Sígueme para más consejos: «La estrategia de Chochueca», fenómeno literario dominicano

5 min


0
Rita Indiana es una de las voces más auténticas de la literatura y la música dominicana contemporánea. Foto tomada de And Other Stories.

Si quieres vivir la experiencia completa al leer La estrategia de Chochueca, es probable que necesites este diccionario. O este. O este. Ya imaginamos tu cara en modo complejidad, pero no tienes por qué. Tampoco es un requisito utilizar esas páginas donde te definen el significado de algunas palabras en la jerga dominicana. Sí, Rita Indiana Hernández nació en Santo Domingo hace más de cuarenta años y es, ante todo, una escritora con un marcado acento nacionalista-pop, si es que pudiéramos llamarle así. También ha compuesto e interpretado música. Sus temas se mueven a partir del merengue bajo la fusión con sonoridades electrónicas o urbanas.

Regálate unos segundos con una de las canciones más famosas de la escritora caribeña.

Bueno, a lo que vamos. La estrategia de Chochueca, publicada en el año 2000, fue un fenómeno en su país y los libros pronto se agotaron. Un crítico la definió como “la contribución más importante a la novelística dominicana de los últimos 20 años”. ¿De qué va la trama? El entorno de Silvia y sus compañeros de juergas en un Santo Domingo de extrarradio: drogas, alcohol, algo de sexo, un robo. No tenemos más pistas para ti, salvo las que aparecen en nuestro trailer:

Nos descubrimos en aquellas mímicas ajenas, porque al final son sólo un puñado de gestos de los que hemos abusado los humanos para interpretar nuestros papeles una y otra vez, recurriendo a los ademanes de un aborigen australiano ante un didjeridoo, cuando estamos sentados frente a un cónsul tras una visa cualquiera.

***

Fuera del baño, existen otras cosas: un mundo aparatoso y terriblemente árido. Un espacio instalado sobre el movimiento, el infame cabalgar de la gente, gente sola que no va a ninguna parte, que coinciden meneando la cabeza con la gran sinfonía del desencanto y el escándalo. Las guaguas atestadas por la turba ciega, la muchedumbre endemoniada, ávida de otros, los otros, porque el otro es la única versión del todo que podrán manosear.

***

Al bajar la Lincoln hacia el Malecón vi por el rabillo del ojo los puestos de muñecos inflables en la acera del Hospital Angelita, jirafas, aviones, betty boops, conejos enormes, todos colgados de un cordel. Recordé una noche por el ’81. Me habían comprado una muñeca de estas, fue durante el Festival del Merengue, yo reía viendo desinflarse mi bailarina plástica y alguien, metiéndome el pitillo baboso en la boca, me enseñaba a inflarla de nuevo. En Semana Santa nos compraban a todos los niños de la casa muñecos de estos, que nunca regresaban a la ciudad, se quedaban pinchados en la rama de algún árbol o en las puyas de una verja. A todos nos compraban muñecos frente al hospital donde las camitas están llenas de niños hinchados por la fiebre y la raquiña; niños lisiados, diarreosos, ulcerados; niños y niñas deformes, llenos de pústulas y sucio; bebés sobre sábanas manchadas de marrón; madres enflaquecidas y ojerosas que abandonan a sus hijos cuando ya no pueden pagar la receta; madres enfermas de hijos, cansadas, llenas de muertes como muñecos de plástico.

***

Todavía Julia no vivía con Franco cuando todo se descontroló. Fue casi al final de ese año que Julia se le instaló en la pieza y compartían la cama y los hombres, el baño y los sandwiches de salami Genoa. Cuando caíamos todos en aquella cueva alfombrada, Franco cocinaba pailas de moro de habichuelas negras que comíamos en platos de cartón, viendo películas de Bette Davis o de cualquier otra diva del Hollywood de oro, fumábamos un fino tras otro, y atrás de cada uno Franco nos echaba encima un spray con olor a gardenia para que a los vecinos no les diera el tufo a yerba, y qué fabulosa la Davis con su cara que hay que joderse, con su boca redonda, cómo dice: «…fasten your seatbelts, it’s gonna be a bumpy night…», cómo ríe hasta de la muerte, porque si la muerte tuviera algún rostro sería el suyo.

