Desde 1959 hasta la fecha, el cine cubano ha pasado por diferentes etapas: desde la experimentación que caracterizó a los 60, la censura del quinquenio gris, la consolidación en los 80, el desastre del Período Especial y el ligero repunte después del 2000, podemos decir que todavía queda mucho por hacer.
No obstante, y a pesar de las dificultades, a lo largo de seis décadas no han faltado los momentos memorables en la pantalla grande. Muchos son los títulos que se han quedado en la memoria colectiva de una nación. Y no solo hablamos de las películas, sino también de esos momentos climáticos que, resumidos en una sola frase, hoy sobreviven con fuerza en el vocabulario popular.
Aquí te traemos, pues, 16 de las líneas más recordadas de los últimos sesenta años del cine realizado en la Mayor de las Antillas. Disfrútalas.
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“Felo, ¡tu madre!” (Los pájaros tirándole a la escopeta; Rolando Díaz; 1984)
Enyesado “hasta las cejas”, así responde Emilito (Alberto Pujol) al saludo de su suegro/padrastro cuando este lo visita en el hospital. En esta comedia de enredos, donde además actúan Consuelito Vidal (Reina y Rey), Reinaldo Miravalles (El hombre de Maisinicú) y Beatriz Valdés (La bella del Alhambra), un joven se enamora de una chica que resulta ser la hija del enamorado de su madre. Nadie resumió la trama del filme como Juan Formell, autor de la música original en la cual se incluía el tema ¿Y qué tú crees?, canción en la que se describía a la perfección la “tragedia” personal de Emilito.
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“¡Lo maté tigre, lo maté!” (Vampiros en La Habana; Juan Padrón; 1985)
El Niche encarna la cubanía en estado puro que se percibe en este inolvidable filme, obra del “papá” de Elpidio Valdés. Nos parece estarlo viendo ahí, al lado de Pepito, apuntando con la pistola a todo lo que se mueve y realizando disparos al aire, apoyado en su voz, ronca y gutural: ¡Páguata, páguata, páguata!
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“¿Quién ha visto una gorda con sentimientos?” (Una novia para David; Orlando Rojas; 1987)
Tal vez este sea el momento más recordado de aquel filme que protagonizaron María Isabel Díaz (Ofelia) y Jorge Luis Álvarez (David). La frase resume una línea de pensamiento según la cual el peso corporal es inversamente proporcional a la capacidad emocional, cosa que bien pudiera haber terminado siendo un intento de tesis en la Facultad de Psicología, aunque hubiera fracasado en todo sentido, porque todos sabemos que no hay nadie que quiera más ni mejor que una gorda. Por eso hay que amarlas así, como son.
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“Te voy a contar cómo me hice maricón” (Fresa y chocolate; Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío; 1993)
Un cierre inolvidable para una película que marcó a toda una generación. La primera vez que Diego (Jorge Perugorría) le dice esto a David (Vladimir Cruz), el joven militante huye asustado, pensando que el recién conocido, fanático al helado de fresa, le va a practicar un “con fuerza” de inmediato. Luego, la vida les demostrará que la cosa va por otro lado, aunque al final David no logrará escaparse de escuchar, al menos una vez, la susodicha experiencia.
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“¿Quién es ese, tu papá?” (Fresa y Chocolate; Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío; 1993)
Seguimos con el mismo filme, en otra de esas escenas que son imposibles de borrar del imaginario colectivo. Resulta que, en su primera visita a casa de Diego, David, todo un ejemplo de “cuadro” imberbe, decide cambiar la conversación ante el sutil acoso de su anfitrión. Para ello lanza lo que podríamos decir un “cambolo”, al preguntar por la identidad del señor que aparece en una foto situada en la sala. La risa se va sola. Imagínese usted que el “padre” de Diego fuera Lezama Lima.
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“Si me pides el pescáo te lo doy (Te lo doy, te lo doy, te lo doy…)” (La bella del Alhambra; Enrique Pineda Barnet; 1989)
“Para pantalón y saco, vendo percheros baratos…”, así seguía aquella canción interpretada por una Beatriz Valdés (Raquel) que enamoró a medio mundo como la joven vedette que conquista a todos desde el escenario del teatro Alhambra. La que en labios de La bella… fuera originalmente una sensual y provocativa frase, ha terminado convertida en un sueño a medio camino entre lo erótico y lo culinario, directamente relacionado con ese producto marítimo que cada vez menos vemos en las mesas cubanas.
