En 2006, Jennifer Pérez fue una gran sorpresa en el deporte cubano. Ese año, la ajedrecista villaclareña se convirtió en campeona nacional de mayores, contra todos los pronósticos, algo que ella misma dejó claro cuando fue entrevistada, poco después de obtener esa corona.
“Hasta yo me sorprendí con el resultado. No puedo decir que fui una «Cenicienta», pues casi todas mis rivales me conocían de otros torneos. Mi propósito era ubicarme entre las cinco primeras, pero nunca imaginé que ganaría, al menos hasta que le gané a la Gran Maestra (GM) Sulennis Piña, quien defendía su título. Entonces sí me convencí de que podía luchar por el oro”.
Gran admiradora de su compatriota José Raúl Capablanca, además del ruso Garry Kasparov, el estadounidense Bobby Fischer y el noruego Magnus Carlsen, esta cubana comenzó su recorrido por el mundo de las 64 casillas en su provincia natal, alrededor de 1995, y fue ascendiendo rápidamente hasta convertirse en una figura notable, a pesar de su juventud. Con ella conversamos recientemente.
“Empecé a interesarme por el ajedrez aproximadamente a los 8 años, cuando la profesora Miriam Martínez, hoy Comisionada de la disciplina en Villa Clara, hizo una captación en mi escuela. Como niña al fin, me atreví a aprender, y poco a poco fui creciendo en la reputada escuela provincial de ajedrez, que ha contado con grandes representantes femeninas como Asela de Armas y Mairelys Delgado”, nos contó.
A la altura de 2004, defendió los colores de la mayor de las Antillas en el Mundial Juvenil celebrado en Cochín, India, en donde se ubicó en el puesto número 16, con acumulado de siete puntos. En Ereván, Armenia (2006), también en la cita para bisoños, ancló en el escaño 21, con la misma cantidad de unidades que consiguió en el certamen previo.
Tras los excelentes resultados en ese último año, fue incluida en el equipo cubano que participó en la Olimpiada Mundial de Turín (2006).
“Esa fue una experiencia bastante grata, pues, además de la maravilla que significó poder asistir a un evento de ese tipo, también fue la primera oportunidad en que representé a Cuba en un torneo de élite en la categoría absoluta”, explicó.
Su último campeonato en el país que la vio nacer tuvo lugar en 2012, cuando finalizó como subtitular nacional. Luego viajó a Ecuador para participar en varias competencias, decidió no regresar y se estableció en ese territorio sudamericano.
“Mi historia es la de muchos otros deportistas que buscan un mejor futuro. Por mi parte, tenía interés en hacerme Gran Maestra y allá no contaba con las condiciones necesarias para ese proceso, por muchas situaciones. En aquel momento, por una cuestión de política de la Federación cubana, me quitaron el derecho de jugar por nuestro país, algo que nunca quise que sucediera, porque uno nunca quiere dejar de representar a su tierra”.
Pese a a las regulaciones que frenaron su integración deportiva fuera de la Isla, Pérez sí pudo competir bajo la bandera de la FIDE desde 2013, pero, ante su deseo de participar en eventos oficiales de mayor relevancia, vio la necesidad de buscar una federación que la acogiera. Su primera intención fue aplicar por Ecuador, pero por temas diplomáticos y burocráticos eso no fue posible.
“Después de esa negativa, le escribí a varias federaciones de Sudamérica, hasta que en 2014 tuve una respuesta favorable de parte de Paraguay (Feparaj) para acogerme. Ellos hicieron todos los trámites ante la FIDE, logré ser registrada por esa nación y ese mismo año también pude participar como representante suya en la Olimpiada Mundial de Tromsø, Noruega”.
En los últimos tiempos, Jennifer ha jugado otros dos certámenes de ese tipo en nombre de los guaraníes: Bakú, Azerbaiján (2016) y Batumi, Georgia (2018), además de torneos continentales y zonales. Asimismo, ha sido campeona nacional en 2017 y 2018, además de subcampeona en 2016.
En 2018, más allá de reinar a nivel doméstico, también quedó segunda de América, con 6,5 unidades, media por detrás de la monarca peruana, Deysi Cori.