***

Pero el día del Mirador Salim no se había acostado con nadie y hablábamos de la libertad: «La libertad asume formas tan extrañas. Una vez en una exposición -me contaba- en una exposición, en un sitio muy chic, tú sabes, yo voy con mi trajecito, recién pelaíto, a ver si se me pega algo, pero me estaba cagando, cuando busco el baño, preguntándole a la gente fabulosa y sin un pelito mal puesto que hay en estos sitios, vieja qué fuerte. Lo encuentro al bañito, muy lindo por cierto, pero sólo hay uno porque como son gente tan evolucionada, no hay que poner un baño para las hembras y otro para los varones como Dios manda, no, hay que ser el más cool, y poner uno sólo, para que las mujeres vean a los hombres apoyados de la pared cuando mean…

***

«El Señor me habló, Silvia, yo estaba en la cocina, yo había caído en lo ma sucio, no me acordaba ni de mi nombre, de nada, una semana de bonche pesao, tú sabe, y el Señor vino esa tarde y me sacó del cuerpo, y me habló, yo no te puedo decir cómo, pero me enseñó el que estaba abajo y lo vi, me vi así como con la cabeza llenecita de demonio, de culebra, como con colores y cosas. Feo feo feo feo, yo tenía to eso demonio viviendo adentro de mí, tú sabe y me lo sacó to, el deseo de la cosa mala me lo quitó». Yo empezaba a saber, a querer reírme, pero no podía viéndolo sacudirse cada vez que decía la palabra Señor. Decía Señor y se le erizaban los vellos y sacaba la lengua con una elegancia epiléptica y yo viendo en mi cabeza como se le llenaba la cocina de monstricos a Bernardo, como se le llenaba la sala de atardeceres, de profetas tergiversados, de cosas feas.

***

¿Cómo introducirse en un muro de cocainómanos, megalómanos, hermanados en la histeria más deliciosa? Tú sabe que yo soy yo que yo soy como soy yo no cojo corte yo no tengo que ver yo no yo digo whatever y no siento nada yo pienso que veo la ventana que se cierra yo quiero un Daihatsu como el del tipo que se sienta en la silla de enfrente yo también retengo poca información yo escuché una canción déjala ahí yo creo que soy una artesanía la ventana que se cierra yo imbécil yo adoro esa palabra la anterior a la oración yo adoro esa palabra que es la anterior a la anterior la anterior a la oración yo adoro esa palabra yo me canso yo también yo más yo tengo anemia yo tengo pánico yo estoy esperando a una raza superior que nos derrame shampoo en la pupila yo no sufro por nadie yo también yo tengo pánico yo no comprendo los letreros que escriben los japoneses yo venceré a pesar de todo somo lo mejore somo lo mejore somo lo mejore yo percibo tú percibes yo no soy él yo soy el que seré yo no retengo mucho los nombres de las personas que me presentan cuando estoy empericada yo conoceré los secretos del universo yo no sé si permitiré a alguien yo respiro rápido y despacio con el abdomen o por la boca cuando yo quiero maldito budista zen de la mierda yo soy una atleta del mal yo soy la que yo vine pa que me y el otro también yo, me dice yo y yo no me callo yo cuando me responde que yo que yo, yo voy a buscar un trago encendiendo un cigarro con el anterior, pa, …take a walk through the land of shadows…, y la voz de David Byrne que es la voz de un bandido, pa, …everything is very quiet…, su guitarrón que se contrae y se dilata, …everyone has gone to sleep…

PD 1: Llégate por nuestro canal en Telegram (@CubaLite) y recibe una sorpresa.

PD 2: El libro lo lees en menos de tres horas.

Anuncios
Anuncios
Anuncios

0 Comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

× ¡¡¡Contáctanos!!!