Pasión de Migue Leyva J

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Migue Leyva J/ 24| 6’0/ Habana/ Brand Promoter/ Model|STYLIST|Fashion Blogger. Foto tomada de su perfil en Instagram (@migue_leyvaj)

Ahora pienso en Los amores imaginarios, y en cómo la cabellera de Niels Schneider —Adonis francófono— se parece tanto —y viceversa— a las guedejas que de Migue Leyva se enroscan como lianas selváticas en una foto suya estampada en el espaldar de una silla del bar Malecón 663.

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—Hola. ¿Estás?

Este es Migue, en la burbuja gris del chat de Messenger…

—Migue, estoy aquí. Lo siento, perdí tu número.

—Tranquilo, ya había llamado a recepción. Estoy en una reunión, pero voy hacia allá. Espérame en el bar.

—Ok. Espero entonces.

—Toma algo si quieres.

Al final el guiño de un Emoji.

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Migue Leyva J

24| 6’0

Habana

Brand Promoter

Model|STYLIST|Fashion Blogger

Ahora pienso en Niels Schneider, pero en aquella tarde en Malecón 663, recostado contra el espaldar de la silla con la cara de Migue Leyva, miraba en mi celular capturas de pantalla de su perfil en Instagram: cientos de fotos y de fiestas; de noches, días y poses…  Luego observaba mi camisa azul estampada de flores blancas y sentía vergüenza de no encontrar una explicación a mi tentativa de apresurar la primavera.

Antes no dudé usar una camisa floreada en febrero, casi en la inclinación del invierno. Pero cuando toca entrevistar a un conocedor de la moda, profesional del styling y teórico del outfit, la perspectiva sobre un atuendo improvisado cambia. Igual, allí estaba, tratando de no pensar en que dos días antes pegué con silicona los zapatos que usaba esa tarde…

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La rama de un junco puede ser, en un entorno citadino, un brazo de Migue; al borde de la bahía su brazo aéreo, rama flexible que tuviera donde nace la mano un brote de algodón o la cabeza de un peluche…

Y tiene el cuerpo fuera de temporada, esa delgadez extrema, como si no dejarse nada entre la piel y los huesos fuera un acto de sinceridad límite. Una anatomía por lo demás tan común en los modelos: cuerpos que pretenden evaporarse.

Llegó unos minutos después, y yo allí: ante el cabello de Niels Schneider y el cuerpo erosionado de Migue Leyva; él: un short, tenis deportivos y camisa. Eso, así de simple. Me sentí aliviado.

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En los parques de Holguín, cuatro años atrás, Migue fue un refugiado, un desplazado del círculo familiar por voluntad propia…

“Mientras toda mi familia estaba reunida el 31 de diciembre, yo era ese chico muy dark que prefería estar con sus amigos en cualquier lugar de la ciudad”.

Estuvo dos, tres temporadas militando en tribus urbanas, fue ocupa de parques y glorietas, acompañante de solos con guitarras sobre los temas de Green Day. Algunos meses fue Friki, otros, Miki; de seguro Emo con esa disposición natural de su cuerpo para la tristeza. Entonces aprendió aptitudes tribales: códigos, conductas, adaptabilidad a cualquier entorno. También en esa época comenzó su gusto particular por lo fashion, el germen de lo que hoy define como una estética.

“Tuve varias influencias a la hora de vestir. Fui desde un estilo punk bien marcado, hasta el grunge, hasta lo bohemio, lo geek”.

No hay en la familia de Migue nadie relacionado con el arte o con el diseño; tampoco interesados en el color del año, tendencias, atuendos de temporada; ni en el styling ni el modeling ni en beneficios del maquillaje.

Su madre trabaja como Especialista en Recursos Humanos, su padre sabe bastante de materiales para la construcción…

“En mi familia no hay artistas. Yo siempre fui el raro para todos; ahora sigo siéndolo, pero soy el raro que luce bien”.

