Las historias de Star Trek (ST) han narrado las aventuras de grandes héroes y tripulaciones, capaces de atravesar la galaxia hacia lo desconocido y, durante la trayectoria, salvar el universo un par de veces. Hasta ahora, todas las series y filmes basados (más o menos) en el show original creado por Gene Roddenberry en 1966, tuvieron (casi) siempre un tono solemne, profundo y filosófico que se ganó la admiración de los fans de la buena ciencia ficción. Ese halo de circunspección se convirtió en el sello distintivo de la franquicia hasta este 2020. Entonces apareció Star Trek: Lower Decks.
Esta nueva serie, producida por CBS All Access, se olvida totalmente de la seriedad habitual de la saga y enfoca sus esfuerzos en provocarnos unas cuantas carcajadas.
Para empezar, ninguno de los protagonistas pertenece a la casta de altos oficiales de la nave, sino que se trata de un grupo de alférez que trabaja en las cubiertas inferiores, tal y como indica el nombre del programa. Allí, Beckett Mariner, Brad Boimler, D’Vana Tendi y Sam Rutherford hacen sus vidas e intentan evitar que la situación se vaya a pique.
Además, también hay que decir que su vehículo, el USS Cerritos, está muy lejos de parecerse a la Enterprise o la Voyager, las cuales viajan a través del cosmos en misiones trascendentales. Para entender el rol de la Cerritos y su tropa, es mejor dejar que sea el propio Boimler quien nos cuente:
“El ‘primer contacto’ es una delicada operación diplomática de alto riesgo. Debemos estar preparados para cualquier cosa cuando la humanidad interactúa por primera vez con una raza alienígena… Pero nosotros no lo hacemos. Nuestra especialidad es el ‘segundo contacto’. Sigue siendo muy importante: firmamos todos los papeles, nos aseguramos de que escribimos bien el nombre del planeta, buscamos los mejores lugares para comer…”.
En resumen, les toca hacer el trabajo sucio sin llevarse una pizca de gloria.
Tal vez sea ese el motivo por el que los navegantes de la Cerritos se la pasan haciendo chistes a costa de capitanes célebres de la talla de James T. Kirk, Jean-Luc Picard o Kathryn Janeway, o de otros integrantes importantes de la historia, como pueden ser el vulcaniano Spock, los guerreros Klingon, la consejera Deanna Troi y calculadores Borg. Sea el que sea, aquí nadie está a salvo de un roast.
Sólo la capitana Carol Freeman intenta poner orden y lograr que sus subordinados actúen a la altura que se espera de un grupo de oficiales formados por Federación. Sin embargo, en el tercer episodio, titulado Temporal Edict, queda claro que en la Cerritos las cosas no van por ahí.
El resto de los mandamases de este ‘buque’ intergaláctico, el primer oficial Jack Ransom, Shaxs, encargado de la seguridad, y la doctora T’Ana, son una representación caricaturizada —por obvio que esto suene— de sus similares dramáticos. Aunque a ninguno le falta el sentido del deber, sus caracteres maldicen más que un taxista parisino, son malhablados, inmaduros, poco analíticos y malhumorados, todo lo cual les termina metiendo en líos que no siempre son capaces de arreglar.
Sin embargo, por mucho que parezcan ir de tontos y no tomarse demasiado en serio a sí mismos, los tripulantes de la Cerritos son, en esencia, bastante parecidos a Picard, Janeway, Kirk, Michael Burnham o Christopher Pike. La clave está en que son gentes de buen corazón y se las arreglan para hacer el trabajo de una forma poco ortodoxa, y así, al final del día, logran entonces mantener, ‘por los pelos’, el buen nombre de la Federación.
El lenguaje, sarcástico e irreverente, mantiene un tono similar a otros trabajos de su creador, Mike McMahan, también ‘padre’ (junto a Justin Roiland) de Solar Opposites, quien también ha escrito y producido episodios de la ya antológica Rick & Morty. Son innegables los puntos en común con ambos precedentes, pero en el caso Lower Decks se nota un matiz menos ácido.
Es justo decir que, a pesar de saber por dónde va, el humor de la serie, en ocasiones, abusa de las referencias. Por esa razón es que frecuentemente se percibe más una intención de parecer divertida que una diversión real, la cual debería estar basada en situaciones verdaderamente hilarantes, rematadas por punch lines o parlamentos mejor logrados.
Otra idea que pudiera mejorar el show de cara a las próximas temporadas es la incorporación de temáticas y argumentos más cercanos a la actualidad de este lado de la pantalla, de la misma manera en que lo ha hecho antes una ‘hermana’ espiritual como es The Orville. Ojo: tampoco es que el humor deba subordinarse a la crítica todo el tiempo, pero sí estaría bien que se aprovechara más ese vínculo.
Más allá de los señalamientos, el audiovisual funciona más que bien, pues lo que a priori parece pensado sólo para los fans de ST en cualquiera de sus generaciones, igual tiene potencial para conectar con personas que jamás hayan visto un solo episodio o película inspirada en este mundo.
Por otro lado, el fantástico trabajo de voces ayuda a elevar más la calidad de la propuesta. En primer lugar, hay que mencionar a actores como Tawny Newsome (Space Force) y Jack Quaid (The Boys), quienes encarnan a los opuestos Mariner y Boimler; una enfocada en pasarse la autoridad por el ‘arco de triunfo’ y el otro obsesionado con la disciplina.
Luego, la Tendi de Noel Wells (Saturday Night Live) y el Rutherford de Eugene Cordero (Tacoma FD) son el complemento perfecto de inocencia y buen rollo que se contraponen a los disparatados jefes, interpretados de forma magistral por Dawnn Lewis (capitana Freeman en A Different World), Jerry O’Connell (XO Ransom; Kangaroo Jack), Gillian Vigman (T’Ana; Sons & Daughters) y por un verdadero ‘especialista’ del asunto como es Fred Tatasciore (Shaxs), conocido por su desempeño en decenas de filmes, videojuegos y animaciones, entre las que destacan sus roles de Megatron (Transformers: Dark of the Moon), Saren (Mass Effect), Hulk (varios) y el mismísimo Yosemite Sam (Sam Bigotes) de los Looney Tunes.
Ahora, si por un lado está claro que los lowdeckers se la pasan haciendo referencias humorísticas en torno a cualquier elemento del universo trekkie, se nota un respeto tácito hacia las ideas de Roddenberry, pues, chistes aparte, esta sigue siento una ‘parienta’ de la franquicia. Al final, todo queda en ‘familia’ y podemos decir que, a pesar de “quemar” constantemente, se hace siempre desde el cariño.
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