisión inevitable
Después de años brillando en el sistema de Pittsburgh sin recibir una oportunidad real en las Grandes Ligas, Malcom Núñez tomó la decisión que muchos consideran lógica: buscar un lugar donde sí lo valoren.
Y es que, ¿qué más podía hacer? Ya demostró que puede batear en AAA. Ya demostró que tiene disciplina en el plato. Ya demostró que puede ser consistente. Pero si la organización no te da la oportunidad… pues bien, hay que buscarla en otro lado.
El cubano debe volver al sistema de MLB sin muchos problemas, pues desde 2023 se ha afianzado en AAA y bien pudiera, si las lesiones no merman su rendimiento, ser un efectivo valioso para muchos equipos que no pelean por banderines.
Hay elencos que necesitan exactamente lo que el habanero ofrece. Un bateador de contacto, con poder ocasional, que no se poncha mucho y que puede jugar tanto en primera base como en tercera.
No estamos hablando de un jugador All-Star, seamos realistas. Pero sí de alguien que puede ser un utility valioso, un bate de profundidad, alguien que te da turnos de calidad cuando lo necesitas.
Y un jugador de 24 años que todavía no ha debutado en MLB, eso es exactamente lo que necesita: una oportunidad. Una sola oportunidad de demostrar que pertenece a ese nivel.
Claro, las lesiones son una preocupación legítima. Varias molestias en una misma temporada no son poca cosa, especialmente cuando una de ellas lo dejó fuera 60 días. Cualquier equipo que lo firme tendrá que evaluar su historial médico con cuidado.
Pero si está sano… el potencial está ahí. Los números lo respaldan. Y la motivación de demostrar que Pittsburgh se equivocó al no darle una oportunidad será un combustible poderoso.
Ahora comienza la parte interesante: ver qué equipo se atreve a darle la oportunidad que Pittsburgh nunca le dio. ¿Será una escuadra en reconstrucción que busca opciones de bajo riesgo y alto potencial? ¿O quizás un contendiente que necesita profundidad en el roster?
Lo que es seguro es que Malcom no se va a rendir. Ha llegado demasiado lejos como para hacerlo ahora. Y después de años esperando su momento en Pittsburgh, finalmente tomó el control de su destino.
👉Si quieres recibir nuestros artículos de deportes y otros contenidos sobre ese ámbito en tu WhatsApp, únete a este grupo:
👉(Pincha aquí para unirte)



0 Comentarios