Antes de venir a La Habana, antes de convertirse en amante impulsivo de la moda, Migue Leyva intentó con el canto lírico, pero su garganta escupía las notas. Luego comenzó un Nivel Medio en Danza Contemporánea en Holguín y allí estuvo un tiempo sin siquiera tener formación académica.

Esto, más o menos así, fue su estadía nororiental: la infancia endeble, la orfandad como rebelión adolescente, una acentuación manierista de su personalidad.

Migue: la pompa de una orquídea, el primer emplume de un cisne…

“En mi familia no hay artistas. Yo siempre fui el raro para todos; ahora sigo siéndolo, pero soy el raro que luce bien”. Foto tomada de su perfil en Instagram (@migue_leyvaj).

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La emancipación fueron 738 kilómetros: un trayecto en bus desde Holguín hasta La Habana. En una maleta, la ropa de sus días tribales que ya no usaría después.

Imaginamos a Migue con 17 años: atuendo negro, un trazo de rímel y botas altas caminando frente a la foto de la tarde habanera durante un paseo litoral. El pelo todavía corto al estilo de la plebe cubana, y no su cabellera L’Oréal de hoy.

De su arribo capitalino poco se conoce más allá de las intenciones: vino decidido a estudiar en el Instituto Superior de Arte. Su interés apuntaba a la carrea Danzología. Teoría y Crítica de la Danza. Allí estuvo unos meses —dice—, hasta el momento de elegir entre dedicar tiempo y esfuerzo a una carrera universitaria, o fomentar su despliegue profesional en el mundo de la moda. Y eligió. En su biografía la aventura académica resulta apenas un gesto.

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Entre 2015 y 2016 Migue ya es, ya se ve, como siempre quiso: como un tipo que luce bien. Y vive en La Habana, y tiene amigos que al abrirse el día se miran en el espejo y saben por su estado de ánimo cómo deben vestirse. En ese tiempo Migue es un tipo que sabe el color del año e identifica el inicio y el fin de las estaciones —algo difícil en Cuba—; conoce adelantos de las nuevas colecciones de Karl Lagerfeld y las últimas creaciones de Ricardo Tisci; sigue Vogue, GQ, y puede distinguir entre cien las fotografías de Annie Leibovitz y Mario Testino —y está convencido de que jamás, pero jamás, usará los modelos de Mario Freixas y Raúl Castillo ni desfilará en los 50 centímetros de plató en De tarde en casa.

También en ese tiempo aparecen en Cuba las revistas Garbos y Vistar; pequeñas empresas de diseño como La Marca y Clandestina. Todo esto crea un entorno propicio para el resurgir de una estética, una moda cubana hecha y comentada por jóvenes que reaccionan ante cualquier imposición de una “moda nacional” estandarizada, de una estética genérica…

“Fue el momento donde comenzó todo ese fenómeno de los milennials y los bloggers y los influencers. Y me dije: voy a experimentar”.

Su comienzo como fashion blogger fue en un tablero de Tumblr con título Work in progress, espacio donde experimentó, por primera vez, el desborde de su pasión: escribir de y sobre moda.

Entre tanto, Migue se iba de paseo con sus amigos. Todos bien vestidos según el color del año, la temporada y el estado de ánimo en la mañana. Y posaban en cualquier esquina bajo el foco de la ciudad o entre las palmeras de un jardín urbano, o acostados en una otomana estilo Luis XIV en un caserón colonial. La Habana de fondo, luz lateral… Shoot, shoot. Disparos de cámara. Dame pasión… Shoot. Dame elegancia… Shoot, shoot. Eres fiera, eres sensual… Shoot.

Luego subían las fotos a las redes sociales y Migue escribía en Tumblr una reseña sobre los atuendos, sus marcas y combinaciones. Así, lo que al inicio fue una aventura de amigos, se convirtió finalmente en un proyecto profesional que tuvo, también al final, un nombre fortuito, luego lema de una generación: This is This, el primer fashion blog en Cuba.

