Aunque mucho se hable por estos días del maíz transgénico y de sus distintas variedades híbridas o genéticamente modificadas, este es un alimento ancestral. Las civilizaciones precolombinas que habitaban el continente americano ya lo incluían como un elemento básico en su dieta. Más tarde, los españoles lo llevaron hacia Europa, junto a las distintas formas de consumirlo.
Del tercer cereal más cultivado en el mundo, según La Vanguardia, (solo antecedido por el trigo y el arroz) existen diferentes variedades. Es, además, clave en la alimentación de muchos países, debido a que se puede consumir crudo, fresco, enlatado, asado, al vapor o condimentado con otros ingredientes. Sirve, además, para hacer harinas, sémolas y las palomitas o rositas.
Según los consejos ofrecidos por Fabiola Ramírez Vázquez en Vallarta Opina, el maíz es un carbohidrato con muchos beneficios. Es fuente de fibra y almidón y el aceite que se extrae del germen de sus granos no contiene colesterol.
Dos o tres veces por semana, es recomendable incluir el maíz en la dieta. Si no sabes cómo, aquí te dejamos algunas ideas de recetas de la cocina tradicional cubana que lo integran.
La gastronomía cubana, como su cultura, es una mezcla de varias influencias. Todo ello se ve representado en un plato: el ajiaco. Fue creado por los aborígenes (caldo de ají para acompañar el casabe) y luego los españoles le añadieron un pedazo de tasajo y lo hicieron más parecido al guiso español. Aunque cada región del país tiene su versión, la receta de Nitza Villapol propone cocer, en una olla grande, muchas viandas (boniato, yuca, plátano, malanga, calabaza, ñame), carne, maíz tierno y un buen sazón, cargado de zumo de limón y ají.
Existe otra elaboración, muy sencilla, que consiste en una mezcla de maíz rallado o molido, sazonado con especias, que se envuelve en hoja de plátano (en la región oriental de Cuba) o en la propia hoja de la planta: el tamal. Se consume en otras partes del continente americano debido a su origen y recibe otras denominaciones como hallacas, humitas. Envueltos, los tamales criollos son únicos. Los cubanos le han puesto su sello agregando en el interior unas empellas de cerdo o pedazos de carne. La cocción que se les da es en agua hirviendo y luego se saca de la hoja. También existe la variante de tamal en cazuela que se consume como una harina con los chicharrones de cerdo por encima.
En Cuba, además, realizan dulces con este alimento. De origen venezolano, el majarete es ampliamente elaborado en la isla. Su preparación es sencilla: es una especie de atol (maíz dulce cocido en agua y endulzado con canela) y leche de coco, de consistencia gelatinosa. Se consume frío o caliente. La clave para obtener el sabor original: utilizar azúcar moreno.
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