Esta cubana representó a tres países en Juegos Olímpicos y tiene una historia de película

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Yamilé Aldama. Foto tomada de England Athletics.

En el año 2000, la cubana Yamilé Aldama Pozo llegó a Sídney como una de las principales candidatas al podio en el triple salto para damas. El año anterior había ganado el oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, con marca de 14.77 m, y también había sido subtitular al aire libre en el Mundial de Sevilla (14.61 metros).

Sin embargo, aquella noche del 24 de septiembre en la capital australiana, el mejor esfuerzo de la triplista antillana —14.30 metros— no le bastó para desbancar del podio a la búlgara Tereza Marinova (15.20 m), la rusa Tatyana Lebedeva (15.00 m), ni a la ucraniana Olena Hovorova (14.96 m), a la postre medallistas.

Aunque su debut en Juegos Olímpicos debió suceder en Atlanta 1996, una lesión en el tobillo le impidió competir en la cita del centenario. Cuatro años después en tierra austral, la cosa tampoco salió como ella quería. Sin embargo, aunque no lo sabía por entonces, su vida estaba a punto de cambiar de muchas formas.

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Tras la cita estival del 2000, Yamilé volvió a Cuba y continuó sus entrenamientos rutinarios. Durante una de sus carreras de preparación en la zona de la Ciudad Deportiva, conoció al escocés Andrew Dodd, quien se presentó como productor de televisión. Aunque el flechazo no fue inmediato, pronto empezaron a pasar más tiempo juntos y eventualmente se enamoraron.

Al noviazgo le siguió la propuesta de matrimonio y, a comienzos de 2001, Aldama y Dodd formalizaron su unión. Meses después, en septiembre, nació su primer hijo, Amil. Pero la felicidad no era completa para la pareja, que aún vivía distanciada por un océano y miles de kilómetros.

A la par de la difícil situación personal que atravesaba la atleta, los directivos del deporte cubano presionaron para que olvidara su idea de irse a otro país y dejar el equipo nacional. Sin embargo, tras largo tiempo en tensión, un mes después de convertirse en madre, consiguió la ansiada “liberación” para irse al Reino Unido.

Ya establecida en su nueva casa, con 29 años en las costillas, esta mujer olímpica no pensaba ni un segundo en dejar de competir. Descartada la opción de volver a defender los colores de la Mayor de las Antillas -llegó a decirles a las autoridades de su deporte en la Isla que estaba dispuesta a seguir representando a Cuba, e incluso, también a entregar al país la mitad de sus ganancias en competiciones, pero esa posibilidad le fue denegada-, entendió que su única opción era buscar otro territorio que la apoyara en su sueño de conquistar la medalla bajo los cinco aros.

Estuvo alrededor de tres años compitiendo en reuniones atléticas en el mejor momento de su carrera, en la cima mundial de su especialidad, sin poder defender la camiseta de su tierra natal.

Ayudada por el entrenador ghanés Frank Attoh, empezó a prepararse de una forma bastante poco usual para ella. En lugar de en las mañanas, lo hacía en las noches y con mucho frío, un factor que convertía cada sesión en una suerte de “tortura necesaria”.

Por si lo anterior pareciese poco, la madre primeriza, emigrante y atleta sacrificada, recibió otro mazazo enorme: su esposo Andrew fue acusado de tráfico de drogas. Aunque al principio ella pensaba que se trataba de un error, la posterior investigación arrojó resultados irrevocables: el marido fue hallado culpable y la corte lo sancionó a 15 años tras las rejas. La policía llegó a pensar que la cubana tuvo algún vínculo con el delito, pero finalmente fue descartada.

Sola con su bebé, lejos de su casa, sin una economía que la sostuviera del todo, poco dominio del idioma inglés y sin documentos que le permitieran tener un estatus legal más sólido, Yamilé Aldama se vio ante, posiblemente, el momento más duro de su vida. Pero nunca pensó en rendirse.