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“¡Tío, ponga de su parte!” (Muerte de un burócrata; Tomás Gutiérrez Alea; 1966)
Esta obra maestra de Titón es, definitivamente, una de las que más vivas llega a 2019. Resumen de la historia: el tío Paco, trabajador destacadísimo, fallece, y en un acto de “ideotez” absoluta, sus compañeros deciden enterrarlo con el carnet laboral. Lo que pasa es que sin ese documento es imposible conseguir una pensión para la familia, y es entonces que comienza la odisea del sobrino Juanchín (Salvador Wood). El muchacho deberá surcar un eterno mar de papeleo y normas absurdas para lograr su objetivo. Durante su “viaje”, llega a encontrarse cara a cara con el cadáver del pariente, al cual intentará “convencer” de entregarle el dichoso papel, no sin cierta resistencia del occiso. Vamos, que si Juanchín resucitara hoy, y viera cómo no han cambiado las cosas, volvía de inmediato para Zapata y 12.
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“¡Está viva! ¡Te la voy a entregar viva! ¡Viva maricón!” (Clandestinos; Fernando Pérez; 1987)
El duro final de Clandestinos nos ha tocado a todos. Las últimas palabras de Ernesto (Luis Alberto García) antes de ser baleado frente a su esposa Nereida (Isabel Santos) suenan todavía en la mente de todos aquellos que vieron el filme. Aunque también hay que decir que luego de verla repetida más veces que las rayas del pavimento en la autopista nacional, hemos llegado a notar hasta cierto punto gracioso en la frase, con la cual el héroe reta al “mierda” de Miralles antes de que este termine con su vida. Nada, que el cubano hasta en las peores situaciones se las arregla para dar la cara.
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“A mí me da lo mismo capitalismo, socialismo… como si vuelve el feudalismo. Lo que hay que saber es cogerle la vuelta al sistema”. (Los sobrevivientes; Tomás Gutiérrez Alea; 1979)
Carlos Moctezuma inmortalizó al cubano “vivo” que vive del “bobo”, en otra pieza estelar de Gutiérrez Alea. En el filme, una acaudalada familia decide atrincherarse en su mansión tras los sucesos de enero de 1959. Allí esperan un nuevo cambio que les permita seguir su vida como hasta ese momento. Entra en escena, entonces, el personaje de Moctezuma, un tipo que se adapta a lo que sea, y que hace las veces de facilitador de alimentos y otros bienes para los “señorones”, a quienes convence de que se mantengan así, no vaya a ser que se “compliquen” con las cosas que pasan afuera de sus tierras.
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“Alberto Delgado, cará”. (El hombre de Maisinicú; Manuel Pérez, 1973)
Otro momento legendario del realismo socialista cubano llevado al cine. La historia de Alberto Delgado y su trabajo como agente de la Seguridad del Estado en la lucha contra bandidos de principios de la Revolución, representó un hito para la época. Sergio Corrieri, en el papel del administrador de la finca Maisinicú y Reinaldo Miravalles como el líder de los “contras”, dejaron varias escenas para la posteridad, como aquella otra en que, descubierta la tapadera del agente, el asesino increpa a sus compañeros a que lo “pinchen”.
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“Eso habría que verlo, compay” (Elpidio Valdés, la película; Juan Padrón; 1979)
21 frases inolvidables de los animados de Elpidio Valdés (+ Video)
No podríamos haber conformado esta lista sin incluir algo del animado más famoso de toda Cuba. En su debut en la gran pantalla, somos testigos de cómo el mambí conoce a María Silvia, Eutelia, Pepe, y otros personajes que le acompañarán hasta la actualidad. También se enfrenta por primera vez a Resóplez, Cetáceo y el Andaluz, sus principales enemigos. No hay nada como esa despedida, en la que el “pillo-insurrecto” dice adiós a sus némesis, retándolos a probar la valía de sus c… caracteres.
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“¿Y si hubiera sido yo, Ramón?” (Retrato de Teresa; Pastor Vega; 1979)
https://youtu.be/-AYYCVK–yA
El relato de liberación femenina constituyó la consagración definitiva de Daisy Granados (Memorias del subdesarrollo, Cecilia y Plaf), quien asumió el rol de madre sacrificada y agobiada por ese peso casi imposible de levantar que es la influencia del machismo en la sociedad, representado por Adolfo Llauradó, quien tantas veces fuera pareja suya en la ficción. Curioso es conocer que los tres niños que forman parte de la familia de Teresa, son realmente sus hijos Irán, Erón y Aarón, cuyo padre no es otro que Pastor Vega, director de la cinta.
