La identidad de Kurt Cobain se comprobó con el análisis de las huellas dactilares. Su cadáver no tenía cara.
Normal. Es lo que sucede cuando te vuelas la cabeza con un rifle de asalto.
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El 1 de abril de 1994, el vocalista de Nirvana escapó de Exodus, una clínica de rehabilitación en Los Ángeles. Había ingresado el día antes para combatir su adicción a la heroína; cuatro días después se mató.
Gary Smith, un electricista, fue a la casa de Cobain en Seattle y encontró el cadáver sin cabeza, los fragmentos del cerebro que compuso Come as you are esparcidos en el suelo. Le quedaba puesta la camisa, un jean azul con los bolsillos salidos; sobre un muslo, el antebrazo izquierdo adornado con picaduras de aguja; debajo, un pequeño escudo con la letra K; todavía la manilla blanca que le pusieron en la clínica de rehabilitación…
Cobain, un cadáver de tres días. Y a su lado un rifle Remington para cazar venados.
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“[…] Se me acaba la pasión […] es mejor arder que apagarse lentamente” … Bajo un búcaro amarillo, la nota de despedida.
Esa carta, que hablaba de la náusea, de su estómago podrido y su locura, la dedicó a su esposa Courtney Love y a su hija Frances, de un año y medio de edad…
“Frances y Courtney, siempre estaré en vuestro altar”.
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Dos meses antes, The New York Post publicó una foto de Cobain con el cañón de un fusil de asalto metido en la boca.
El músico, cuando era más joven, intentó suicidarse en las vías del tren: se acostó sobre los rieles y se amarró dos piedras a las piernas. Y esperó, pobre, hablando con Boddah, su amigo imaginario de la infancia…
El tren no pasó.
Champaña + heroína + flunitrazepam fue la mezcla que probó Cobain el 4 de marzo en Roma. Se intoxicó, perdió el conocimiento, algo habitual en él. Pero tampoco tuvo suerte esa vez.
Cobain, con su tristeza líquida en una jeringa. Y sudoraciones, temblores, hiperventilación…
Le contestó al miedo y jaló el gatillo.
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En el velorio, su esposa leyó la carta de despedida entre llantos y reclamos. Cuando terminó de leer, le gritó “asshole” y pidió a los presentes que insultaran los restos del hombre que dejó a una hija sin padre.
Cobain, tres porciones de cenizas: el primer tercio se esparció entre las columnas de un monasterio budista en Ithaca, New York, el otro en el río Wishak, cerca del puente donde durmió algunas veces, cuando su madre lo expulsó de la casa.
Y su última parte en un relicario junto a una foto junto a una guitarra en un altar que cuida su hija.
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Kurt Donald Cobain, que puso de moda las camisas a cuadro y las botas altas, y así definió la estética lumber. Fue icono de la Generación X; se inspiró en un desodorante para escribir la canción Smell Like Teen Spirit. Grabó tres discos y vendió millones de copias. Nació en Aberdeen y fue hijo del mundo.
Pelo largo, delgado; 175 centímetros de estatura y demasiado miedo a la vida.
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