“Aunque no pude ganar y obtener mi boleto a la Copa del Mundo, quedar segunda en un evento así fue un resultado buenísimo y demostré mi nivel; además, pude compartir con varias excompañeras mías de Cuba”.
En ese mismo año también consiguió un hito enorme en la Olimpiada Mundial realizada en Georgia, pues allí registró la mejor actuación individual en ese tipo de eventos para una ajedrecista bajo la bandera paraguaya, al conseguir 9,5 puntos de 11 posibles.
En 2019 terminó segunda en el Continental de Aguascalientes, México, aunque el sistema de desempate determinó que finalmente anclara en el cuarto puesto de la lid y, de paso, sumara varios puntos para su coeficiente ELO.
En 2020, que era año olímpico, llegó la pandemia y el evento se postergó hasta 2021, cuando tampoco pudo realizarse. En 2022, la FIDE volvió a convocar para la principal justa por equipos del planeta y llegó un momento duro para Jennifer, al no ser incluida en la lista de la Feparaj para la cita.
“Por sorpresa para mí, vi que fui injustamente reemplazada en el equipo por otras jugadoras, a quien no es justo demeritar tampoco, pero el problema mío fue más bien con la Federación y la manera incorrecta en que actuaron. Ellos usaron como argumento mi inactividad ajedrecística durante estos últimos dos años, algo muy relativo si tenemos en cuenta la situación en la que hemos estado viviendo recientemente”.
Además de lo conocido, es válido recalcar que, en 2021, Jorge Vega, presidente de FIDE América, había designado a Jennifer Pérez como una de las representantes del continente al Campeonato Mundial de Ajedrez Femenino por Equipos (modalidad rápida), evento de tipo presencial que se efectuó en Sitges, Barcelona, y en donde ella participó en nombre de nuestra región y de Paraguay.
“Mi pregunta, entonces, fue la siguiente: ¿si estuve en ese evento en Barcelona, por qué no tenerlo en cuenta a la hora de considerarme como jugadora activa? En resumen: fue realmente un hecho sin precedentes que no solo me afectó a mí, sino a los GM José Cubas y Zenón Franco, y también a los equipos masculino y femenino de Paraguay, los cuales no contarían con algunos de sus mejores exponentes de cara a la Olimpiada Mundial de Moscú”.
El 24 de enero pasado, ella publicó lo siguiente en su perfil oficial de Facebook, acompañado de fotos de la carta que había enviado a la Feparaj y a la Secretaría de Deportes de esa nación:
“El día de ayer hice oficial mi reclamo a la Federación Paraguaya de Ajedrez con copia al Ministerio del Deporte en Paraguay, enviando una carta de rechazo absoluto a mi eliminación del equipo a las olimpiadas por sus respectivos canales oficiales.
“Hasta este minuto, la federación no ha querido comunicarse conmigo por ninguna vía, no responden mensajes, no hacen acuse de recibo de mi reclamo. Señores, una cosa es dejarme fuera del equipo y otra muy diferente que no estén de acuerdo al diálogo y no quieran argumentar tan nefasta decisión (según mis argumentos deberían hacerlo).
“Pido a la comunidad ajedrecística de Paraguay, alguien que se solidarice con este caso, me ayude a ingresar dicha carta en la secretaría nacional de deportes, para que mi reclamo no siga siendo ignorado, debido a que no me encuentro en Asunción para hacerlo personalmente”, escribió.
Luego de elevar su solicitud hasta donde fue necesario y defender su derecho a jugar como ajedrecista federada en la Olimpiada Mundial de Moscú, 2022, el 26 de enero fue revocada la decisión previa de la Feparaj y, tanto ella como los otros dos trebejistas del sector varonil que habían sido vetados, fueron restituidos dentro de sus respectivos planteles.
Tras conseguir uno de sus mejores “jaque mate” ante aquellos que intentaron demeritarla e irrespetar su recorrido, actualmente Jennifer no descarta su intención de jugar por Ecuador, un país en donde, además de residir, ha tenido muchas oportunidades de mejorar y crecer como persona. No obstante, esta mujer tiene claro su actual compromiso como jugadora paraguaya. En base a esa situación, opta por pensar que el futuro dirá la última palabra en tal sentido.
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