Entre lluvias y tonos verde intenso la primavera hace alarde de llegada […] Floreciendo como ciertas especies endémicas, esta camisa [azul con flores] de interesante estampado tropical se manifiesta como pieza principal de mi estilismo; apúrate a obtenerla online en oldnavy.com, será un básico imprescindible que sé vas a necesitar…

Migue, dulce escribano, idólatra de Anna Wintour.

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En mayo de 2016 se confirma Club Cuba, desfile de Chanel en La Habana. La isla, la indumentaria del trópico, fue el punto focal del mundo de la moda desde, digamos, nunca. O al menos 56 mayos.

La prensa internacional hizo su trabajo. Pasó la carne por la máquina de moler que es la prensa sensacionalista. Y salieron, en delgadas filacterias de titulares, trozos de Tony Castro —libero asociaciones—. Las noticias ubicaban al efebo Tony en los castings para el show de Chanel. Era cierto. En esa lucha también estaba Migue. Allí se conocieron. Aunque ninguno de los dos desfiló para la marca.

“Organizamos [Migue, Tony] un photoshoot, de los primeros que hice para This is This. Publicamos las fotos, la noticia se hizo pública así, rapidísimo. Es ese momento en el que llegas a tu casa, revisas las redes sociales, y no entiendes qué sucedió. De tener en tu blog tres entradas de tus amigos, a recibir 3 mil, 7 mil visitas; recibir en tu celular llamadas de ABC, CNN […] Fue cuando me di cuenta de que podía funcionar”.

Bastó el peso de un apellido ilustre, la estupidez de la opinión pública y la perseverancia extrema de Migue Leyva. Fue así como un antiguo militante Emo en parques holguineros se convirtió en el cronista del Chanel Cruising en La Habana. Y lo hizo bien.

This is This —todas sus asociaciones— fue desde entonces una marca sobre el cristal panorámico de la moda juvenil en Cuba; un mirar a través de, y entre tantas cosas, la sombra proyectada desde la imagen futurista de Migue Leyva —su semántica de lo posnacional.

“Es increíble cuán rápido uno puede pasar de un experimento, a que tu vida sea ya ese experimento”.

Migue, la última de sus transfiguraciones: flor de la orquídea, la elegancia del cisne.

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Esta es la descripción súper chic de Migue sobre Migue contra el fondo de una pared de ladrillos, en el post Urban Garden de su blog…

Gorra de Polo Ralph Lauren, Gafas de sol con print de Bershka Accesories, Camisa con estampado tropical de Old Navy, Jeans de Gap, Deportivas Stan Smiths de Adidas…

—Migue, vestir buenas marcas y estar a la moda en un país con tantos problemas es un poco difícil.

—¡No creo que sea problema! Puedes tener un solo pantalón, un solo pullover, un par de snikers y con ese look hacer 60 looks más, y que la gente diga: ¡me encanta tu look!, aunque sea el mismo de ayer, del domingo, del sábado…

Más abajo:

Americana de Hugo Boss, Camisa de Zara Man, Gafas de sol en acetato de Moscot, Cinturón en piel de Bally, Jeans de Topman, Botas Chelsea de Mariner.

Y en el post Party Nights out

Camisa blanca texturizada Reaction by Kenneth Cole, Americana azul Prusia de Zara Man, Pantalón con pinzas de Tommy Hilfiger.

Así, todas esas etiquetas estelares, deleite suyo de nombrar constelaciones…

“Proyecto mi blog desde las posibilidades de la moda en Cuba. Si yo, que soy un joven cubano como cualquiera puedo hacer ese estilismo y usar marcas caras, tanto como baratas, los demás también pueden”.

Entonces pienso en mis zapatos reparados, en que no recuerdo la marca y ni siquiera sé si tienen, tampoco sé nada de la camisa estampada en flores, preludio de la primavera. Pero soy solo un tipo; uno más de otro montón como yo en un país que a veces, —si vemos las fotos de Instagram, su Facebook y su blog— no parece ser el mismo país de Migue Leyva.

