Arturo Miranda, el clavadista sancionado por Cuba que representó a Canadá en Beijing 2008

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Arturo Miranda. Foto: Diving Plongeon Canada.

En los años 90, Arturo Miranda era uno de los jóvenes integrantes del equipo nacional de clavados. Por ese entonces, las principales figuras del plantel eran Abel y Rioger Ramírez, Maité Garbey, entre otros, pero este atleta capitalino, nacido el 19 de enero de 1971, parecía ser una de las grandes promesas de la disciplina de cara al futuro.

Según refleja un texto de Carlos González, Arturo participó en los Juegos Panamericanos de La Habana ’91, en el Centroamericano por edades del ’89 y fue campeón nacional en la modalidad de plataforma de 10 metros por esos años.

Algunos datos proporcionados a González por el estelar Abel Ramírez, nos permitieron saber, además, que, a pesar de su futuro, Miranda se retiró de la selección en 1992, luego de las olimpiadas de Barcelona. Tras abandonar temporalmente el deporte, se dedicó a trabajar en espectáculos de ballet acuático, que por ese tiempo resultaban sumamente atractivos para los turistas hospedados en hoteles del archipiélago.

Por aquella época comenzó una relación con una joven canadiense, con la cual se casó. Se marchó de su tierra natal en 1995. Después de llegar la ciudad de Toronto, reactivó su gran pasión y, gracias al compromiso con el que se dedicó a ello, llegó a hacerse de un puesto en el plantel de la hoja de arce.

Para el 2000, Miranda, ya establecido como una de las figuras fundamentales de los clavados en Canadá, se ganó el derecho a participar en los Juegos Olímpicos de Sidney. Un año antes se había convertido en ciudadano y, cumplido el tiempo establecido por la FINA, solo dependía de la aprobación de Cuba para poder representar a otra bandera en la cita estival. Pero desde aquí decidieron ejercer el derecho a vetarlo por tres años más, y Arturo se quedó sin cumplir el sueño de los cinco aros… por el momento.

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Este hombre, asociado a los saltos ornamentales-deportivos desde temprana edad, tuvo una madre clavadista y un padre luchador. Espoleado por esa tradición familiar, el orgullo propio y las ganas de superarse, Miranda continuó entrenando y, a pesar de no lograr el cupo para los Juegos de Atenas 2004, en 2005 se colocó en el onceno puesto de la final del trampolín a tres metros durante el Campeonato Mundial de Natación realizado en Montreal.

Por ese tiempo sucedió el episodio más polémico de su vida, cuando fue sancionado a seis meses de suspensión por un panel disciplinario de la Asociación Canadiense de Clavados Amateur (CADA, por sus siglas en inglés) como consecuencia de haber tenido relaciones sexuales consensuadas con una chica de 15 años, que había sido alumna suya durante un breve período de tiempo.

De acuerdo con el reporte realizado por el Centro de Resolución de Disputas Deportivas de Canadá (SDRCC, por sus siglas en inglés), los hechos en cuestión tuvieron lugar en marzo de 2004 en Calgary, durante el Campeonato Nacional de Clavados de Invierno. Aunque la ley en esa nación establece que la edad mínima para consentimiento sexual es de 14 años, la medida disciplinaria aplicada a Miranda estuvo relacionada con el vínculo “atleta/entrenador”, que en este caso fue visto como “conducta irrazonable que desacredita al deporte del clavado”.

No obstante, una posterior apelación ante el comité de la CADA, dictaminó que, a pesar de que el proceso seguido por el Panel disciplinario no había sido del todo correcto, sí quedaba clara la existencia de una transgresión en el código de conducta por parte de Arturo. Por tanto, se decidió que la sanción sería confirmada pero suspendida, lo cual quedaría reflejado de esa forma en el expediente del atleta.

No obstante, ni Miranda ni la CADA quedaron satisfechos con el veredicto y llevaron el caso al SDRCC. Finalmente, el 4 de octubre de 2005, el árbitro designado, señor Ed Ratushny, determinó que, al no haber elemento alguno dentro del Código de Conducta de la CADA que prohíba o desaliente las relaciones sexuales entre miembros de la Asociación, cualquier medida en contra del deportista sería anulada de inmediato.

El experto se basó en dos razones fundamentales: la primera consistía en que el argumento de la diferencia de edad no era válido, debido a que no existía ley que prohibiera el vínculo íntimo y consensuado entre mayores de 14 años. Por otro lado, resultó que Miranda solo fue coach de la muchacha «simplemente reemplazando a un entrenador regular durante unos días, dos años antes» de los sucesos en cuestión, por lo cual no existían fundamentos para tener en cuenta una relación del tipo entrenador/atleta.

Un año más tarde de este desagradable suceso, en los Juegos de la Mancomunidad que acogió la ciudad australiana de Melbourne, regresó por todo lo alto y, a la par de Alexandre Despatie, consiguió el oro en el trampolín sincronizado a tres metros. Aparentemente aupado por la energía de esa urbe, en 2007 se colgó, de nuevo con el mismo compañero, la plata en el Mundial que allí se efectuó, lo cual significó un resultado increíble que los lanzaba como candidatos a medallas de cara a la magna cita del siguiente verano en Beijing.

En 2008, luego de sumar un bronce en su modalidad favorita en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007, llegaron a la capital china con grandes expectativas. Aunque solo pudieron escalar hasta el quinto puesto de la clasificación final del trampolín a tres metros, lo cierto es que el resultado fue notable.

En ese año olímpico, llegó otro momento memorable, cuando la dupla Miranda-Despatie se coló nuevamente en el podio planetario al sumar un bronce desde el trampolín. Aquella significó su última competencia como atleta activo, pues ya a la edad de 37 años, consideró que era el momento para abandonar los saltos y dedicarse a entrenar.

Un año después de comenzar su recorrido en esa función, recibió el Petro-Canada Coaching Excellence Award como reconocimiento a su labor de preparador del mismísimo Alexandre Despatie, quien ese año obtuvo par de preseas bronceadas en el Mundial de Roma 2009.

Desde entonces, según refiere el sitio oficial de los clavados canadienses, Arturo ha entrenado en sitios como Etobicoke, Edmonton y Miami, en donde ha ayudado a pulir los talentos de Reuben Ross y Philippe Comtois, además de colaborar con la profesora Yihua Li en la preparación de figuras como Meaghan Benfeito, Roseline Filion y Jennifer Abel, todas integrantes del Pointe-Claire Diving Club.

Ha impartido sus conocimientos igualmente en el Montreal Diving Institute y vive en esa misma urbe, localizada dentro de la provincia de Quebec.

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