«Baby Reindeer», una perturbadora serie sobre el acoso, la obsesión y la sanación

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Si nos preguntaran qué shows han marcado el 2024 de Netflix, la respuesta más obvia sería mencionar Machos Alfa, Griselda, Avatar: La leyenda de Aang, The Gentlemen o 3 Body Problem, los cuales lograron ofrecer excelentes narrativas y también tuvieron impactos mediáticos notables en los momentos de sus respectivos lanzamientos.

A la par de estos recientes hits de la principal plataforma de streaming del planeta, también se cuenta en su lista de éxitos “frescos” una propuesta que nada tiene de fantasía, ciencia ficción o narcos, y sí de historia real basada en uno de esos momentos que nadie debería tener que recordar.

El estreno en cuestión se titula Baby Reindeer y está disponible desde el 11 de abril. Se trata de una miniserie desarrollada por Richard Gadd, inspirada en el espectáculo unipersonal de su propio creador, quien plasmó en escena sus experiencias como víctima de acoso y agresión sexual cuando era veinteañero.

El material, compuesto por siete episodios de 30 minutos, está ambientado en la Escocia del pasado reciente, y tiene en su centro al propio Gadd en una versión más o menos ficticia de sí mismo, llamada Donny Dunn, un treintañero que trabaja de día en un pub, vive con su exsuegra e intenta hacerse de un nombre en el mundillo de la comedia.

Un día, mientras sirve las copas de siempre, Donny conoce a Martha (Jessica Gunning), una joven a la que responde con amabilidad al notar su semblante atribulado. Sin embargo, lo que empieza como un gesto de buena voluntad, dará inicio al asedio de esta chica, quien se obsesiona con su interlocutor al punto de convertir su existencia en un verdadero “batido de ácido sulfúrico”.

Mediante el vínculo tóxico que surge entre él y Martha, Donny es forzado a revivir una parte de su vida que había estado enterrada durante años, y así inicia un doloroso viaje que lo llevará a enfrentar sus traumas mientras lidia con una acosadora, capaz de prácticamente todo con tal de hacerlo “suyo”.

En principio, Baby Reindeer se centra en el hostigamiento y el acoso de índole sexual, dos asuntos bastante comunes en el audiovisual contemporáneo. En este caso, la mirada hacia ambos fenómenos se presenta de una forma cruda e íntima, además de matizada por una escala de grises que intenta hacernos entender las profundas repercusiones que pueden dejar este tipo de eventos en la psiquis de una persona.

Lo mejor de este relato es que nunca funciona en un solo sentido y, en lugar de establecer los roles de Martha y Donny como inamovibles, nos plantea un “juego” en el que estos personajes, profundamente perturbados por sus traumas, se alternan entre víctima y victimario en una serie de interacciones altamente tóxicas que, en principio, pueden parecer absurdas, pero eventualmente se confirman como peligrosamente reales.

Aún con todo el drama que se nos presenta, resulta curioso cómo Gadd se las arregla para colar dosis frecuentes del humor más negro. Con esto su intención es, más que inducirnos a la carcajada y rebajar la tensión del relato, ponernos a pensar desde otro ángulo en las incómodas verdades que nos está colocando sobre la mesa.

El final de este espinoso viaje llega de una forma inesperadamente climática. Una vez resuelto el supuesto conflicto fundamental de la trama, la escena conclusiva, cargada a la vez de simpleza y ambigüedad, nos deja pensando en si realmente el bueno de Donny culminó su ciclo de sanación o, en cambio, terminó convirtiéndose en todo lo que había odiado hasta entonces.

En favor de Gadd, quien reunió un elenco inmejorable, formado además por Nava Mau, Hugh Coles, Jon Brittain, Tom Goodman-Hill, Shalom Brune-Franklin y Nina Sosanya, hay que decir que con esta serie limitada ha conseguido algo extremadamente difícil: contar sus experiencias de una forma brutalmente honesta, y en el proceso involucrar a una audiencia nada breve.

La intención de este actor, guionista y productor ejecutivo no es ofrecernos respuestas, moralejas ni lecciones “masticadas”. En esta versión del mundo que nos brinda Gadd, el plato principal yace en los matices, en las verdades a medias y en las dudas o dilemas que nos generan Donny, Martha y compañía.

Baby Reindeer puede no ser la serie que le recomendarías a un amigo que te pide algo para “descargarle” durante el fin de semana. Muy lejos de ser ese lugar seguro que uno buscaría para los ratos de ocio, esta es una propuesta difícil de digerir pero que podemos ver de una sentada. Su conclusión te dejará mirando a un punto del vacío durante algunos minutos, mientras intentas asimilar lo acaba de ver. Pero si disfrutas la televisión de calidad y las historias no convencionales, no deberías pasarla por alto.

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