Esta es la serie que todos los cinéfilos deben ver (está entre las mejores de 2025)

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Desde siempre, las series de ficción que se enfocan en un aspecto específico de la realidad más terrenal, han atrapado a muchísima gente de todas partes. Los shows que nos cuentan las peripecias de abogados, médicos, policías, bomberos, periodistas, funerarios, atletas/artistas de la lucha libre o narcotraficantes, siempre se las arreglan para ofrecernos una mirada en en primer plano a un universo lleno de entresijos y detalles nunca antes revelados.

En ese mismo camino se mueve The Studio, propuesta enfocada en el mundillo del cine, la cual debutó el 26 de marzo pasado en Apple TV+ y que concluirá su primera temporada de diez episodios el próximo 21 de mayo.

Desarrollada por Seth Rogen, Evan Goldberg, Peter Huyck, Alex Gregory y Frida Pérez, la premisa de esta historia nos lleva a Hollywood, en donde el ejecutivo Matt Remick, interpretado por el propio Rogen, acaba de ser nombrado como director de la ficticia Continental Studios, productora en donde intentará combinar los intereses comerciales del gerente general, Griffin Mill (Bryan Cranston), con su visión romántica de que el cine debe ser algo más que simple entretenimiento.

Remick representa a los chicos que amaron el cine durante la juventud y que, una vez al frente de una gran compañía encargada de realizar películas, tratan de que el arte no quede supeditado a esa especie de espada de Damocles que representan la taquilla y intereses corporativos.

Con diálogos y monólogos que impiden que haya silencio en momento alguno del metraje, The Studio pudiera ser descrita en cierto sentido como “show de nicho” que —solo parcialmente— rinde homenaje a series como The West Wing o The Newsroom, ambas creaciones de Aaron Sorkin, legendario guionista que tiene su propio cameo en el octavo episodio, The Golden Globes.

El elenco está formado por Catherine O’Hara (The Last of Us) como la ex líder del estudio reconvertida en la productora Patty Leigh; Ike Barinholtz (The Afterparty) en el rol de Sal Saperstein, vicepresidente de producciones y mejor amigo de Matt; Chase Sui Wonders (Generation) como Quinn Hackett, antigua secretaria del jefazo que ha sido ascendida a ejecutiva junior; y Kathryn Hahn (Agatha All Along) haciendo de Maya Mason, directora de marketing de la empresa.

Tanto Matt como sus colegas, aunque no carecen de vidas e intereses personales, parecen estar tan conectados al estudio que nada más importa. Incluso en las secuencias en que no están físicamente en Continental, siguen transpirando el aura del lugar y, aunque de vez en cuando comentan asuntos extralaborales, el 99% de sus vidas parece girar en torno a lo que sucede en esta absorbente industria.

Cada episodio combina la comedia con otros géneros, de forma que parece que estamos viendo un filme diferente siempre que finalizan los créditos de apertura. A lo hilarante, expresado en líneas llenas de insultos y otros términos soeces, humor corporal y gags brillantemente armados, se suman elementos de drama, misterio, suspense y crítica social, los cuales, de una forma orgánica y creíble, enriquecen la narrativa y convierten cada episodio de media hora en un divertimento repleto de la sustancia justa para no agobiarnos.

Pero lo que realmente distingue a The Studio está más allá de su humor cringe (vergonzoso): el hecho de que, a pesar de ser una sátira explícita sobre el decadente ámbito del entretenimiento, es una de las cartas de amor más sinceras que alguna vez le dedicaron al cine.

Por ejemplo, el segundo episodio, titulado The Oner —término que puede ser traducido como toma continua—, está rodado como un plano secuencia, en un ejercicio que funciona como un bello guiño al séptimo arte. Por otra parte, esta aproximación constituye igualmente un claro ejemplo del “cine dentro del cine”, y a partir de ello se nos ofrece una visión que pretende reírse y ensalzar, a partes iguales, las interioridades del proceso de filmación de una escena tan compleja como esta.

Otro de los puntos atractivos y también autorreferenciales del show radica en la aparición, interpretándose —más o menos— a sí mismos, de figuras de renombre como son Martin Scorsese, Charlize Theron, Zöe Kravitz, Ron Howard, Anthony Mackie, Sarah Polley, Zack Snyder, Greta Lee, Steve Buscemi, Olivia Wilde, Nicholas Stoller, Paul Dano, Adam Scott, Zac Efron, Owen Kline, Parker Finn, Johnny Knoxville, Josh Hutcherson, Ice Cube, Dave Franco, Antony Starr, Jean Smart y Ted Sarandos, entre otros.

Lo mejor de tener a esta constelación de invitados en cada capítulo, es que en ningún momento se aspira con ello a eclipsar la trama ni a los verdaderos protagonistas, de ahí que resulte tan divertido ver a gente tan célebre prestarse solícitamente a este “juego” que proponen Rogen y compañía para burlarse cariñosamente del sistema que les da de comer desde hace años.

El resultado final de The Studio es una comedia gamberra pero elegante, que en un primer nivel luce como un show absolutamente enfocado en reflejar, risas mediante, la vida en la meca del cine occidental. Sin embargo, una vez abierto el empaque cómico, detrás de tantos chistes internos para la peña hollywoodense, y de la risa a costa de sí mismos, se percibe una humanidad subyacente que contribuye a que entendamos y simpaticemos con ese grupo de personas que dedica apasionadamente su vidas para crear las joyas —y los bodrios— que eventualmente se convertirán en parte de la memoria colectiva de millones de personas. Desde ya está entre las mejores series de este año.

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