Entretener a un niño no es cosa fácil. Cuando no están aburridos, tienen hambre, y viceversa. El cerebro de un joven tiene más contactos por segundo que cualquier otra cosa en el universo. Por esa razón es tan importante que la programación televisiva «ayude» a los padres.
Aunque hoy con el Paquete todo parece aparentemente resuelto, años atrás, cuando dependíamos exclusivamente del duopolio Tele Rebelde-Cubavisión, la cosa se ponía seria. Ah, pero cuando llegaban los “muñes” el panorama se transformaba.
Cubalite hace un recuento de las producciones extranjeras que hicieron la infancia de los cubanos más feliz, y a la vez ayudaron a que los mayores de la casa no tuvieran que depender de los ansiolíticos para conservar su cordura.
Banner y Flappy
(1979) Esta coproducción de la alemana ZDF y la japonesa Nippon Animation, nos presentó a una pareja de carismáticas ardillas que se pasaban los días de una aventura en otra, siempre dentro de los marcos de su bosque local. Banner, criado desde pequeño por una gata doméstica, deberá adaptarse a la nueva vida salvaje, proceso en el que su “socia” Flappy será fundamental.
Ruy, el pequeño Cid
(1980) Otro mano a mano entre nipones y europeos, esta vez con BRB Internacional por la parte occidental, recreó libremente la infancia de uno de los más grandes héroes ibéricos: Rodrigo Díaz de Vivar, inmortalizado con el sobrenombre de Cid Campeador. En la Castilla del siglo XI, marcada por su polémica unificación con el vecino reino de León, Ruy es un niño hiperactivo que ansía con todas sus fuerzas convertirse en un caballero de brillante armadura.
Me las pagarás (Nu Pogodí! / Ну, погоди!)
(1969-86 / 1993-2006) Tal vez el animado soviético que más trascendió entre los que llegaron a las pantallas cubanas. Volk (que en ruso quiere decir lobo) y Záyats (liebre), fueron una suerte de Tom y Jerry rusos, aunque este dúo en particular venía de serie con un humor bastante particular, a pesar del cual nunca dejamos de disfrutar con sus travesuras.
David el gnomo/ La llamada de los gnomos
(1985-86) Primero representados por el veterinario David y su esposa Lisa, y luego por el juez Klaus y su torpe ayudante Dany, los regordetes y amables amigos barbudos del bosque han sido protagonistas de los “muñes” durante años. Colegas de los animales de todo el mundo, y enemigos de los apestosos trolls, los gnomos le dieron a la infancia de muchos un toque tierno y gracioso. ¿Cómo olvidar aquel memorable momento de su muerte, cuando se iban a un prado para convertirse en árboles?
Ulises 31
(1981-82) De los versos de Homero, directo hacia el espacio profundo, pasando por un poco del anime y el cómic franco-belga. Aquella secuencia de comienzo, y aquel “Uliiiiiiiiiiiises…” interminable, marcaron a varias generaciones de niños, desesperados por ver qué nuevos retos le tocaría enfrentar a los tripulantes de la nave Odiseo, en su viaje de redención hasta el Hades. Por encima de todos, Nono, el pequeño robot, se robaba el show.
D’Artacán y los tres mosqueperros
(1981-82) Si Alejandro Dumas hubiera tenido la oportunidad de calificar la relación entre los mosqueteros y las fuerzas del cardenal Richelieu, seguro habría pensado que se llevaban como perro y gato. Posiblemente eso mismo habrá pensado la gente de Nippon Animation, cuando le dieron vida a los antropomórficos personajes que rodeaban al bueno de D’Artacán.
He-Man y los amos del Universo
(1983-85) Un animado de acción de toda la vida, nacido para vender más juguetes. Tipos y tipas duros, espadas poderosas, broncas, malos malísimos, y hasta un tigre con trastorno de identidad disociativo. A puro grito, el príncipe Adam de Eternia se convertía en He-Man, defensor del reino, quien junto a sus amigos Teela, Man-At-Arms y el simpático Orko, intentaba frustrar los planes de su nada agradable vecino, Skeletor y su panda de abominaciones.
El inspector Gadget (también conocido como Truquini)
(1983-86) La gente de DiC Entertainment metió en una olla todos los artilugios tecnológicos que tenían en mente y a eso le sumaron un enorme corazón. Sin embargo, se olvidaron de la materia gris, y al final les salió Truquini, un tipo lleno de herramientas increíbles, pero a la vez más lelo y torpe que un elefante en una cristalería. Si no fuera por su sobrina Penny y su perro Sultán, el villano Garra no hubiera tenido problemas para dominar al mundo.
Marco
(1976) Sacado de las páginas de un texto tan triste que raya en la tortura psicológica, como es el “Corazón” de Edmundo de Amicis, la historia de Marco es una de esas que te deja con ganas de un cóctel de antidepresivos. Aún así, a muchos les atrajo la tenacidad del pequeño viajero, que fue de los Apeninos a Los Andes en busca de su mamá, acompañado de cerca por su mono Amedio (que sí, se llamaba así, búsquelo en Google si quiere).
Mikán el gato
(1992-93) Basado en el manga creado por Miwa Abiko, aquí tenemos a un gracioso felino naranja que camina en dos patas, lee y habla, e incluso tiene una peligrosa tendencia al alcoholismo. Estos son los componentes de Mikán, un gato huérfano que decide ocupar un espacio en la residencia de los Kusanagi, a quienes pondrá de cabeza con sus travesuras. Será Tom, el hijo de la familia, a quien le toque lidiar con la mayoría de problemas que salgan de la curiosa mente de su amigo de cuatro patas.
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