El 3 de noviembre de 2020 era un martes cualquiera para Taymí Chappé Valladares. Mientras practicaba algo de esgrima en el gimnasio perteneciente a unos amigos en Miami, posiblemente la cubana haya recordado algunos de sus mejores momentos en la élite mundial de la espada.
Pero de pronto, tras terminar esos asaltos amistosos, Taymí sintió que algo fallaba. Todos la vieron caer súbitamente y, aunque intentaron socorrerla, el inesperado infarto de miocardio ya le había dado la estocada final a su corazón. Ese día dejó de existir una de las mejores esgrimistas cubanas de todos los tiempos.
“Dotada de una personalidad única, transmitió su fortaleza al equipo nacional convirtiéndolo en el mejor equipo femenino de la historia de nuestro deporte y uno de los mejores del mundo. Su memoria permanecerá en todos los que la conocimos y admirábamos su pasión por la esgrima”, expresó en aquel momento la federación española de esa disciplina.
Taymí nació en La Habana el 11 de septiembre de 1968 y, desde que abrió los ojos al mundo, el deporte estuvo ahí. No todos los niños tienen como padre a un histórico baloncestista como Pedro Chappé, quien obtuvo un bronce olímpico con el equipo de la Isla en la cita de Múnich, Alemania, en 1972.
Luego de formarse en la pirámide deportiva y despuntar como una tiradora de gran futuro, confirmó las predicciones con una plata en la Universiada de Duisburgo, Alemania (1989).
Ya en la categoría absoluta, sus principales éxitos bajo la bandera cubana fueron la corona mundial en el concurso individual de espada en la edición de Lyon, Francia (1990), y también el campeonato panamericano obtenido durante la cita multideportiva de La Habana 1991. No pudo participar en la cita estival de Barcelona por Cuba porque se decidió, a nivel organizativo, que la ciudad española solo acogería pruebas de florete para féminas.
Tras confirmarse entre las mejores espadistas del planeta, Taymí se estableció en España después casarse con un catalán. Aunque eventualmente la relación terminó, en 1994 obtuvo su pasaporte europeo por carta de naturaleza y ese mismo año volvió a demostrar su gran nivel entre la élite de la esgrima.
El segundo título del orbe para Chappé llegó junto a Rosa Castillejo, Carmen Ruiz y Cristina Vargas, todas integrantes del cuarteto que se impuso en la competencia colectiva de espada durante el torneo mundialista organizado en Atenas, Grecia del 3 al 9 de julio de 1994.
Tras aquel gran triunfo, en 1995 fue vencedora en la Copa del Mundo, un oro que sirvió como antesala de su primera, y a la postre única experiencia olímpica.
Atlanta 1996 marcó el centenario de la era moderna de las olimpiadas y hasta allí fue Taymí con los colores de la nación ibérica en busca de una presea. Sin embargo, su participación bajo los cinco aros no le hizo justicia a su categoría.
Colocada como cuarta cabeza de serie, Chappé pasó directamente a la ronda de 32 y ahí se enfrentó a la surcoreana Go Jeong-Jeon. En ese combate, aparentemente accesible, la cubana cayó 12-15. “Me despisté un segundo”, comentó tras la derrota que la llevó a anclar en el puesto 17 de aquella lid.
Su tercero y último metal planetario lo ganó en 1997. Nuevamente en la justa individual, la cubana sacó un valioso bronce en la competición que entonces acogió Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
En España fue parte del club de esgrima Sala de Armas de Madrid. Esa prestigiosa institución, conocida por la gran mayoría como SAMA, ha tenido en sus filas a un medallista bajo los cinco aros, ocho atletas con diploma olímpico y 11 medallistas en citas del orbe.
Tras muchos años establecida en España, eligió distanciarse del deporte y se mudó a la urbe italiana de Nápoles. Años más tarde cruzaría el Atlántico para quedarse en Miami, lugar en donde vivió sus últimos años.
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