A Dios hay que romperle el corazón (si lo tuviera) y dejarlo con ganas de venganza, con ganas de cobrarse el dolor humano y otro músculo, sus latidos. Debe arrancarlo de un cuerpo de hembra —Eva, su mito—, recipiente del pecado y posibilidad de regeneración mediante el alumbramiento. Al fin, continuidad.
Eso, si Dios tuviera corazón y fuera poeta.
Hablamos de Mother!, la última película del cineasta estadounidense Darren Aronofsky…
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ELLA (Madre, Jennifer Lawrence) también pude ser la Tierra, y su casa la evocación terrenal del Paraíso. ELLA la metáfora de la destrucción del planeta; su castigo en la película, la recreación simbólica de la furia de Dios (ÉL, el Poeta: Javier Bardem) sobre el pecado de Eva.
En una entrevista con el New York Times, Lawrence dijo que la película es un poco sobre Dios y la Tierra, pero al verla el espectador advierte que, al escribir el guion, Aronofsky no pensaba en la Capa de Ozono ni bosques ni ríos secos sino en el castigo; otras depuraciones oscuras.
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Madre tiene unos veintitantos años. ÉL (el poeta) es un hombre mayor. No sabemos si es una alegoría de Aronofsky, regocijo metatextual —durante el rodaje de la película comenzó un romance entre el director y Jennifer Lawrence—. Quizás no. Puede que la marca punitiva sobre la mujer fuera un deseo oculto del cineasta desde Black Swan.
Lo cierto es que, por segmentos, Mother! parece un drama, en otros un thriller sicológico de lo más común. Al final, es un infierno de autor labrado con un terror fino, una estética esmerada.
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Poco más de una hora suman las secuencias de primeros planos al rostro de Lawrence: sudor, la angustia; una cámara sobre su boca o la nuca…
Y está la casa que respira y come, y dos extraños que sueltan el caos en el Paraíso (a todo color en la fotografía); hay fratricidio: ¿Caín y Abel? —otra alegoría bíblica. También un Mesías que muere para que Madre y ÉL crezcan en su amor por la humanidad y perdonen el crimen de quienes los ofenden.
Si conocemos la trayectoria de Aronofsky, si alguna vez intervenimos su mente, sabremos que Mother! es una parábola de la Creación; su representación cinematográfica en un sólido, extenuante, impenetrable guion…
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Este es un diálogo, el último:
—Lo que más me duele es que no fui suficiente.
—Nada nunca es suficiente. No podría crear si lo fuera. Y tengo que crear. Es lo que hago.
El corazón de la Madre restaura. Y solo Dios, sin corazón y con poesía, puede tomarlo con las manos…
Quema. Es de cristal.
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