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«Si yo, que soy un joven cubano como cualquiera puedo hacer ese estilismo y usar marcas caras, tanto como baratas, los demás también pueden”. Foto tomada de su perfil en Instagram (@migue_leyvaj).

Hace un año del último post en This is This. Desde entonces Migue se ha dedicado a otras cosas…

En 2016 realizó una campaña (sesiones de fotos en paseos tropicales) para Brown Shoes, cadena internacional de tiendas comercializadoras de calzado de alta gama. También ha trabajado de brand promoter para marcas internacionales como Black&Liberty, GooKarma, y para las nacionales Clandestina, Marié, Zulu…

“Los chicos de Black&Liberty se comunicaron conmigo por Instagram. Acordamos todo y fue perfecto. Ellos me mandaron las piezas y yo hice un viaje maravilloso por toda Cuba; muchísimas fotos…”

Migue se pone un jean azul deslavado y pullover oversize. Posa… Shoot, shoot; luego un jean azul oscuro y una camisa floreada. Posa… Shoot, shoot. Y así… Después sube las fotos a las redes sociales, escribe hashtags, emoticonos y etiquetas.

Además, es experto en asesoramiento estilístico, incluso ha sido personal stylist de artistas cubanos estéticamente exigentes; dígase Cucú Diamantes.

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La otra parte de su tiempo, cuando su agenda cede en blanco, hace lo mismo que cualquier joven de 24 años.

Sus noches festivas comienzan en los sitios trending de La Habana, lo que esté de moda. Sale con sus amigos, prueba tragos con nomenclaturas y colores desconocidos y shoot shoot, fotos para guardar en la nube. Dice que sus divertimentos, actividades y relaciones personales marcan su estilo de vida, porque al final es la imagen que proyecta de sí: qué es Cuba para él y para la gente de su edad.

Algunos domingos, en esas tardes lacias en el borde de La Habana, Migue organiza un evento, algo así como un Pop-up Store, en Malecón 663. Invita a un diseñador (puede ser industrial, o de modas), prepara la exhibición y expone la obra. Luego la dejan a la venta durante un mes.

“Es necesario fomentar la libertad creativa de los artistas y diseñadores. Quizá las pautas que imponen organizaciones como el Fondo Cubano de Bienes Culturales, esa serialización de los productos donde todo termina pareciéndose, afecta la calidad individual del artista”.

“Por eso digo que en Cuba ahora mismo no hay una industria de la moda, sino una escena. Pero en poco tiempo quizás ocurra el salto de esas marcas cubanas que luchan por lograr una identidad propia, una distinción”.

La narrativa de la contemporaneidad hecha por los jóvenes es la propuesta de Migue en Malecón 663, quizá el único lugar a donde siempre vuelve: a la foto suya en el espaldar de una silla, a la pose de su cuerpo aéreo contra el balcón ante el mar, sobre la avenida…

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Revistas:

GQ

Stylist Magzine

Refinery29

Intimately Magazine

National Geographic (publican un libro donde aparezco y donde incluyo un texto, Havana Youth)

Racked Magazine

PlayGround

Yahoo Style

Esta es la lista de publicaciones en donde ha aparecido el nombre Migue Leyva J. Así me entrega él en un documento PDF, bien detalladas, las páginas de su trayectoria más acá de la cobertura del desfile de Chanel en La Habana. Textos suyos han aparecido en la revista Garbos (tuvo una sección, además fue asesor y organizador de eventos), en Vistar Magazine y Vogue Italia… También lo han entrevistado un montón de veces; le han llamado “famoso 2.0”, “primer fashion blogger cubano”; lo han descrito sin mucho tino y con una prosa contemporánea de los pasajes del Amadís de Gaula como “un delgado y esbelto muchacho de abundante cabellera y mirada penetrante”; y ha recibido comentarios como este: “Pero, pero, influencer decís??????? Pero mijo si a ti ya ni en Báguano te conocen!!!! y tu talla EMO donde la dejaste? BAJANDA pipo!!!!!! Que te compre This is This Quien no te conozca!”.