“Tenía muy claro que para atrás no viraba (…) voy  a lidiar con lo que me toca y por supuesto, mi familia en Cuba no se puede enterar”, confesó en 2016 durante una entrevista publicada en el grupo en Facebook Deportistas cubanos por el mundo.

Tras la negativa de Reino Unido a dejarla competir en representación suya durante las olimpiadas de Atenas, la antillana, afianzada entre las mejores del planeta, recibió propuestas de varios países europeos antes de decidirse por Sudán.

El 11 de julio de 2003, durante una parada de la Liga de Diamante en Roma, firmó una marca de 15.29 metros que será la mejor de su carrera y que por entonces la colocó en el top-3 histórico de los mejores registros en el triple femenino.

Hubo dificultades para adaptarse a ese nuevo contexto, pero, pese a ellas, la oriunda del municipio habanero del Cerro puso en el mapa al país africano durante el magno evento de Atenas 2004, en donde volvió a quedarse sin medallas, pero ancló en un meritorio quinto puesto gracias a un notable estirón de 14.99 metros.

Por esa época consiguió dos medallas en mundiales bajo techo: plata en Budapest 2004 (14.90 m) y bronce en Moscú 2006 (14.86 m), y también quedó cuarta en la competencia planetaria a cielo abierto de Helsinki 2005 (14.72 m).

Durante esos años, también se convirtió en bicampeona africana en los torneos continentales de Brazzaville 2004 (14.90 m) y Bambous 2006 (14.71 m) y sumó una plata en Adís Abeba 2008 (14.36). Igualmente, se impuso en los Juegos Panafricanos de Algiers 2007 con cota de 14.46 metros.

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Entre 2007 y 2009 las cosas no fueron del todo bien en la pista para Yamilé. No consiguió clasificarse para el mundial de Osaka ni el de Berlín, y en la olimpiada de Beijing 2008 quedó fuera de la final, de nuevo a causa de una lesión.

Sin embargo, eventualmente los esfuerzos y el sacrificio dieron sus frutos y en 2010 su situación empezó a cambiar. Primero su esposo salió de prisión y tiempo después nació Diego, su segundo hijo. Para coronar la buena racha, obtuvo los documentos que la acreditaban como ciudadana británica, lo cual le abrió la posibilidad de competir por esa nación.

El 10 de marzo de 2012 sucedió el momento más notable de su carrera, cuando a cinco meses de cumplir 40 años saltó 14.82 metros y ganó el oro del mundial bajo techo de Estambul. Tal hazaña la colocó como la segunda mujer de mayor edad en lograr tal premio.

La victoria en tierra turca hizo pensar que finalmente podría llegar su primera presea olímpica, nada menos que en la edición que tendría lugar en Londres, en “casa”. No obstante, en el Estadio Olímpico de la urbe británica, la vida volvió a negarle el sueño final a Aldama. Igual que en Atenas —y el Mundial de Daegu 2011 (14.50 m)—, finalizó quinta con 14.48 metros. Esta, la cuarta de su recorrido, fue la última olimpiada en la que participó.

Otros de los resultados destacados de la capitalina fueron los bronces en las Copas del Mundo (luego renombrada como Copa Continental) de Atenas 2006 (14.78 m) y Johannesburgo 1998 (14.29 m), y también los lugares 4, 6 y 7 en los mundiales sobre pista cubierta de Valencia 2008 (14.47 m), París 1997 (14.28 m) y Maebashi 1999 (14.47 m).

Actualmente Yamilé, que en agosto cumplirá 52 años, vive en el Reino Unido con la familia que ha formado allá. “He vivido muy bien, estoy orgullosa de mi vida. Soy feliz ¿Que me hubiese gustado ver siempre la bandera cubana sobre mis triunfos? Claro. Pero no me arrepiento de nada. Soy lo que soy por el sistema de enseñanza y deportes de Cuba. Donde me paro lo digo. A ellos les debo mi título universitario. Ojalá y pudieran admitirnos a todos, si todos somos de ellos”, declaró en un diálogo con Cibercuba.

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