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“Oye, rey del mundo, tú no tendrás un cigarrito por ahí” (Vampiros en La Habana; Juan Padrón; 1985)
En cualquier narración humorística que se respete, tiene que haber siempre un “curda”. En este caso, se trata de un tipo que lo mismo te pide ayuda para fumar, que te vende enanitos verdes a unos pocos centavos, logrando confundir en el proceso a policías, revolucionarios, y hasta a él mismo. Todavía nos preguntamos qué hubiera sido del vampiro que se atreviera a sacarle la sangre, aunque no sería raro que terminara compartiendo sus experiencias en Hemófilos Anónimos.
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“¡E…enfermeraaaaaaa!” (Vampiros en La Habana; Juan Padrón; 1985)
Piense lo que quiera de nosotros, pero no puede decir que la referencia “vampírica” no está justificada. O acaso no recuerda cómo los parientes de Drácula se daban un festín de sangre con whiskey, ron o brandy, y hasta consumían directamente de los pacientes hospitalizados unos pisos más arriba. Juan Padrón se las arregla como nadie para armar un genial gag visual a partir de una situación que en otro contexto hubiera provocado los escalofríos más grandes.
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“Yo nunca lo besé”. (Inocencia; Alejandro Gil; 2018)
https://youtu.be/wDynq9h0mAo
Apartando el chiste y la gracia por un momento, tenemos que hacer referencia al largometraje cubano quizás más impactante de la última década. La recreación de los terribles sucesos que llevaron al fusilamiento de ocho inocentes el 27 de noviembre de 1871, tiene un cierre extremadamente emotivo en aquel instante en que Lola, novia eterna de Anacleto Bermúdez, confiesa a Fermín Valdés Domínguez el recuerdo de un beso que nunca fue. Señores, el que no lloró aquí, que vaya al médico a revisar si de verdad tiene un corazón latiendo en medio del pecho.
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“¡Virgencita, apretaste!” (Lista de espera; 2000; Juan Carlos Tabío)
Este filme, que bien pudiera llamarse Sueño de varias noches de verano, narra las vicisitudes de un grupo de pasajeros que yacen en la terminal de algún pueblo indeterminado, mientras aguardan la llegada de un autobús que los transporte a su destino. Allí, el hambre, las necesidades físicas y emocionales terminarán por llevarlos al borde de la locura. En uno de los momentos, una religiosa ruega por ayuda a la Virgen de la Caridad del Cobre, y justamente entonces alguien se aparece con un paquete de langosta. Entendible tal reacción, digo yo.
Si recuerdas otra frase memorable de algún otro filme cubano, o de los mismos que te contamos aquí, compártela con nosotros en los comentarios.
Te faltó la Lucía de la primera historia de la pelicula de Solás….. “ Mamá, tráeme una gardenia”…
Una que me gusta mucho de Lista de espera: Jorge Perogurría: – Yo soy un caso sociaaaaaal!!!!
Dame una gardenia, Mamá.
Del filme Lucía. El personaje de Raquel Revuelta, decepcionada pide a su madre una gardenia.
FALTAN DOS FRASES. UNA DE LA PELICULA SE PERMUTA CUANDO RAMONCITO VELOZ LE PREGUNTA A ROSITA FORNÉS: ¿A USTED LE GUSTAN LOS NEGROS?, REFIRIENDOSE A LOS TELEFONOS MARCA KELOGS DE COLOR NEGRO.
Y DE LA PELÍCULA VALS DE LA HABANA VIEJA CUANDO SILVIA PLANAS LE DICE A ANA VIÑAS: «CUIDATE, QUE TE ESTÁN VIGILANDO»…JAJJAJ
Para mí faltab…Que hago yo con un ladrillo en la mano David? Donde lo pongo? De Fresa….
Y en Se permuta cuando se cae la permuta colectiva y sale uno al balcon y grita Caballero esto se jodio¡¡¡
Por ultimo Adorables mentiras, cdo el jefazo llega al aeropuerto y camino s la Habana le pregunta all chofer…como anda la cadena puerto, transporte, economía interna?