Retransmiten en TV nacional programa que fue cancelado abruptamente en Cuba hace casi 20 años

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Imágenes de la reciente retransmisión de El Expreso. Foto: Captura de pantalla de un grupo en Facebook de seguidores del actor cubano Jorge Martínez.

Casi dos décadas después de su controversial cancelación, El Expreso, uno de los programas musicales más gustados de la televisión cubana a inicios de siglo, apareció en la pantalla de Cubavisión la pasada semana con la retransmisión de un show donde participó el brillante músico Edesio Alejandro, fallecido recientemente. Con ello, varios usuarios han recordado recientemente el fin de aquel segmento de la parrilla que tantos esperaban en las noches de domingos.

Su última emisión, el 19 de febrero de 2006, marcó el final abrupto de un espacio querido por el público y, debido a ese acontecimiento, también se convirtió en  símbolo de una época particular en la historia de nuestra TV.

Todo comenzó con una idea aparentemente simple: celebrar el Día del Amor con la transmisión de la boda del presentador, el carismático actor Jorge Martínez, y Lily, bailarina del Ballet de la Televisión Cubana. El evento, grabado el 14 de febrero en el Salón Rojo del Hotel Capri, contó con un elenco estelar que incluía a Paulito FG y su orquesta, Los Robertos, Jardiel y Zajaris, además de un momento especialmente emotivo cuando la abuela de la novia interpretó el Ave María, según reveló en una publicación en Facebook el productor del programa, Cesáreo Navas.

El Expreso, dirigido por la reconocida Gloria Torres, había seguido todos los protocolos establecidos. El guion fue aprobado por las instancias correspondientes, y la televisión nacional incluso promocionó el programa durante tres días con spots publicitarios. Sin embargo, lo que debía ser una celebración del amor se convirtió en el centro de una tormenta política y administrativa.

Según Navas, la noche de la transmisión desató una cadena de llamadas desde «la estratósfera del poder» y las acusaciones eran graves: se había incumplido con la política cultural de la Revolución al transmitir contenidos considerados «banales» y «frívolos». Las consecuencias no se hicieron esperar: el jefe de la Redacción de Musicales fue destituido, el asesor del programa recibió sanciones, y un alto directivo de la televisión vio truncada su aspiración a un cargo superior. Incluso el gerente del Salón Rojo del Capri fue relegado a administrar una cafetería en la calle Zapata, indica Navas.

La directora, en un acto de dignidad profesional, se negó a firmar un acta de arrepentimiento solicitada por la presidencia del ICRT. El programa fue además satanizado mediante una nota informativa en el Noticiero Estelar, a la que se sumó una crítica del fallecido periodista Pedro de la Hoz.

Lo irónico del caso, como señala Cesáreo, es que el show había sido producido con notable economía de recursos. El pastel de bodas era de utilería, y todos los gastos de bebidas y comestibles corrieron por cuenta del propio Jorge Martínez y sus amigos, demostrando, como dice el productor, que «el Yoyi sí tiene un millón de amigos».

La presencia nuevamente de El Expreso en la pequeña pantalla, además de traer la nostalgia, ha cargado con un recordatorio de cómo han evolucionado los criterios y las políticas culturales en la televisión cubana. Aquella polémica boda quedará como un capítulo significativo en la historia de la TV, acerca de cómo un momento de celebración y entretenimiento pudo desencadenar consecuencias tan serias para todos los involucrados.

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