“Tuinucú, Cuba, es la cuna de uno de los más modernos centrales azucareros, localizados casi exactamente al centro de la isla de Cuba, cerca de la vieja ciudad española de Sancti Spíritus. Durante la temporada de procesamiento, el central producirá alrededor de 75 millones de libras de azúcar. La estación 6KW se encuentra instalada aquí, en la casa de Frank H. Jones”. (publicidad radiofónica)
De Tuinucú, poblado del municipio de Taguasco, Sancti Spíritus, resalta la Destilería Paraíso y el río, en cuyas márgenes fue fundada, en 1514, la villa del Espíritu Santo. Desde ese sitio, además, se realizó la primera transmisión radial de onda corta en Cuba (1912) y se captaron las primeras señales de video en un receptor de televisión (1928).
Ahora mismo, para los que nos siguen o conocen un poco sobre la historia de la radiodifusión en Cuba, esto sonará alarmante. Hace algún tiempo les contábamos sobre las disputas que llevaron al surgimiento de la televisión en la isla, en 1950, en la esquina de Mazón y San Miguel.
La rivalidad que convirtió a la televisión cubana en la mejor de América Latina
Sin embargo, todas estas primicias pudieran ser méritos del americano Frank Howard Jones, quien trajo a la isla unas piezas extrañas y se encerraba en un cuarto del que salían silbidos agudos.
Año 1908. Tenía menos de 30 años y lo enviaron a Cuba, desde Chicago para que supervisara el sistema eléctrico de un central azucarero en el centro del país.
Llega este hombre alto, con espejuelos y vistiendo un traje oscuro que nada tenía que ver con el clima de la región hasta The Tuinucú Sugar Company, uno de los 18 centrales que poseía la familia Rionda –dueños del mayor latifundio y la empresa azucarera más grande del mundo durante el periodo republicano, Cuba Cane Corp–.
El ingenio Tuinucú fue de los más eficientes en su época. Mantenía las mismas características típicas de estas instalaciones: fábrica, batey y casas principales. Por su rango y posición, el americano Howard se alojó en una de las elegantes casonas, en las inmediaciones del lugar.
Frank vivió los primeros días empapándose de la vida y las costumbres locales. Recorría el batey e intentaba, con su acento, hacerse entender. Muy pronto comenzaron a circular rumores en torno a su persona.
Según el periódico Escambray, la ama de llaves que atendía la casa narraba lo que se vivía allí. El americano y su ayudante, Eladio Serrano, maniobraban con válvulas, bobinas, condensadores y demás artefactos eléctricos dentro de una caja. Varios alambres se extendían desde una antena situada en la casa hasta la torre de enfriamiento del central.
El destino de estos experimentos: la primera transmisión radial de onda corta hecha en Cuba. Consistió en un saludo que envío Howard a los habitantes del lugar. Era 1912, diez años antes de la que se reconoce oficialmente.
Con el tiempo, el americano, que ya venía con su familia, tuvo más hijos y creó su propia emisora –CMJK–, cuya frecuencia era captada, incluso, en las costas de Estados Unidos y Canadá.
La Tonada en Tuinucú o 6KW, además de la voz inconfundible de Howard, ofrecía programas deportivos, informativos y culturales. Tenía, en el estudio improvisado en una habitación de la casa, un espacio para que agrupaciones musicales se dieran cita y difundieran sus canciones. También fomentaba el debate sobre temas de interés público.
Algunos de sus mensajes promocionales han quedado grabados en el recuerdo:
“6KW ha sido escuchada en cada estado de EE.UU., todas las provincias de Canadá, México, Puerto Rico, Haití, Santo Domingo (…) y por barcos en los océanos Atlántico y Pacífico”.
“Durante las pausas de los conciertos, un sonido de cucú será reproducido con el anuncio: si usted escucha el cu del cucú, está usted en sintonía con Tuinucú”.
Con el mismo entusiasmo, dio Frank Howard Jones el salto a la televisión. En uno de sus viajes a Estados Unidos trajo componentes electrónicos de última generación. Nuevamente, se encerró en una habitación a “inventar”, solo que esta vez salían, a intervalos, voces en inglés. Un suceso extraordinario estaba ocurriendo: había logrado captar, en un aparato receptor, señales televisivas emitidas por una estación norteamericana, la General Electric de Schenectady, en el estado de Nueva York.
De acuerdo con el cronista Ciro Bianchi, el afán investigativo del ingeniero norteamericano no se detuvo. Diseñó planos y trazó estrategias con diagramas milimétricos para un circuito de televisión a color. Sobre estos aportes se dice que permanecieron en el anonimato. Otra versión apuesta por una venta a la General Electric. Todas estas investigaciones las hacía en sus ratos libres, al margen de su trabajo: electrificar el central de Tuinucú y otros cercanos.
La realidad es que el tiempo pasó y The Tuinucú Sugar Company tomó el nombre de Melanio Hernández. La CMJK se convirtió en la emisora La voz del camagüeyano y, posteriormente, se convirtió en Radio Cadena Agramonte… y los de La Habana se llevaron todos los méritos por la invención de algo que, muchos años antes, había puesto en marcha Frank Howard Jones.
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