Así terminó en la cárcel el cubano que triunfó en el deporte y la farándula (aquí detalles)

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Boris Arencibia. Foto tomada de El Nuevo Herald.

La caída de Boris Arencibia ha sido estrepitosa. Para quienes lo conocieron primero como judoca, después como promotor de estrellas del reguetón y, más tarde, como empresario en el mundo del espectáculo y el boxeo, la noticia de su condena a prisión federal por tráfico de medicamentos falsificados y mal etiquetados podría resultar difícil de asimilar. Pero la realidad, tan cruda como los titulares, deja poco espacio para la duda: Arencibia, hoy de 52 años, pasará 57 meses tras las rejas, según dictaminó un tribunal de Florida, por su papel en una red que puso en riesgo la vida de miles de personas en Estados Unidos.

La historia es inquietante. Junto a José Armando Rivera García, Arencibia se declaró culpable de participar en un esquema criminal que movió más de 28 millones de dólares en medicamentos desviados, muchos de ellos esenciales para tratar enfermedades tan graves como el VIH y el cáncer. Según la Fiscalía del Distrito Sur de Florida, ambos adquirían grandes cantidades de fármacos por vías ilegales: algunos los compraban directamente a pacientes, otros los conseguían con recetas falsas. Lo más alarmante es que estos medicamentos, que requieren estrictas condiciones de almacenamiento, eran guardados sin ningún tipo de control, exponiendo a los pacientes a riesgos sanitarios enormes.

El fiscal federal Jason A. Reding Quiñones fue claro al subrayar la gravedad del caso: “los medicamentos desviados ponen en riesgo la vida de los pacientes”. Pero el peligro no terminaba ahí. Tras adquirir los fármacos, la red los volvía a envasar y falsificaba la documentación para hacerlos pasar como productos legítimos. Desde empresas ficticias, los medicamentos eran enviados a farmacias de todo el país, donde terminaban en manos de pacientes desprevenidos. En algunos frascos, en lugar de la medicina prescrita, se encontraron vitaminas, pastillas equivocadas o incluso pequeñas piedras. El engaño era total y el daño potencial, incalculable.

La investigación, que comenzó en 2019 y llevó a la acusación de 20 personas (de las cuales solo una evitó la cárcel), identificó a Arencibia como uno de los principales abastecedores del mercado negro. Él obtenía los medicamentos y los entregaba a Rivera García, quien, a su vez, los redirigía a una empresa mayorista controlada por otro acusado. Ambos recibieron una condena de 57 meses de prisión por este primer proceso.

Pero la historia no terminó ahí. En 2025, las autoridades descubrieron que Arencibia y Rivera habían retomado la actividad delictiva, esta vez con una estructura más sofisticada y una nueva distribuidora mayorista. Continuaron vendiendo productos desviados a farmacias estadounidenses, con documentación cada vez más elaborada y difícil de rastrear. Por este segundo caso, fueron sentenciados a 43 meses de prisión, aunque ambas penas se cumplirán de manera simultánea, lo que reduce su tiempo efectivo tras las rejas a menos de cinco años.

Para quienes siguen el mundo del deporte y la farándula cubana, la noticia tiene un matiz aún más amargo. Boris Arencibia no era un desconocido. Como publicamos aquí hace algún tiempo, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce 1993, fue uno de los deportistas cubanos que decidió no regresar a la Isla, uniéndose a la mayor estampida de atletas en la historia de Cuba en un evento internacional. En ese entonces, con solo 20 años, acababa de coronarse campeón en la división de 56 kilogramos en judo, tras vencer al favorito local, Luis Martínez.

Su vida fuera de Cuba fue una sucesión de reinvenciones. Primero, según sus propias palabras a El Nuevo Herald, se estableció en Puerto Rico, donde se convirtió en pieza clave del auge del reguetón, colaborando en lanzar al estrellato a figuras como Daddy Yankee, Wisin y Yandel, y Calle 13. Su discoteca, Liquid, era parada obligada para quienes querían escuchar lo nuevo en la Isla del Encanto.

Más tarde fundó Caribe Promotions, impulsando las carreras de boxeadores como Guillermo Rigondeaux y Yordanis Despaigne, y se mantuvo vinculado al mundo del espectáculo, trabajando con artistas como Tekashi 6ix9ine y Tito El Bambino. Incluso fue el organizador principal del Santa María Music Fest, celebrado en Cuba en 2022.

Hoy, sin embargo, todo ese historial queda eclipsado por la gravedad de los hechos. La historia de Boris Arencibia, que comenzó como la de tantos cubanos que buscan una segunda oportunidad lejos de casa, termina —al menos por ahora— en una celda federal, marcada por la ambición desmedida y el riesgo impuesto a miles de personas que confiaron en recibir un medicamento seguro.

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