Pero esa es gente adolorida, hojas agostadas del árbol Migue Leyva, caídas durante el crecimiento de un cubano con porte de Milán, de New York, con cabellera parisina; gente celosa de los más de 4 mil seguidores de Instagram, los casi mil de Facebook y los 7 mil suscriptores en el momento cúspide de su fashion blog; celosos, también, de sus habilidades: “Photographer, Director artístico, Editors, Producer” … y de que sea capaz de escribirlas en inglés. Y de que se apode Mika, y se haga fotos con calzoncillos Calvin Klein, con vestidos de flores y pamelas; sombreros de plumas, pompas de encaje, y de que sus cumpleaños sean fiestas sorpresas. Todas esas cosas envidiables. Cosas así…

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“Un día regresamos de una fiesta mis amigos y yo. Estábamos reunidos en una casa y comienzo con eso de: ‘ay, caballeros, necesito un hashtag para etiquetar las fotos y no sé, no se me ocurre nada’, y ellos que si aquello y lo otro, hasta que alguien dijo ‘ay, no sé, esto es esto’…”

Migue recuerda aquel tiempo ligero y lúdico del comienzo, cuando su jornada podía escribirse en el rectángulo de un clínex; no como ahora, obligado como está a confeccionar un plan de trabajo semanal para no dejarse pedazos suyos entre organizaciones de eventos, entrevistas con diseñadores, sesiones de fotos… Porque hoy, 2019, a 738 kilómetros de Holguín y sus parques, a casi cinco años de su última transfiguración, Migue es, como se mire, un triunfador; un hombre de 24 años que ha trazado solo el camino desde sus costillas hasta el éxito, y juega con su mundo como si fuera una canica en la palma de la mano…

“No sé, a veces creo que mis intereses me ayudan en mi desempeño profesional, pero me ha restado mucho contacto humano con mi familia, sabes, hasta el punto de no sentirme bien en ese entorno, de no reconocerlo”.

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Igual esas cosas no importan, porque Migue es una orquídea, flor rara que se abraza de las horcaduras de los troncos, de las ramas de ese mismo árbol Migue, el junco aéreo con sueños frutales: como ese de tener el rostro estampado en el espaldar de una silla, o el aquello de que todo el mundo copie su manera de descolgarse la camisa tras la nuca; de quererse él mismo como si el mundo todo le quisiera porque es cierto, los sueños se bordan en la vigilia hasta que llegan, como ese de dirigir, cuando exista, una edición de Vogue Cuba…

Eso, su cabellera a lo Niels Schneider. Y todos sus amores imaginarios.

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«En Cuba ahora mismo no hay una industria de la moda, sino una escena. Pero en poco tiempo quizás ocurra el salto de esas marcas cubanas que luchan por lograr una identidad propia, una distinción”. Foto tomada de su perfil en Instagram (@migue_leyvaj).
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3 Comentarios

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  1. Migue es genial como profesional y como persona, y de la nada se ha hecho a sí mismo, a su propia medida. Eso es loable, digno de admirar, y se ha lanzado él mismo, de frente, sin miedos ni prejuicios a hacer cambios que pocos se atreverían a enfrentar en una sociedad machista y sin cultura de moda como la cubana. Mis más sinceras felicitaciones y un abrazo.

  2. a todos nos gusta sentirnos diferentes al resto, el problema es que el resto nos vea como diferente…ese es un verdadero reto. y él como artista lo ha logrado…solo tengo conocimiento de algo de su vida profesional y me parece una persona completamente capaz de lograr este sentir en quien lo observa de cerca
    Felicidades por ello

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