Jason Momoa lleva algunos años en el centro de la atención mediática, luego de sus apariciones en producciones importantes como Conan the Barbarian (2011), Game of Thrones (2011), Justice League (2017), Aquaman (2018), See (2019), entre otras. El actor norteamericano se ha ganado un lugar notable dentro del star system hollywoodense, una plaza que posiblemente afiance aún más después del estreno de la esperada Dune, cinta basada en la novela homónima de Frank Herbert que llegará a los cines en diciembre.
Pese a ello, uno de los trabajos recientes de este carismático intérprete ha pasado casi inadvertido para muchos. Se trata de Frontier, serie de Discovery Channel que lleva tres temporadas en pantalla y que bien podría regresar con una cuarta en el futuro no-tan-lejano.
El show, estrenado hace cuatro años, narra un momento histórico poco explotado en la filmografía norteamericana: el comercio —y tráfico— de pieles en Canadá a finales del siglo XVIII, etapa marcada por la brutal competencia entre británicos, franceses, irlandeses, escoceses y nativos.
Momoa encarna al protagonista, Declan Harp, un mestizo que vive obsesionado con destruir a la monopólica Hudson’s Bay Company y a su ex mentor, Lord Benton (Alun Armstrong), el mismo hombre que asesinó salvajemente a su esposa Nuna y a su hijo Mikinok.
Alrededor de este enconado enfrentamiento entre el lado emocional y salvaje de Harp y el cinismo metódico de Benton, se construyen varias subtramas sugestivas. De hecho, son esos caminos alternativos los que ofrecen más sustancia con el paso de los episodios.
Alrededor de esas zonas en disputa, que fueron hace cientos de años los territorios cercanos a la bahía de Hudson, se centran las acciones de la producción. De Montreal a Fort James, y de vuelta, se tejen intrigas, luchas de poder y venganzas, todas motivadas por el deseo de cada grupo de hacerse con una porción sustancial en el descentralizado negocio de las pieles.
Si algo tuviéramos que destacar en esta historia sería la presencia de caracteres femeninos con una construcción superior a la de sus contrapartes varoniles. Sucede entonces que los “machos alfa” del elenco terminan cediendo frecuentemente su rol ante el empuje de “hembras” dominantes y listas.
Así pasa con Grace Emberly (Zoe Boyle), administradora de la cervecería local de Fort James; la empresaria Elizabeth Carruthers (Katie McGrath) y Sokanon (Jessica Matten), una guerrera y cazadora excepcional. En cada uno de sus ambientes, estas tres mujeres se abren paso en un mundo eminentemente masculino, pese a no tener tantos minutos en cámara como Harp, Benton, Michael Smyth (Landon Liboiron) o el impulsivo capitán Jonathan Chestefield (Evan Jonigkeit).
Otro de los grandes aciertos de la propuesta es su fotografía y el uso preciso de los sobrecogedores ambientes que ofrece la naturaleza canadiense. Aunque no todos tengamos la posibilidad de verla con la calidad original de 4K en que se filmó, podemos notar la belleza en las tomas abiertas que, mayoritariamente, permiten disfrutar de paisajes nevados y otoñales.
Ahora toca hacer algunos señalamientos que hacen que la premisa de este programa pierda fuelle y no haya llegado a convertirse en un fenómeno más sonado, aún cuando posea potencial para ello.
Lo primero es el asunto de los diálogos, algo usualmente subestimado, pero que a ojos de públicos más exigentes es un factor capaz de funcionar en contra de la calidad de la propuesta. No se trata de que siempre las conversaciones tengan un nivel particularmente complejo, pero tampoco es acertado que sean simplonas y en ocasiones insustanciales.
La peor consecuencia de este tema es que actores como Armstrong, Momoa, McGrath o Liboiron, por citar unos pocos ejemplos, lucen como principiantes en ocasiones, debido a parlamentos que perfectamente pudieran haber sido creados para una serie sin espíritu alguno, algo que nos negamos a pensar de Frontier.
Por otra parte, y aunque el guion tampoco es una pieza demasiado elaborada ni compleja, se salva gracias a lo práctico de su realización. La trama está construida de forma sencilla y bastante lineal, de manera que cuesta perderse en los entresijos de la historia. Todo esto hace que resulte un show muy fácil de captar y por ello consideramos que no estaría mal darle una oportunidad.
Ayuda también que, a pesar de tener tres temporadas hasta el momento, cada una se extiende solo hasta seis episodios, con lo cual Frontier se convierte en una opción bastante viable para un fin de semana despejado. En última instancia, es un relato del que podemos aprender historia, con acción en buenas dosis y… con la presencia de un Jason Momoa, que bien funciona como el gancho perfecto para una parte de la audiencia.
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